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¿Qué ha pasado hoy, 15 de abril, en Extremadura?
«Extremadura necesita personas emprendedoras que no se vayan»

«Extremadura necesita personas emprendedoras que no se vayan»

La Extremadura de... | Victoria Pelayo, colaboradora de HOY ·

Impresionada por el calor. A pesar del paso del tiempo, el verano sigue siendo su pesadilla. La falta de comunicaciones de la región es otro problema, aunque confía en que este pueda resolverse pronto

Domingo, 16 de agosto 2020, 08:31

Llegó a Cáceres desde Zamora pensando en marcharse, pero cuando tuvo la oportunidad, ya no quiso hacerlo. La cultura, la belleza y la tranquilidad de la ciudad en la que habita colman sus necesidades. Si a ello le añadimos la gastronomía y las múltiples opciones de una región que aún está descubriendo, tenemos a una zamorana que se siente en Extremadura como en casa.

–¿Por qué vino a la región?

–Vine a Cáceres por un traslado laboral procedente de Las Palmas de Gran Canaria, pensando que solo estaría un año; después, la organización y estructura de la empresa cambiaron y los traslados comenzaron a restringirse. El año se fue alargando y cuando fue posible el traslado, ya no me quise ir.

–¿Qué impresión tuvo al llegar?

–Llegué en mayo y hacía un calor tremendo, mis impresiones y recuerdos se siguen focalizando en aquella llamarada que había en las calles, y aunque sigo llevándolo mal y procuro huir en los veranos, me he mentalizado. Calor aparte, una de las cosas más llamativa de aquel mayo era que Cáceres tenía una vida nocturna muy movida concentrada en la Madrila y alrededores, y el primer sitio donde viví fue allí. ¡Vivía en plena movida y no conocía a nadie para dar una vuelta!

–¿Cuál es la mayor diferencia entre su vida aquí y Zamora?

–No hay tantas diferencias, son dos ciudades muy parecidas, es más, cada vez encuentro que la configuración urbanística hace a las ciudades más parecidas entre sí. La diferencia es que Zamora ha envejecido muy deprisa.

–¿Cómo la recibieron?

–Bien. Nunca sentí lo contrario, la primera amistad que trabé fue con una compañera de mi trabajo. El día que me incorporé salimos juntas al café y, a día de hoy, seguimos siendo amigas. He hecho grandes amistades aquí.

–¿Tardó en adaptarse?

–Me costó, pero porque venía mentalizada para quedarme un año. Mis expectativas estaban puestas en el traslado a Zamora. Pensaba que mi estancia en Cáceres sería pasajera; además, mi hija tenía un año cuando llegamos. Después, empecé a sentirme a gusto, y un día me di cuenta de que ya no quería irme.

–¿Hay algunas costumbres que le hayan llamado la atención?

–Algunas tienen que ver con la Semana Santa, como los Empalaos de Valverde de la Vera o Los Negritos de Montehermoso, como fiestas singulares.

–¿Qué echa de menos en el lugar donde vive?

–Un río. Yo creo que solo una o dos ciudades españolas no lo tienen. Incluso en Extremadura, las poblaciones más grandes tienen uno.

–¿Cómo ha cambiado su visión de la región?

–Confieso que al principio me gustó poco. Con el tiempo he aprendido a valorarla y, también, la tranquilidad que ofrece, tiene lo que necesitas.

–¿Qué es lo que más le conquistó?

–Aparte de la paz, vivir sin estrés, respirar aire limpio, desplazarme por toda la ciudad sin necesidad de coche, la posibilidad de disfrutar del campo en cualquier momento.

–¿Recomienda venir a la región?

–El norte de Cáceres es espectacular, Las Hurdes, el Valle del Jerte, Sierra de Gata, la Vera y sus gargantas... Muchos paisajes, además de monumentos únicos, como el puente de Alcántara que, por muchas veces que se visite, no deja de impresionarme. La ciudad monumental de Cáceres no necesita recomendaciones, su fama le basta. También Badajoz tiene lugares increíbles.

–¿Le gusta el clima extremeño?

–Me gusta durante nueve o diez meses al año; los otros, me resigno.

–¿Qué destaca de los extremeños?

–Su lealtad, su alegría, ese punto intermedio entre castellanos y andaluces.

–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?

–Personas emprendedoras que no se vayan, que inviertan aquí su talento e ideas, que vean salidas y futuro para hacerlo.

–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes?

–Todo es mejorable en Extremadura, y en Cáceres mucho más. Los servicios públicos nunca son suficientes. Para empezar, el tren. Y no solo un tren que nos conecte con Madrid, también con el que podamos recorrer la Vía de la Plata.

–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?

–Me gusta mucho el norte de Cáceres y el sur de Badajoz, los extremos.

–¿Qué rincones recomendaría visitar de Cáceres?

–La parte antigua, sin duda; Los Barruecos. No imagino la obra de Vostell en ningún otro sitio.

–¿Dónde viajará este verano?

–En cuanto se pudo viajar por la provincia, organizamos una excursión por las Hurdes. He estado unos días en Cabo de Gata, que no conocía, y después, una estancia más larga por el norte. Y el resto de verano, pasaré unos días en un pequeño pueblo castellano cuyo mayor aliciente es el río Esla, que es donde aprendí a nadar.

–¿A qué dedica su ocio?

–Hasta hace dos meses he dedicado muchas horas a estudiar Derecho. Durante el confinamiento hice el trabajo fin de grado, y el título me hace la misma ilusión que a un graduado de veintitantos años. Aparte, ahora escribo con regularidad.

–¿Acude a fiestas de interés o actos culturales?

–El Teatro de Mérida me apasiona. También he acudido varios veranos al Teatro de Alcántara y he disfrutado del Teatro Clásico de Cáceres, que suma el aliciente de ofrecer un espectáculo simultáneo a la obra: las cigüeñas y su crotoreo en lo alto de Las Veletas.

–¿La cercanía con Portugal es un aliciente?

–De Portugal me gusta todo: su gente, su comida, sus playas, su historia y su idioma 'silabeante', no sé si existe esa palabra, pero describe lo que quiero decir.

–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía?

–El jamón y la torta, la del Casar y la de La Serena son mis preferidas.

–Para terminar, defina Extremadura en tres palabras.

–Subestimada, humilde y virgen.

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