Quedó claro en el primer minuto de su discurso de este martes en Cáceres que una de las grandes preocupaciones de Alberto Núñez Feijóo era dejar claro que sabía dónde estaba. En un sentido físico, literal. Para aclarar su patinazo del día 11 en Badajoz ... , cuando confundió Extremadura con Andalucía. «En Extremadura, en Extremadura, en Extremadura», dijo por triplicado el secretario general del PP en el primer mitin de campaña de María Guardiola, que llegó en el día 12 de 15, o sea, a 72 horas de que acabe esta carrera hacia las urnas.
Publicidad
Noticia Relacionada
Ana B. Hernández
«Los mítines son del pasado, para los convencidos, yo quiero tocar, hablar con la gente», explicó la candidata extremeña el lunes en Montijo. Este martes, la aspirante a suceder a Fernández Vara tocó y habló con mucha gente. Seguramente, con más que ningún otro de esta campaña. Porque a los mítines van los convencidos, como bien dijo ella. Y en el de Cáceres había muchos, no cabía un alma más en el pabellón municipal Juan Serrano Macayo.
Hay en la ciudad pabellones y plazas más grandes, que igual se habrían llenado igualmente, porque el líder nacional tiene tirón, al menos entre los suyos.
«Vamos a ver a Feijóo y nos hemos tenido que parar porque llovía», le contaba una joven a alguien por teléfono. Ella y la amiga, las dos en un soportal a resguardo de las gotas que caían. Agua de mayo. Y de Feijóo, que dicen los peperos con memoria que cada vez que viene a Cáceres, llueve. A diez metros de las dos estudiantes pasa una furgoneta blanca con una foto de Irene de Miguel –la candidata a la Junta por Unidas por Extremadura– y con un megáfono que va diciendo bien alto que votarles la coalición de izquierdas es votar no a la mina que se proyecta en Cáceres y que ha sido el gran tema de debate en la ciudad durante la legislatura que se agota.
La furgoneta se fue por donde vino, las chicas llegaron al pabellón optimizando las gotas de lluvia recibidas y a las 19.04 minutos, los que estaban dentro del espacio deportivo empezaron a mirar hacia la puerta principal. Algo se cocía por ahí. Subió el volumen de la música, sonó el himno del partido en una versión actualizada, empezaron a agitarse las banderas de Extremadura y del PP, también alguna de España, y entonces entraron al recinto Alberto Núñez Feijóo, María Guardiola y Rafa Mateos.
Publicidad
Se abrieron paso los tres por un pasillo humano que se fue ensanchando como una cremallera. Y ellos repartiendo besos y apretones de mano. No habían empezado los discursos cuando la concurrencia lanzó el primer grito entusiasta de los muchos que vendrían después. Y lo primero que se escuchó no fue «¡Presidente, presidenta!» Tampoco «¡Presidenta, presidenta!». Lo primero que se gritó en el primer mitin de los populares extremeños fue «¡Alcalde, alcalde!».
Toda una palmada en la espalda de Rafa Mateos, que habló durante diez minutos y pareció que lleva toda la campaña dando mítines a diario. Se le vio suelto, nada dubitativo. Dijo el candidato popular a la alcaldía que «Cáceres es la ciudad más bonita del mundo» y que «la gente está agotada del 'sanchismo' de Vara y del 'sanchismo' de Salaya (el alcalde socialista), que son lo mismo, tanto monta, monta tanto».
Publicidad
Alberto Núñez Feijóo
Secretario general del PP
«Se que vosotros tenéis el voto claro», dijo Mateos, en una constatación más o menos equivalente al descubrimiento de la pólvora. Al poco, dio paso a Núñez Feijóo, que inició su discurso acordándose de quienes han sufrido el incendio de 11.000 hectáreas en Las Hurdes y Sierra de Gata, y de quienes pelearon contra las llamas. Él es gallego, y sabe bien qué es el fuego.
