Borrar

Se ha convertido en un ritual ineludible en los restaurantes. El camarero trae un plato a la mesa, desenfundamos el móvil y nos lanzamos a retratarlo antes de darle el primer bocado. Hasta que todos y cada uno de los comensales no se muestran satisfechos ... con la imagen obtenida, nadie osa destruir la composición para servirse. No importa que la comida pierda temperatura, que la presentación se desmorone o que el ritmo del servicio se ralentice, sin foto no se puede empezar a comer.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Comer con los ojos