Érase una vez un restaurante que quería ser un bar

Con una decoración rompedora y una carta con clásicos deconstruidos, El Bar Old School Food aterriza en Mérida para dar un golpe sobre la mesa. Sus creadores, Carlos López y Jara Jiménez, son una pareja de emeritenses que, tras varios años trabajando en restaurantes de diferentes puntos de España, decidieron en plena pandemia que era el momento perfecto para volver a la tierra y aplicar todos los conocimientos adquiridos. Ella, de jefa de sala y él, de chef, aunque no se siente del todo cómodo con esa palabra. Prefiere admitir que tiene la cocina como estilo de vida.

Estos emeritenses pretenden recuperar la esencia del bar de toda la vida. Y para ello, proponen desde una ensaladilla rusa hasta unas patatas bravas, pero dándoles un enfoque y una presentación distinta a lo habitual. Por ejemplo, la ensaladilla está hecha a base de un carpaccio de gamba alistada, crema de yema y esencia de gambas; mientras que las bravas llevan mole negro y un alioli de chipotle.

Su objetivo es que la gente se sienta como en un bar, aunque realmente estén en un restaurante. Cuando se vuelva a permitir el servicio de barra, los comensales podrán ver cómo se preparan sus elaboraciones, ya que la cocina está visible. Los clientes de El Bar Old School Food deben tener la mente abierta y estar dispuestos a probar nuevas sensaciones: interactuar con la comida, aceptar la música un pelín alta y las luces rojas... Pero merecerá la pena, ya que es una experiencia de principio a fin.

Aunque el estilo de comida es informal, todo lo elaboran ellos, hasta el pan. Dan mucha importancia a los productos extremeños y cuentan con 13 platos salados y tres dulces. En su carta destaca, entre otras elaboraciones, un jarrete de cordero con encurtidos, baba ganush y salsa de yogur; o una pizza crujiente con pastrami y foie helado. Tienen capacidad para unas veinte personas, así que es recomendable reservar con antelación.

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