![Shangri-La, el último vegetariano](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/09/03/EXTERIOR-krMB-U21069608494o0F-1200x840@Hoy.jpg)
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Don Poleo
Jueves, 7 de septiembre 2023
La pasada semana estuvimos en un restaurante muy carnívoro y esta semana toca cambiar de tercio, así que buscamos un restaurante vegetariano, tarea ardua en Extremadura, una región donde casi todos los restaurantes veganos y vegetarianos que han abierto, han acabado cerrando. Solo resiste uno, en Mérida, se llama Shangri-La, se encuentra en una calle estratégica, que comunica el Teatro Romano con el Templo de Diana, y nada más entrar en él, comprobamos que goza de buena salud: está lleno y en sus varios salones, decorados de manera alegre e informal, con motivos raciales, culturales, orientales, etcétera, reina un ambiente relajado, divertido y satisfecho. Se ven incluso clientes de edad que comen aquí asiduamente y el servicio, dinámico, eficaz, didáctico, desenfadado y rápido, contribuye al buen ambiente.
¿Pero cuál es la razón por la que este restaurante emeritense es el único vegetariano que resiste en Extremadura? Dispuestos a comprobarlo, nos sentamos en una mesa amplia de madera. Suena agradable música de piano, la vajilla es informal de Ánfora, la cubertería (Comas) y la cristalería son adecuadas y los manteles individuales y las servilletas son de papel. Nos traen unos encurtidos para entretenernos y comprobamos que la carta de vinos es corta (21 referencias), pero la oferta por copas es amplia (cinco tintos y siete blancos). Por el contrario, la carta de té e infusiones es apabullante: 45 posibilidades y no están mal las de cervezas (12) ni la de café (11).
El pan es de quinoa, bueno, distinto, bien seleccionado… Y un detalle interesante y muy práctico: de casi todos los platos se pueden pedir medias raciones, pero ¡atención!, son unas medias raciones grandes, tanto que el maître aconseja rebajar los pedidos, así que seleccionamos cuatro medias, una ración completa y dos tartas y quedaremos absolutamente saciados.
En la carta, varios tipos de ensalada, nachos, quesadillas, canelones, crepes, burritos, croquetas, lasaña, champiñones rellenos, quesos, fideos de arroz y todo, naturalmente, con verduras: berenjenas, patatas, tomate, cebolla, brotes verdes, judías, aguacate, pimientos, pisto, zanahorias sin faltar los frutos secos, las setas ni el seitán. Fuera de carta, siempre tienen platos interesantes como un original salmorejo, gyozas o ensaladas diferentes a las fijas.
Empezamos con media ensalada Tina en la que se mezclan brotes verdes, fresas, piña, manzana, pipas peladas, queso havarti y vinagreta de fresas. Es una sinfonía de frescor y contrastes muy agradable y equilibrada. Seguimos con media ración de tabuleh, en la que el couscous se alegra con verduras, hierbabuena, quinoa y zumo de lima. Después de la sugerente ensalada, esta mezcla resulta aburrida y con menos matices. Pasamos a una media ración de croquetas (3) de champiñones con una salsa de zanahoria. Son originales y poco cremosas, una masa consistente, casi maciza, un toque picante y una cuestión de gustos: a la fotógrafa, ducha en experiencias vegetarianas, le parecieron perfectas y honradas y un servidor, más vulgar y omnívoro, recurrió a la comparación imposible: «No están como las de mi madre».
Estaban ricos y sorprendentes los burritos con judía roja rehogada con piña, pimiento, queso con guacamole y salsas sabrosas algo picantes, pero sin pasarse. Los contrastes entre los platos convencen y demuestran que es en la buena cocina vegetariana donde se consiguen los sabores más intensos, distintos y convincentes. Nos habían recomendado la moussaka y la pedimos: plato tan contundente como suave de sabor. Se come con gusto, aunque quizás le sobre patata y le falte berenjena.
Las tartas de Shangri-La tienen fama. Probamos la de cerveza negra, muy fina, elegante, con la justa dulzura, y la de zanahoria, menos emocionante, nada esponjosa. Un capuccino con canela de alta escuela, estilo terraza florentina, romana o veneciana, pero a precio de Mérida y un té purificador con hielo muy bien servido completaron una comida agradable, llena de contrastes y sabores, muy entretenida y clarificadora: demuestra por qué Shangri-La es un restaurante resistente, un vegetariano convincente que merece la pena.
Dirección Calle Sagasta, 21
Localidad Mérida
Horario Lunes y martes cerrado. Miércoles a domingo 13-16 y 20-24
Teléfono 636 752 837
Terraza No
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