Bandera de España amarrada un sombrero de paja, otra de Vox puesta a modo de capa en el cuello y plato de tortilla de patatas, la española de toda la vida, pero del Mercadona, en la mano. Así esperaba un joven de 16 años a ... Santiago Abascal en el parque Padre Pacífico. No iba solo. Cuatro o cinco amigos de la misma edad le acompañaban, y se levantaron al unísono para acercarse a recibir al líder nacional de Vox, que tardó lo suyo desde el punto en el que le dejó el coche hasta el lugar en donde pronunciaría sus palabras. Todo el mundo le decía algo. El chico se compró la tortilla porque le parecía muy acorde con «el tema» del acto que se celebraba. Y aún no vota, pero «podría apoyar a Vox».
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Las 500 sillas que había preparado la organización para este mitin se quedaron ayer cortas en Cáceres. Varios centenares más se quedaron de pie para escuchar a Abascal, que respaldó la candidatura de Ángel Pelayo Gordillo a la presidencia de la Junta y de Eduardo Gutiérrez a la alcaldía de Cáceres. Óscar Fernández, número 1 por Cáceres a la Asamblea fue el maestro de ceremonias de un acto al que acudieron los diputados nacionales Magdalena Nevado y Víctor Sánchez del Real.
A diferencia de la campaña de 2019, en la que Vox todavía era un partido 'outsider' ahora ya es uno más, con rituales fijos como la marea de enseñas nacionales, los 'vivas' a España cada dos por tres y el cierre emotivo con el himno. Abascal reivindicó en su discurso de 23 minutos la capacidad de su partido para «decir lo que pensamos» y abordar «debates prohibidos».
Defendió la decisión de no haber suspendido el acto de campaña por el incendio de Las Hurdes. «¿Qué vamos a hacer?», se preguntó. «¿Encender velitas, poner música de los Beatles, suspender la campaña, hacer un minuto de silencio? Arremetió contra el PSOE por «el abandono del campo» que fomenta «la propagación» del fuego. Igual que el resto de los participantes en este mitin aplaudió el papel de los que trabajan para extinguir las llamas.
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No pasó de largo Abascal por el tema de Bildu y sus listas municipales y acusó a Vara de «hacer aquí un discurso y otro en Madrid». «Es cómplice de las políticas de Sánchez, no hay una sola diferencia entre Vara, Page o Lambán y Sánchez, están dispuestos a decir una cosa y la contraria según convenga, aquí protestan pero están todos juntitos», explicó aludiendo «al pacto con una banda de criminales que decide los designios del estado».
Santiago Abascal arremetió también contra el PP y «las exigencias» que se les impone para llegar a pactos. Fue duro rememorando el gobierno de José Antonio Monago, que denominó como «copia» del socialista.
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La ideología de género, la oposición a que en los colegios se introduzcan contenidos sobre igualdad o sexualidad («porquerías», dijo Abascal) y la defensa del catolicismo estuvieron presentes en todo el acto.
Pelayo Gordillo propuso la bajada del tramo autonómico del IRPF, bonificar «el impuesto del patrimonio» y «ayudar solo al que lo necesita, no a los que viven del cuento».
Eduardo Gutiérrez se fijó por su parte en las dificultades de la hostelería y los comercios cacereños. Defendió la Cruz, criticó la zona libre de emisiones y el proyecto del templo budista, «son una religión minoritaria aquí», apuntó. «¡Fuera, Salaya!», gritó el público. «A ver si es verdad», respondió.
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