Nuevos aires para Los Arcos, en Talavera

Francisco Cordero empezó a trabajar con 17 años en la hostelería, concretamente en el hotel-restaurante Los Arcos, en Talavera la Real, su pueblo. Con 19 le tocó marcharse a hacer el servicio militar, pero esos nueve meses no le quitaron las ganas de seguir disfrutando del oficio de camarero, así que a su vuelta retornó al mismo local. Allí conoció a la persona a la que el dueño había contratado para sustituirle, Antonio Luis Nogales, que siguió trabajando en Los Arcos.

«Nos hicimos amigos y decidimos coger el negocio a pesar de la disconformidad de la familia, puesto que éramos muy jóvenes, yo solo tenía 20 años», cuenta Francisco. Ahora, a punto de cumplir 50, el talaverano hace balance y 'estrena' local, ya que a finales de noviembre, y tras casi cuatro meses de reforma, Los Arcos reabrió con un aire más renovado y moderno, pero con la misma esencia.

Han reformado la instalación eléctrica, las fontanería, los cuartos de baño, la iluminación y la decoración; predominando ahora materiales como el bambú, la forja y el silestone blanco de la barra, que se prolonga en algunos puntos hasta crear mesas altas que suelen ser las primeras en llenarse. También hay abundante vegetación artificial. La capacidad es la misma: unas 250 personas en el comedor interior pensado, para celebraciones, unas 150 en la barra y salón principal, y además, dispone de una terraza con 15 mesas. Próximamente acometerán la obra en las ocho habitaciones del hotel y en el comedor interior para dejarlo todo en sintonía estética.

En la propuesta gastronómica no ha habido cambios. Tienen menú del día de lunes a sábado, una carta en la que, según su propietario, lo que más destaca es el surtido de ibéricos de la región, y ofrecen tres tapas nuevas como sugerencia cada fin de semana. «Las tapas son grandes, están bien servidas y pensadas para compartir», asegura Francisco. En los pescados hay fritura, bacalao dorado y a la nata, pulpo, gambones...Y en carnes, principalmente cortes ibéricos más rabo de toro al vino tinto y un chuletón de un kilo.

Además, con la reforma han incorporado barriles Cruzcampo. «La cerveza de bodega es mucho más suave y no hincha tanto porque no lleva gas carbónico.De hecho, hemos aumentado considerablemente la tirada de cañas tras la obra», confiesa Francisco.

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