don poleo
Jueves, 19 de enero 2023, 16:40
En la antigua Nacional 630, yendo de Villafranca de los Barros a Zafra, en el kilómetro 670, parte a la derecha una carreterita señalada por un cartel anunciando un albergue de peregrinos. Hay que estar atentos para no pasarse el cruce, circularemos unos centenares de metros por esa carretera y llegaremos a una antigua almazara remozada. Se aparca con facilidad en el exterior, pues está en medio del campo, y el entorno invita a un agradable paseo. Estamos, en fin, en La Almazara, un albergue de peregrinos con restaurante que está teniendo cierto tirón gastronómico en la comarca.
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Venimos en plan experimental, sin demasiadas referencias fiables, pero con curiosidad por probar la cocina del peregrino. El edificio es interesante. Hay jardín, las dependencias de la almazara son hoy comedores, habitaciones para caminantes a Compostela y turistas, cafetería o salas de estar y vaya por delante un primer aviso: La Almazara es un restaurante más para el buen tiempo que para los días fríos. Y no es que no se esté bien, calentito y a gusto en los comedores interiores, pero los altos techos y la estructura del edificio acogen menos que su agradable terraza.
En La Almazara, hay dos comedores elegantes y otro más sencillo, más de peregrinos y convivencia, que es donde nos acomodan. No es tan elegante como los salones, pero está junto a la cocina y como es una fecha navideña de reposo, tras los fastos de Nochevieja, pues somos los únicos comensales y se agradece la tranquilidad.
En los comedores elegantes, vajilla, cubertería, mobiliario, etcétera tienen un nivel más alto que la sencillez de este salón de batalla con muebles variados, sillas de plástico y mesas de bar, pero nos permite evocar los campamentos juveniles y los años de internado, así que será una comida con toque proustiano y rilkeano: la magdalena evocadora, la infancia es la única patria y pamplinas así.
La camarera es amable hasta decir basta, atiende con solvencia y reacciona con eficacia ante un contratiempo: no nos esperaba porque habíamos reservado para la comida, pero nos habían apuntado para la cena. Sin embargo, en un instante nos tiene sentados, a gusto y con un plato de queso de cabra, cortesía de la casa, que provoca delicia y espanta inconvenientes. Porque, seamos claros: hemos venido a comer.
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La vajilla es de Ikea, la cristalería es sencilla con vasos de cristal labrado, reposaplatos de enea, manteles colegiales de tela, buenas copas para la cerveza y servilletas de papel. La carta de vinos se basa en el entorno. Estamos en tierra de bodegas: tres en Villafranca, un montón en Almendralejo y a un paso, Los Santos de Maimona, Zafra y Puebla de Sancho Pérez. Verónica, camarera, encargada y anfitriona de peregrinos en esta mañana fría de Navidad, nos trae la carta. Es sencilla y nada más empezar a leer se nota la influencia portuguesa: hay bacalao dorado y bacalao con natas, rissois rellenos de bechamel y langostinos, arroz de pulpo y marisco en cataplana, con caril (curry) o con arroz, bifinhos de pollo, pollo con curry y también, dejando a un lado la influencia portuguesa, carpaccio de calabacín, guacamole casero, atún, pollo, solomillo, churrasco, entrecot, carrillera…
Empezamos con unos rissois o empanadillas de suave textura y sabor, pero paradójicos: cada uno tiene un relleno diverso y los langostinos no comparecen. Llega después una ensalada y un bacalao con natas. Hacemos un aparte para la ensalada, de lechuga y arándanos secos, cuyo sabor, frescura y aliño son sobresalientes. Estamos probando últimamente unas soberbias ensaladas con frutos rojos que acabarán convirtiéndose en plato regional estrella del país de las grosellas, las frambuesas, las moras y los arándanos.
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El bacalao con natas es ese que va al horno con bechamel. El que nos ocupa estaba rico y se comía con gusto, pero había más patata que bacalao. Seguimos con unas estupendas carrilleras con cítricos y salsa de chocolate acompañadas por ricas patatas panadera. Las raciones son abundantes y el tiramisú del postre lo guardamos para nuestra antología de favoritos. El café era mediocre, pero el balance de la experiencia es positivo.
Dirección N 630 km 670,6. Carretera del Moro
Localidad Villafranca de los Barros
Teléfono 924 98 61 81 y 684 124 748
Horario 13:30-16:30 y 20:30-22:30
Terraza Sí
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