Malahierba, un restaurante boutique en el centro de Badajoz

Malahierba está ubicado en pleno centro histórico, en la calle San Juan, en un pequeño local que se encuentra decorado con muy buen gusto y en el que se aprecia la importancia que le han dado a los detalles. Disponen también de terraza.

Tienen una interesante carta, algo ecléctica —hay desde influencias europeas y regionales españolas, como el solomillo con mantequilla 'café de París' o el lomo de bacalao vasco, pasando por orientales, como el sashimi de lubina, hasta latinas con un pulpo al estilo yucateco— pero con coherencia y sin llegar a caer en el caos. Este equilibrio lo consiguen, entre otras cosas, gracias a que el número de platos que ofrecen no es elevado y a que los ingredientes principales son perfectamente reconocibles. Esto les permite decidir para cada producto principal qué elaboración es la más adecuada. Hay también que destacar el cuidadoso emplatado, sin artificios innecesarios, y la elección de la vajilla.

Interesante la no muy larga carta de vinos en la que hay referencias pertenecientes a DO españolas e internacionales. Otro detalle que demuestra el cuidado que se tiene por los detalles en esta casa es la oferta, por copas, de vinos de Jerez, en concreto de algunos de los reservas especiales de la bodega Romate. Para mí, por el tipo de platos y la versatilidad de estos vinos, es la mejor opción. Quizás echo en falta algún espumoso, que es un tipo de vino que también maridaría perfectamente con todos los de la carta.

El servicio es muy amable. Me gustaría, sin embargo, que explicasen algunos de los platos al servirlos: cuáles son los ingredientes principales y su procedencia, si se ha utilizado alguna técnica de cocina especial… Creo que cualquier aficionado a la gastronomía aprecia estos detalles.

Entre los platos, cabe destacar una coca de anchoas con tomate semiseco y crema de ajo negro. Muy rica la combinación de sabores, donde la acidez del tomate y el dulzor del ajo negro suavizan la salazón de una fantástica anchoa. También, de aperitivo, comimos unas patatas bravas, fritas de forma acertada con su piel, crujientes por fuera y cremosas por dentro, y acompañadas de salsa brava —picante, como debe ser— y una suave mayonesa.

También disfruté mucho con unos puerros asados con vinagreta de avellanas y queso cottage. Un buen puerro asado en su propio jugo es de las cosas más gustosas que se pueden comer. Suelen ser el acompañante del plato, sin embargo, aquí toman carta protagonista en un delicado y precioso plato. Como nota al margen, me pregunto qué tal quedaría un queso nazurón de la Serena en vez del cottage.

Rico el sashimi de lubina, presentado en el plato como una flor, ligeramente sopleteado y separando las capas de pescado con finas lonchas de nabo encurtido, que aportaba sabor y textura al conjunto.

Volviendo a los platos de influencia europea, un solomillo ibérico sous vide con mantequilla café de París y cebollitas glaseadas. El solomillo me hubiese gustado algo menos hecho. No sé bien qué mejoras cualitativas aporta el vacío en la cocción de estos cortes blandos, más allá de la entendible mejora que supone para la gestión de la cocina. En cualquier caso, rico y goloso plato.

Como postre, un apetitoso tiramisú acompañado de una gelatina de Amaretto que me sorprendió y me gustó mucho, tanto por sabor como textura.

Creo que esta crónica solo puede terminar de una manera: vayan a Malahierba, sin duda disfrutarán de todos los encantos que ofrecen en este restaurante boutique. ¡Ah!, y después de comer suban a la Plaza Alta y a los Jardines de la Galera y a la Alcazaba, y paseen y disfruten también de los encantos de nuestra ciudad. Creo que no puede haber un mejor plan.

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