![La mujer que hace historia](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/05/29/GUARDIOLA-Rzic75dWzoJ4w9mmhV4ttSI-1200x840@Hoy.jpg)
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Ana B. Hernández
Martes, 30 de mayo 2023, 07:24
Esta vez no es ninguna exageración. Aunque es una expresión de la que quizás echamos mano con demasiada frecuencia y no siempre está justificada, esta vez es fiel a la realidad. Porque sí, porque María Guardiola hace historia en Extremadura.
Esta cacereña de 44 años ... será previsiblemente la cuarta persona que asume el Gobierno regional, pero la primera mujer que lo hará tras los socialistas Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Guillermo Fernández Vara, y su compañero de partido, José Antonio Monago.
Ella será la primera mujer en colocarse al frente de la comunidad autónoma y no va a ser el único techo de cristal que rompa. También se convertirá en la única persona procedente de la provincia cacereña en hacerlo. Y con su hazaña dará al PP su segundo mandato en la región. En la historia de la democracia, su partido solo ha gobernado cuatro años Extremadura, la legislatura de 2011 a 2015.
El diseñador Juan Manuel Cruz le ha entregado una chupa de cuero personalizada durante esta campaña electoral. Según explicó, acorde con el carácter peleón de María Guardiola. Porque lo tiene. Ella se define, de hecho, como una mujer tozuda y lo ha demostrado con creces.
Casada y madre de dos hijos, que son su prioridad, el reto para ella es inculcarles valores para que sean buenas personas por encima de cualquier otra cosa, la que será la nueva presidenta extremeña ha dejado claro que cuando dice que le gustan los retos, no va de farol. Ni tampoco cuando confiesa que es una persona valiente, con garra y que suele conseguir aquello que se propone.
La suya ha sido una carrera política meteórica. De concejala en el ayuntamiento de Cáceres o, lo que es lo mismo, una persona desconocida para la inmensa mayoría de los extremeños, pasó a convertirse hace menos de un año, en julio de 2022, en la presidenta regional del partido con el 97,7% de los votos, en un congreso en el que los populares trataron de cerrar las heridas abiertas tras un proceso de primarias en la sombra.
Ella ha contado en HOY que comenzó a darle vueltas a la idea de sustituir a José Antonio Monago, quien hasta entonces dirigía los designios del PP de Extremadura, cuando su nombre apareció en la prensa. No sabe quién o quiénes la propusieron, pero las muchas llamadas que dice que recibió, la animaron a pensárselo. El empujón definitivo se lo dieron sus compañeros de partido en Cáceres y, sobre todo, su marido, sus hijos y su madre. Sin su respaldo, por el cambio de vida y sacrificio personal que a todos supone, María Guardiola no hubiera dado el paso. Primero la Ejecutiva de Pablo Casado y después la de Alberto Núñez Feijóo confiaron en ella y lo hicieron sin titubeos por encima de Fernando Pizarro, el alcalde de Plasencia que ha sido el referente del PP en la región cuando el mapa extremeño estaba cubierto casi de rojo en su totalidad.
Pero es que María Guardiola destaca en las distancias cortas. Cuando ante el conocimiento del alcalde placentino y el desconocimiento de la concejala cacereña, dirigentes y militantes del partido se decantaban por la edil, el argumento era siempre el mismo: «Cuando se la conoce, convence».
Tal vez por eso, porque ella se mueve con pez en el agua en el tú a tú, el secretario general del PP y director de la campaña electoral, Abel Bautista, sabía que la forma de que los extremeños conocieran a la candidata, y apostaran por ella, no eran los mítines de siempre. Y a estas alturas del partido, está claro que ha acertado de lleno.
La campaña electoral del PP ha sido diferente esta vez y ha funcionado. No se ha expuesto a Guardiola en los mítines, ha participado en dos frente a los once del candidato socialista, Guillermo Fernández Vara. En su lugar, ha recorrido kilómetros y kilómetros para mantener cientos de encuentros en los pueblos de manera discreta, sin focos. «Porque la candidata se siente más natural», ha explicado Abel Bautista, «y porque no queríamos dar la imagen del típico político que va a un pueblo rodeado de cámaras, sonríe, se hace la foto y se va».
Tal vez, tras la experiencia exitosa del PP, otros copien su modelo. Pero para eso, además del diseño, se requiere tener a una candidata que convenza. Y para eso, hay un requisito esencial: confianza en una misma.
María Guardiola la ha derrochado literalmente. Desde el principio, desde que fue elegida presidenta del partido, quiso dejar claro que ella no era la Ayuso extremeña, aunque como eslogan publicitario para avanzar en popularidad no la hubiera venido mal, y defendió su identidad propia, preparación y firmeza para dar una vuelta al PP primero y después a la región.
A esta economista y funcionaria de carrera de la Junta, no le ha temblado la mano para emprender una renovación en el PP extremeño que, en no pocos casos, ha creado heridas profundas. Los cambios no han gustado a los llamados 'pata negra' de Badajoz, ni en Mérida ni en Navalmoral. Pero ella ha seguido su hoja de ruta y ha triunfado en una campaña que, también desde el inicio, ha animado a convertir en plebiscito nacional sobre la gestión de Pedro Sánchez, la que los españoles han castigado en las urnas.
Guardiola ha venido decidida a dejar impronta y hacer ver a todos que con ella empieza una nueva etapa en el partido. Y ha logrado en solo unos meses que nadie se acuerde de Monago, desaparecido además en la campaña electoral. Aunque fue precisamente el hombre que, entonces sin saberlo probablemente, puso en marcha la trayectoria política de la cacereña, cuando la llamó para que fuera ser secretaria general de Economía y Hacienda durante su mandato como presidente extremeño.
Ella trabajaba en la administración desde bastante antes. Entró con un contrato de prácticas porque fue el mejor expediente de su promoción y un año después, en 2003, logró su plaza en propiedad. Aprobó las dos oposiciones a las que se presentó y se quedó como titulada superior economista.
Está preparada, conoce la administración y la región, la ha pateado de norte a sur y de este a oeste desde que fue elegida presidenta del PP de Extremadura. De trato cercano y cordial y de sonrisa fácil, ha hecho historia con seguridad y firmeza y ha querido convertir la escucha en su manera de hacer política. Hasta el momento, ha ido superando todos los retos que se ha puesto. Pero le queda el último, el que ella dice que es su retazo: llevar a Extremadura a lo más alto.
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