Tras eso, lo siguiente fue su triple constatación pública de que estaba donde estaba. Y esa rapidez e insistencia suya dejó claro que aún le escocía el error que cometió en su mitin. Con ese gatillazo en el retrovisor, Núñez Feijóo no reparó en alusiones en clave local y regional. «Dije al partido que no me hiciera elegir entre Badajoz y Cáceres porque vamos a ganar en las dos», afirmó antes de recordar que por la mañana había estado «en Plasencia y visitando una instalación (sic) en Almendralejo». Una cooperativa fue, Viñaoliva.
Publicidad
Luego paso a los asuntos nacionales. «El partido socialista ya no existe. Es el partido sanchista», dijo. Le pidió al presidente del Gobierno las facturas del Falcon –el avión presidencial tan del agrado de Sánchez– y anunció una ley para impedir que ese suculento avión ideal para posar con gafas de sol estilo Tom Cruise en 'Top Gun' pueda utilizarse más allá de para lo que está.
Dijo Feijóo del Gobierno central que «trata a Extremadura como si la considerara de segunda división», y del de Fernández Vara, que es «uno de los más sumisos de España», en el sentido de que no pía ante Moncloa. Todo lo contrario que María Guardiola, «una presidenta valiente que no se callará ante nadie ni admitirá faltas de respeto de nadie», la definió el líder nacional de los populares.
Publicidad
«Hacer presidenta a una mujer sería el mayor cambio en Extremadura en 40 años», afirmó Núñez Feijóo, que no dejó pasar el tren de hablar del tren. «Si yo soy presidente, el ministro de Fomento vendrá a esta tierra cada tres meses a dar cuentas, como ya hice en Galicia», prometió poco antes de definirse a sí mismo como «una persona normal que busca normalidad, porque la perfección la dejo para Sánchez, que jamás se equivoca y no ha pedido perdón nunca por nada».
No quiso marcharse de vuelta a Madrid sin volver a dejar claro que sabía dónde estaba –lo hizo repitiendo, esta vez adrede, la confusión entre Extremadura y Andalucía–. Más aún: mandó un saludo «a los que se hartan de buscar lapsus en mis intervenciones».
Noticia Patrocinada
Habló Feijóo treinta minutos, por diez de Mateos y veinte de Guardiola. Ella vistió para la ocasión la chupa de cuero negra con sus iniciales a la espalda junto al lema 'La extremeña', obra del diseñador cacereño Juanma Cruz. «Vara sigue sin decir mi nombre –expuso la candidata–. Se lo han dicho sus asesores. Es peor que un exnovio. En el debate de Canal Extremadura, o lo que fuera eso, ni me miró. No responde a mis cartas. No me echa cuenta. Si no quiere decir mi nombre, me puede llamar 'La extremeña'».
Fue el discurso de Guardiola el de más fondo, el más propositivo, el que más medidas desgranó. Y el que bajó la temperatura en el pabellón, en el que el público más miró el reloj. En un momento se perdió, aunque reaccionó con naturalidad y sinceridad. «Extremadura es una tierra cansada de un señor cansado», resumió la mujer que aspira a recuperar la presidencia para el PP.
«Quiero una Extremadura moderna, divertida, inclusiva», situó Guardiola. «Extremadura necesita un cambio y nosotros se lo vamos a dar», añadió la candidata en su primer mitin de campaña, ese en el que Feijóo no se conformó con despachar el asunto con una disculpa o una broma, sino que se empeño en recordar que hace dos semanas suspendió en Geografía.
Publicidad
La anécdota la contó este martes Alberto Núñez Feijóo durante el mitin del PP en Cáceres. Lo hizo para ilustrar con ella la bonhomía que él asegura que caracteriza a Rafa Mateos, el candidato del partido a la alcaldía de Cáceres. «Estábamos comiento en un restaurante (fue en El Figón de Eustaquio) –recordó el líder nacional de los populares– y me manché la camisa. Rafa fue a su casa a por una camisa para mí y me la trajo. Y luego no me la pidió. Pero fijaos si el gallego es de fiar que aunque él no me la pidió, yo se la devolví».
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.