Croquetas con gusto junto al Helga en L'avenir

El encanto de su comedor (con una estudiada y acertada iluminación) no lo tiene la terraza que, sin embargo, con sus jardineras de hierro y una vegetación cuidada consiguen evadirte en una tórrida noche de julio en la que a medida que oscurece, el tráfico en la parte alta de Camino Llano se apacigua.

Vamos preparados para algo bueno porque sabemos de la sensibilidad de los dueños, que dirigen una galería artística bien situada en la plaza Marrón, epicentro de la vanguardia cacereña cuando en un futuro (esperemos que cercano) no desentone en la estética manzana del Helga.

Nos agradó la cena. Aperitivo de crema de queso y sardina para hacer más llevadera la espera del servicio, profesional pero lento. Primero, ensalada bien servida de bacalao, pomelo, naranja, nueces y una vinagreta con miel. Después, raviolis de calabacín con langostinos, que deben tomarse de un bocado y rápido para que no se enfríen.

Las croquetas nos resultaron especiales: de champiñones, con un sabor intenso, y de tinta de calamar con alioli de mostaza. Seguimos con unas hamburguesitas caseras de magret de pato, que probamos por los pelos. Hacen un número de unidades diarias y quedaban solo dos (éramos tres). Fuimos, por otra parte, pioneros en degustar su tarta de queso de torta del Casar que tampoco defraudó.

En vinos algo limitados, aunque salen al paso con los de la tierra, entre ellos, un verdejo de Ruiz Torres. Nos entusiasmaron con un Rioja de maceración carbónica cuya añada, 2018, notamos ya evolucionada. Limando algún detalle, el sitio es recomendable para compartir en pareja o con amigos, a un precio asequible.

Un punto sobre el que debatimos fueron los 0'70 € por tapa que cobran en terraza. Mejor un precio único, ¿quizás 3 euros?, no lo sé... En cualquier caso, disfrutamos de la velada. Sin duda, volveremos.