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El Cuco, donde comen los ejecutivosDON POLEO
Jueves, 30 de marzo 2023, 20:48
En una recta de la carretera que lleva de Coria a Moraleja, hay un local humilde en el arcén derecho. Es de color albero, de arquitectura sin pretensiones, se aparca bien y parece un bar de carretera sin más. Tiene nombre de taberna, El Cuco, aunque se autodenomine brasería, y no hay camiones aparcados ni hay mucho movimiento. Pero a la hora de comer y de cenar, todo cambia: se ven coches extraordinarios, berlinas alemanas inconcebibles y todoterrenos negros de película americana.
El Cuco es una brasería legendaria. Dicen que allí comen los números uno de las grandes eléctricas y de los grandes bancos, comentan que era el restaurante favorito de Victorino Martín, se cuenta que cazadores italianos multimillonarios que vienen al zorzal y a la paloma cenan allí tras cazar por la zona de Zarza la Mayor.
Movidos por la curiosidad y el hambre, hemos venido a la Brasería El Cuco con la intención de descubrir si son verdad estas leyendas y, si lo son, a comer como un alto ejecutivo, como un CEO, como un consejero delegado… Así que entramos en el bar y nos fijamos en una foto del ganadero Victorino Martín padre colgada junto a la barra. Lo cual tiene su lógica pues la casa familiar se levanta en un cerro unos pocos kilómetros más allá, llegando a Moraleja. Varios jamones cuelgan de unos ganchos, los alabamos y el jefe nos confiesa que están reservados para unos cazadores italianos que vienen a cenar esa noche. Nos sentamos y al rato entra una familia. Hablan de encuentros en el Palacio Real y luego sabremos que el padre es un alto ejecutivo de un banco y que tiene una finca inmensa por los alrededores. A la hora del café, de nuevo solos y distendidos, el jefe nos confirmará la leyenda: aquí come la nueva aristocracia con fincas en la zona y nos da una lista de nombres que guardamos por discreción.
El Cuco era regentado hasta hace 20 años por un gallego y una señora de Cilleros. Tenía techo de uralita y de chapa y solo servía cordero con patatas fritas y ensalada de lechuga por encargo. Cuando Juan y su esposa lo compraron, tras haber trabajado durante un tiempo en Puigcerdá, en la nieve, pusieron un tejado nuevo, habilitaron un patio y levantaron la vivienda familiar. Juan es de Ourense (en su teléfono suena una gaita) y su señora es de Coria.
Dirección EX-108, km. 94.4
Localidad Casas de don Gómez
Teléfono 646 771 829 - 927 519 061
Horario 12.00-16.30 y 19.30-23.00. Cierra lunes
Terraza Sí
Nos esperan dos comedores de sencillez extrema: platos decorando las paredes, mesas y sillas de madera de pino, vajilla moderna La Mediterránea, buenas copas, bajomantel de plástico, cubertería normalita y lujo cero. En vinos, lo básico: Protos, Matarromera, Gurpegui, Ramón Bilbao, Habla del Silencio y Carballú, un extremeño curioso de Constancio Sánchez. Pan calentito muy rico y despiste en el aperitivo de cortesía: pone aceitunas a la familia y nos deja in albis a nosotros.
La carta es corta: ensalada, pulpo, pimientos asados, jamón, queso, cordero, cochinillo y chuletón a la brasa de un fuego que arde a nuestras espaldas. Pedimos pulpo, que sirve con patatas, al estilo Illa de Arousa. Está bien hecho, en su punto de terneza y con sabia mano gallega.
Las raciones son generosas. Mientras disfrutamos del pulpo, en el fuego se hace lentamente nuestra carne de cordero (no son chuletitas), que viene en la propia parrilla con unas brasas debajo para que no se enfríe. Grandes bandejas de patatas fritas y ensalada de lechuga ocupan la mesa y la comida abundante tiene un aire medieval gozoso y pantagruélico.
De postre, nada especial: dulcísima tarta de melocotón y badila extremeña, que no es otra cosa que crema catalana quemada con una badila incandescente. En conclusión, buen producto y cocina rica y sencilla. Así les gusta comer a los ejecutivos cuando descansan de Madrid y de las sofisticadas comidas de trabajo.
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