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Maná

El restaurante Maná está enclavado en la animada plaza cacereña de las Claras, un lugar de ambiente joven y agradable. Desde allí se accede a la parte antigua. El local es bonito, tiene mucha luz y contará con una terraza muy chic bajo las palmeras y las celosías del convento de clausura de las clarisas. Lee aquí la crítica de Don Poleo.

Maná parte de una filosofía que queda clara desde que accedes al local: desenfado sin descuidar la profesionalidad, diversión sin que falle la calidad. Pan de primera con nueces y oferta culinaria que a veces hay que explicar como esos dumplings de txangurro con salsa chili crab y mayonesa de yuzu y menta que son una de las estrellas de la carta junto con los tacos de papada, la hamburguesa doble smash, el pulpo, las croquetas o el steak tartar. Aunque el plato más entretenido y sorprendente es el molcajete de guacamole con totopos, que no es otra cosa que un prepárese usted mismo un guacamole con aguacate, tomate, lima, cilantro y cebolla roja en un mortero mejicano de lava volcánica con forma de cerdito y cómaselo con nachos de maíz hechos en el propio restaurante.

En Maná, la carta de bebidas ofrece una decena de cervezas artesanas con especial atención a las extremeñas (Ballut, Belona, Turgalium, etcétera), magnífica selección de cócteles y combinados y 57 referencias de 18 orígenes en el apartado de vinos, con buena selección de blancos, acierto y diferencia en los tintos extremeños, media docena de riojas y riberas inesperados y siete vinos por copas, superando así la rutinaria opción de semidulce y verdejo. En cuanto a los postres, deliciosa tarta de queso, original torrija y tiramisú sorprendentemente presentado en el interior de una cafetera del tipo Magefesa.

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