En El Corral del Rey se comen platos básicos basados en un producto de alta calidad

El Corral del Rey sorprende al comensal cuando entra en su gran salón para 200 comensales en el que no fallan la comida, el servicio ni el ritmo de la comanda. Basado en una carta sencilla de 40 platos, sus bandejas de queso de medio metro, sus croquetones y sus platos de chocos o de gambas al ajillo con patatera son un prólogo perfecto para unas carnes sobresalientes, entre las que destaca el solomillo a la piedra con su sabrosa guarnición o unos chuletones que parecen «bandurrias», según detalló Don Poleo en su crítica.

En la carta de vinos, 33 referencias y unos precios tan ajustados que, en algunos casos, mantienen casi el del supermercado. Aunque triunfen las carnes, no desmerecen los pescados con el cogote de merluza, el bacalao y la corvina como estrellas. Magnífico pan candeal, un servicio cercano, amable y sin complicaciones y unas mesas cómodas, en un espacio amplio y sin agobios, culminan la gracia del conjunto.