La Maltraviesa: «Un lugar para disfrutar de la cocina hecha con mimo y pasión»

A La Maltraviesa hay que ir sin prisas. A disfrutar de una cocina que en cuanto lees la carta percibes que detrás hay mimo, delicadeza y pasión, la de quienes disfrutan de su profesión. Aunque no es el mejor rincón de Cáceres, contábamos semanas atrás que la oferta gastronómica ha dado vidilla a la plaza de Bruselas.

Sus propietarios han elegido con tino mobiliario funcional y dado un par de retoques personales a un local ya decorado en su día con gusto exquisito (como el de su actual comida) por la interiorista Estefanía Carrero e ideado por el empresario Felipe Vela para repetir su mítico Drink Pub. Baldosas hidráulicas, espejos envejecidos, apliques dorados y una impresionante barra forrada en latón mate reciben al comensal en un espacio con dos grandes ventanales.

La carta tiene variedad, con entrantes, pescados, mariscos y carnes. Su precio está ajustado. El rodaballo es el plato más caro (15,5). En los vinos igual, buen equilibrio por copa y botella, con blancos de varias uvas sin renunciar a extremeños exitosos, como Árabe o Habla de Ti, tintos de renombre, espumosos y generosos, que no debieran faltar en ningún restaurante que se precie.

Ofrecen aperitivo y sugieren fuera de carta ostras, zamburiñas o burrata con sardina ahumada.

Pedimos algo difícil de encontrar por estas tierras, un carpaccio de gamba blanca de Huelva al ajillo, con una sutil mayonesa de vino fino. De diez. Por 2,20 euros se pueden probar auténticas tortillitas de camarones. Con su crujiente (sin nada que envidiar a las del Pepín de Isla Cristina) y sin exceso de masa.

No salimos del mar (hay ganas de playa) y rematamos con un sublime arroz negro de sepia. Raciones cundidas para una persona de buen comer, con la cantidad justa para compartir y degustar más propuestas. ¡Ah! Pan de verdad y servicio eficiente (quizás muy rápido). Volveremos a probar sus helados artesanos.

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