Borrar
Así hemos narrado la manita del Barça al Valencia
Mojar es un placer

Mojar es un placer

Los extremeños empapamos el pan en lo que sea

Martes, 10 de julio 2018, 17:57

En alguna ocasión les he hablado de Paul Richardson, un periodista y escritor británico que ha encontrado su lugar en el mundo en un bosque cercano a Hoyos. Allí escribió un libro muy divertido llamado 'Cenar a las tantas'. Además de manifestar su extrañeza por esa costumbre hispana de cenar muy tarde, narra algunas peripecias. Por ejemplo, un viaje en un tren nocturno de París a Madrid en 1982. En el departamento de su vagón viajaba una familia española, que compartió con él una cena a base de chuletas de cordero frías, bocadillos de tortilla, jamón serrano y gazpacho servido en vasos de plástico. Aunque lo que más le sorprendió fue desayunar con ellos café con leche de termo y galletas María.

«Me llamó la atención la unción con la que toda la familia mojaba sus galletas en el café, alzando la taza para acortar el trayecto de cada galleta empapada en café hasta la boca», escribe Richardson para explicar después que aquel desayuno ferroviario fue su primer contacto con la «acusada tendencia española a utilizar lo sólido como vehículo de lo líquido: las salsas son rebañadas de forma automática con pan, los bizcochos se 'emborrachan' con vino dulce y el chocolate deshecho se utiliza para mojar largos y crujientes churros aceitosos».

He recordado esta mañana la conversación que mantuve con Paul Richardson sobre este hábito español de mojarlo todo. Estaba yo en una terraza de la parte antigua cacereña empapando una magdalena en un café con leche y un matrimonio alemán no me quitaba ojo. Efectivamente, para evitar mancharme, empapaba la magdalena y luego acercaba mi boca para impedir que una gota furtiva manchara mi polo blanco.

En España, se unta y se moja mucho, pero creo que en Extremadura esa costumbre llega casi hasta el paroxismo. Hagan la prueba de pedir unas migas en un bar con turistas, llenen de ellas su cuchara, introdúzcanla en la taza de café, cómanse esa deliciosa mezcla empapada y observarán que los turistas no se pierden ni uno de sus movimientos, que el asombro los posee y que no pestañean esperando su siguiente cucharada de migas.

Hace días, pedí un salmorejo ante una japonesa. Nada más traerme el cuenco, cogí mi bollo de pan, lo troceé y me preparé una selección de barquitos, que enseguida sumergí en el salmorejo y engullí con delectación. La señora japonesa, una eminencia en Kabuki, Kamigata-Mai, Chado, Haiku y otras artes orientales, sucumbió inmediatamente al placer español de mojarlo todo: barquitos de pan en el salmorejo, migas esponjosas en la salsa de las albóndigas, curruscos de pan frito en el puré y en el consomé...

Servidor lo moja todo, aunque no he conseguido lograr el colmo del uso de lo sólido como vehículo de lo líquido, que para mí es esa capacidad que se tiene en Badajoz para meter en una taza de café una tostada con paté. A eso no he llegado, pero no desisto de lograrlo. Cuando he convivido con pacenses y los he visto pedirse una tostada entera y una lata de fuagrás del de toda la vida, el Apis o el La Piara, untar la crema de cerdo en el pan e introducirla con devoción en el café con leche, he pensado que en ese instante y en esa ceremonia se estaba sustanciando la esencia de la gastronomía popular extremeña: el mojar.

A ustedes y a un servidor, nos parece todo esto lo más normal del mundo, pero para algunos extranjeros, que desayunan en el hotel a nuestro lado sus huevos revueltos con judías y bacon, la costumbre de mojar les parece de un exotismo tan extremo como zamparse hormigas en Tailandia o beber licor de lagarto en China.

Además, no tenemos ningún reparo en adaptar las nuevas cocinas a nuestro hábito: mojamos pan en el humus, en la sopa miso, en el guacamole... Mi abuelo Pedro lo mojaba en el vino y yo lo mojo en la cerveza; uno de mis hermanos desayuna un cemento hecho a base de perrunillas empapadas en leche y todos, en fin, mojamos cuanto podemos por costumbre y por placer.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Mojar es un placer