Cervecería La Almadraba: Mar y dehesa en Badajoz

Son pocos los bares y restaurantes que mantienen su esencia después de la dichosa pandemia, algunos incluso han cambiado de fórmula y continúan sin dejarte apoyar el codo en la barra o sin poder sentarse en mesa si no es para comer. La Cervecería Almadraba ha mejorado su estupendo velador y actualizado su interior, pero lo más importante ha sido encontrar de nuevo un buen ambiente en su barra, al gran Vicente con su habitual profesionalidad mandando tras ella, y en plena forma al patrón Juan Luis Jiménez, que si no se pone las gafas para recoger la comanda, podría pasar por un cliente más, picando y compartiendo copa y charla con alguno de sus acólitos seguidores.

Una carta bien presentada y estructurada deja claro que estamos en un restaurante donde manda la sencillez y el producto, ni un plato está definido con más de dos palabras. En el apartado de ensaladas y entrantes encontramos una buena ensaladilla con ventresca curiosamente presentada, una fantástica mojama y conservas de nivel como la de anchoas o sardinas ahumadas. A pesar de su nombre y los motivos marineros que adornan el local, se cuida en esta casa el producto de la tierra, seleccionando con criterio un buen jamón D O, chacinas ibéricas de bellota y una interesante selección de quesos bien conservados en su correspondiente cava.

Son los pescados y mariscos su principal reclamo, y hay que hacer caso a las sugerencias fuera de carta que ofrece Juan Luis, que según mercado te puede sorprender con extraordinario material, sobre el que no está demás preguntar tarifa ¿o es él quien tiene obligación de cantarla? Uff yo ahí lo dejo, sea como fuere el nivel del producto nunca defrauda.

Volviendo a la carta e ignorando las cansinas influencias japo, solo aparece un clásico corte de atún rojo de almadraba. Es de ignorantes considerar la fritura una técnica menor, cuando se ejecuta correctamente y sobre un buen producto, convierten un simple choco o unos boquerones en manjares indispensables en la comanda. Buen nivel también el de berberechos, navajas y unas almejas que, en esta ocasión, sin ser de extraordinario tamaño, resultaron perfectas de punto y sabor.

Guiño a la tierra extremeña con tres pinceladas de buen producto carnívoro acompañado de excelentes patatas fritas, chuletitas de cordero, retinto y un solomillo de Ibérico que de nuevo me encuentro fileteado y como es lógico falto de textura y jugosidad.

Siendo de calidad es una pena que una carne de ibérico de bellota no se trate con la misma pleitesía y delicadeza con la que nos rendimos ante cualquier corte de atún.

Potentes postres como su acaramelada tarta de almendras. Se observa inquietud en una correcta carta de vinos donde el verdejo tiene excesivo protagonismo.

Un placer encontrar lugares donde desintoxicarse de 'gastrobistrotaperiasgourmet' pero una pena que la cocina sencilla y llamar a las cosas por su nombre sean hoy excepción, larga vida a Almadraba.