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Guillermo Fernández Vara afrontará su tercer mandato, no consecutivo, al frente de la Junta de Extremadura como líder del PSOE, partido que resultó ayer vencedor absoluto de las elecciones autonómicas. Se trata de su gran triunfo, al fin.
Protagonista de la vida política extremeña desde los años noventa, cuando enseguida se le apuntó como delfín de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Fernández Vara logró ayer su tercera victoria, la más suya de las tres, en un contexto además de fortalecimiento de nuevos partidos.
En las elecciones de 2007, la de la retirada de Ibarra, el PP creyó ver su oportunidad para convencer al ciudadano de que cambiara el paso, después de tantas legislaturas de dominio socialista. La reacción del votante fue la contraria: los populares apenas igualaron sus propios resultados y Vara mejoró los de Ibarra. IU se quedó fuera del Parlamento extremeño, víctima de una izquierda temerosa de que efectivamente la derecha llegara al gobierno.
En las elecciones siguientes (2011) Vara se vio superado por José Antonio Monago, por entonces un renovador de las maneras estiradas de la derecha extremeña. Y en 2015 ganó por segunda vez recuperando la Junta para el PSOE. Bajó en porcentaje de voto, pero aún fue mayor el descenso de un PP que dilapidó el intangible que siempre supone estar en el poder.
Ayer por primera vez resultó elegido, sin tutelajes y sin recoger los frutos de los errores del adversario. Los extremeños le han votado de forma abrumadora, pero sobre todo le han renovado su confianza, y es la primera ocasión en la que consigue ambas cosas.
El escenario que han dejado las urnas es, además, el más cómodo e inesperado de los posibles, una mayoría absoluta que estuvo en el alero durante gran parte de la noche electoral, pero que finalmente se acabó confirmando. Esos 34 diputados dejan en una anécdota el ascenso notable de Ciudadanos y los escaños de una devaluada Unidas por Extremadura, que había mostrado su disposición toda la campaña a sumar sus votos con el PSOE. El triunfo de Vara ha barrido de un plumazo la política de bloques a la que parecíamos predestinados en estos nuevos tiempos.
La legislatura que comienza presenta, sin embargo, otras importantes incógnitas por afectar a los dos principales líderes, al propio Vara y al que ayer revalidó el triste honor de jefe de la oposición, José Antonio Monago.
El presidente del PP extremeño ha respondido durante la campaña con evasivas cada vez que se le ha preguntado por su disposición a permanecer durante los próximos cuatros años en el hemiciclo emeritense encabezando la bancada azul. En todos los casos, Monago mostró su intención de agotar su mandato orgánico al frente de los populares extremeños, pero sin ir más allá. La mayoría absoluta socialista viene a incrementar aún más esas dudas.
Monago ha fracasado en su intento de imitar a Fernández Vara y recuperar la presidencia perdida de la Junta tras cuatro años en la oposición. La irrupción de Vox no fue en este caso tabla de salvación como en Andalucía, sino un clavo más, junto con el de Ciudadanos, en el ataúd del reto de volver a la Presidencia. Pero el contundente resultado del 26M indica algo más que el fraccionamiento del voto: parece que han sido pocos los que han echado de menos a los populares al frente de la Junta.
Por su parte, Vara inicia su segundo mandato consecutivo y, por tanto, el último, según la Ley del estatuto de altos cargos que se aprobó en 2014 y que él ya ha dicho que no piensa modificar. Es una situación inédita en la política extremeña. A esta circunstancia se une que en 2021 deberá abandonar la secretaría general de los socialistas extremeños por la misma limitación de mandatos que se ha autoimpuesto el PSOE. Es decir, nos dirigimos en un par de años hacia una bicefalia entre el gobierno de la Junta y el partido que lo sustenta que habrá que ver cómo manejan los socialistas. ¿Adelantará Vara su marcha antes del final de legislatura? La formación del próximo gobierno también puede dar algunas claves de cara al futuro.
Lo que sabemos a día de hoy es que el PSOE ha ganado más poder en Extremadura y ha logrado victorias históricas, como las de las dos capitales de provincia, pese a que les puede albergar una sensación agridulce porque los pactos les pueda privar de gobernar en todos los ayuntamientos donde han ganado.
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