M. E.
LA CRÍTICA

Arroz de liebre en sartén de bisabuela

Comiendo en un convento de Valecia de Alcántara platos de jabalí, ciervo, pato azulón o conejo de campo

DON POLEO

Jueves, 9 de junio 2022

Comemos hoy en un convento con historia. Nos hemos acercado a la alquería fronteriza de San Pedro de los Majarretes, en la campiña de Valencia de Alcántara: 33 habitantes, según el censo de 2013, y un hotel con restaurante ocupando el convento en el que San Pedro de Alcántara hizo el noviciado y tomó los hábitos de franciscano. Este santo se relaciona con lo minúsculo y austero, pero nos instalan en un salón gigantesco y animado: en una larga mesa come una excursión y en mesas más comunes, aquí y allá, familias y parejas.

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El comedor tiene las paredes de piedra. Las mesas de madera son amplias y las sillas, también de madera oscura, cómodas. La decoración es rústica con gusto, sin salidas de tono. Por aquí, cerámica portuguesa y española; por allá, quinqués encendidos, calabazas gigantes y alambiques. Por acullá, llaves y trébedes colgantes, calderos de cobre y barreños de barro.

Detalles. M. E.

La iluminación es deficiente en los laterales. En medio, pendiendo del artesonado de madera, 10 lámparas de estilo cortesano con seis bombillas cada una. En los lados, quinqués de luz mortecina que adornan, pero no alumbran. Los camareros son tan clásicos, tan de toda la vida, como la decoración: correctos, uniformados, pero sin enredos, consejos vanos ni mareos: al pan, pan y al vino, vino. Eficiencia, rapidez, educación y explicaciones, las justas. En resumen: a los dos minutos de sentarte, ya te has hecho una composición de lugar y sabes que has venido a comer a un restaurante con solera y sin sorpresas.

Bueno, sí, empiezan sorprendiéndote con un aperitivo de cortesía sobre un plato de madera. Se trata de una generosa selección de rodajas de farinheira portuguesa, patatera extremeña y morcilla cominera, sin que falten unos sabrosos torreznos ni un cuenco con ricas aceitunas machacás. Todo rico y la farinheira, espléndida.

Aperitivo. M. E.

Puestos a sorprendernos, vamos a inspeccionar los baños y descubrimos otro macrosalón, con sillas y mesas vestidas para banquetes de bodas, bautizos y comuniones, ocupado por otra excursión. En cuanto a los baños, correctos salvo en un punto: faltaban toallas de papel.

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Suena una emisora musical fuera de lugar, aunque quizás no sea tan extemporánea en medio del jolgorio del salón. Parece ser que quienes saben piden que los lleven a comer al antiguo refectorio, que es más íntimo y comedido. Pero como no sabíamos, nos disponemos a consultar la carta rodeados de alegría y algarabía. Es una carta acorde con el discurso del restaurante: cubiertas de polipiel, hojas plastificadas y letra aristocrática para comunicar una oferta de buenos ibéricos, magníficos quesos y 'exquisiteces de la casa' a base de platos de setas y de croquetas. No faltan los judiones con perdiz, las sopas, las migas, extraordinarios arroces de boletus o de liebre ni ensaladas de pato silvestre o de pimientos asados en horno de leña.

Ensasada de pimientos. M. E.

Pobre oferta de pescados (lubina y bacalao dorado) e impresionante selección de paletillas, piernas, cochinillos, carnes ibéricas, frites y repóker de caza a base de perdiz de campo, pato azulón silvestre, conejo de monte, ciervo guisado con setas y jabalí con castañas. 45 referencias de vinos (10 extremeños, 3 portugueses, 13 riojas, 14 riberas, incluyendo un Vega Sicilia del 62 y un Flor de Pingus, etcétera) y pobre oferta por copas. Vajilla española personalizada e hindú.

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Empezamos con una ensalada o pisto de pimientos asados en horno de leña muy extremeña y sabrosa. Seguimos con un arroz de liebre, que llega en sartén de bisabuela. Está muy conseguido, salvo el detalle de que le sobra un poco de pimentón. La medida exacta del pimentón es una asignatura pendiente de la cocina extremeña. Cambian cubiertos y platos para que una perdiz estofada, con ensalada y patatas fritas, se nos deshaga en la boca. Está claro que la caza es la estrella de El Convento.

Perdiz estofada. M. E.

De postre, pedimos clásicos repápalos. No había y apostamos por un clásico moderno: el helado de biscuit de higos, magnífico final rubricado por una invitación a ginginha o licor de guindas portugués sutil, delicioso. Lo sirven en jarrita de barro tan tradicional como todo en este restaurante conventual tan de antes, tan de siempre.

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Helado de biscuit de higos. M. E.

El Convento

  • Dirección Plaza Petra Fernández Gibello, 6

  • Localidad San Pedro de los Majarretes (Valencia de Alcántara)

  • Teléfono 678 85 58 06

  • Horario Cierra martes. Resto: 13.30-23.45

  • Terraza

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