Restaurante del hotel Vila Galé: «Un buen taco de solomillo con migas»

En lo alto de Elvas, subiendo desde la Praça da República hacia el mercado, abrió hace dos años, en un antiguo convento del siglo XIV, el hotel Vila Galé Collection: más de 70 habitaciones, un precioso claustro con mesas, bar de moderno diseño, spa, piscina tranquila, decoración evocando el pasado militar de la ciudad y un restaurante donde vamos a comprobar si se mantiene el tópico de que en los hoteles se come medianamente.

El restaurante del Vila Galé es un local amplio y bien diseñado, atendido por Luis, eficaz maître natural de Redondo, junto a Évora, que lleva nueve años en la empresa, y Joana, una joven en formación amable y dispuesta. Nos atienden a nosotros solos porque el turismo de jornada prefiere los restaurantes elvenses de toda la vida. Si es por la cuenta, tienen razón: este restaurante no es tan barato. Si es por la comida, yerran: como veremos, aquí se come muy bien en un ambiente tranquilo y con una atención esmerada.

Empecemos señalando un fallo: no ponen mantel y las servilletas son de papel. Por lo demás, vajilla portuguesa Spal acorde con el ambiente, buena cristalería y cubertería elegante. Cambian platos y cubiertos con cada plato y suena música suave: acompaña sin molestar. Pedimos dos copas de vino blanco Versátil: afrutado, pero con toque seco, muy rico. Lo elabora la propia empresa en el complejo hotelero con lagar y bodega que tienen en Beja: 1.620 hectáreas de viñedo y olivar.

Nos ponen aceitunas, panes de algarrobo, del país y de semillas de amapola y un aperitivo de queso y tomate frescos con tomate seco tan suave que el paladar ni reacciona. Un cuenco con aceite del lagar de la empresa invita a mojar, aunque el aceite no tiene demasiada enjundia.

Compartimos una empanada de leitão (cochinillo) con espinacas y setas muy lograda y recién hecha. Masa de hojaldre, cremoso relleno de carne y guarnición elegante. Nada pastosa, nada pesada, delicada. Un plato de altura. La carta es muy corta. En los entrantes, además de quesos y embutidos, hay una apetitosa sopa de tomate con huevo de codorniz escalfado. En los platos principales, sopa y risotto de cazón, cachaço y bochechas de porco y un pulpo y un solomillo por los que optamos.

El silencio provoca una agradable sensación de bienestar, solo rota por la dulzura de Joana que, sin atosigar, pregunta con un hilo de voz si todo va bien. Llega a la mesa el pulpo asado a baja temperatura con aceite y ajo, patatas primor y grelos. Su blandura es la ideal y está bien condimentado. Además, la mezcla de la suavidad de las patatas con el amargor matizado de los grelos, una verdura que en España solo se come en Galicia, realza el plato y le da un toque original.

Tomamos después un soberbio lombo o solomillo de novillo con migas de tomate de nota. Generoso taco de solomillo en su punto de sabor y terneza. Acabamos con una especie de brownie (en la carta es bolo cigano o de gitano) de chocolate, almendra y dulce de huevo de extremo dulzor. Si vamos a Elvas buscando grandes filetes e hiperbólicos bacalaos con tres guarniciones, este no es el sitio. Si buscamos un restaurante tranquilo que siga la estela de los nuevos y recomendables restaurantes de hotel, hay que comer en el Vila Galé.