Baba de camelo y sangonçalinhos

Dulces portugueses. Los postres del país vecino tienen nombres y formas increíbles

Viernes, 30 de abril 2021, 16:18

Algunos postres y dulces portugueses llaman la atención por su nombre o por su formas. Ahí está, por ejemplo, esa porción de merengue y yema llamada 'molotov', como si en vez de una 'sobremesa' fuera una bomba dulcísima, o las 'barrigas de freira', o sea, las barrigas de monja, un dulce de huevos aromatizado con cítricos que es tan dulce como contundente. Otro dulce de convento son los 'papos de anjo' (papos de ángel). En Cáceres, las monjas de clausura, prudentes y comedidas, no quieren problemas con los ángeles y llaman cidra al cabello de ángel.

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Entre los postres más dulces de Portugal, está la 'serradura' a base de nata y galleta tostada y rallada (con elle, que más de una vez se me ha escapado la y griega para referirme al pan rallado, ¡perdón!). Y entre los más delicados, la 'sericaia con ameixa' de Elvas, esa ciruela en almíbar que combina perfectamente con la textura suave del bizcocho.

Aunque de todos los postres portugueses de nombre llamativo, el que más sorprende por su denominación son las 'babas de camelo'. ¿Cómo se puede llamar un postre de esa manera: babas de camello? Espanta más que atrapa. Sin embargo, a quienes les complace el dulce, las babas les encantan. También se pide mucho en los restaurantes por el pitorreo y la curiosidad de quienes no lo conocen.

Su inventora, hace unos 70 años, fue un ama de casa lisboeta llamada Valentina, que tuvo que preparar un postre deprisa y corriendo, mezcló las cuatro cosas que tenía en casa y salió esta crema tostada de la que nadie sabe bien cómo llegó a tener ese nombre. Suena a lo sucedido en el palacio ducal de Vilaviçosa, cuando la duquesa tuvo que preparar un banquete y no tenía almejas para todos ni carne de cerdo para todos, así que mezcló un producto con el otro, nadie se quedó sin comer y se inventó el 'porco' a la alentejana, un nombre razonable, ¿pero babas de camelo?

En Brasil, hay unas 'babas de moça', pero son un dulce conventual parecido a los 'ovos moles' de Aveiro con el añadido brasileiro de la leche de coco. Llamar 'babas de camelo' a un postre es algo insólito y rebuscado, aunque podría tener que ver con la creencia de que una piedra semipreciosa y cristalina llamada rosa del desierto sería producida por la orina de los camellos y su posterior petrificación a lo largo de siglos. ¿Asimiló Valentina la orina preciosa a la baba dulcísima?

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La leyenda dice que esta señora, como no pudo hacer postre para todos, al servirlo dijo que eran babas de camello por ver si algún comensal lo rechazaba y sobraba, pero gustó tanto que hoy es un postre nacional a base de una lata de leche condensada, seis huevos y 50 gramos de almendras. Hay que cocer la lata de leche cerrada en una olla a presión con agua durante 40 minutos. Hay que batir las seis yemas de huevo con la leche cocida ya fría. Después batimos las claras a punto de nieve y las mezclamos con el preparado anterior, espolvoreamos con almendra molida, dos horas de frigorífico y ya tenemos las 'babas de camelo' listas. Se pueden meten las babas en el congelador y comerlas como si fuera un helado.

Para rematar este recorrido por la dulcería portuguesa bizarra e irreverente, nos detendremos en los 'sangonçalinhos' o 'quilhõezinhos' (testículos) de São Gonzalo, unos bollos de trigo que venden en la feria que se celebra en honor de este santo en Amarante, que cuestan según el tamaño y tienen poderes mágicos. El 'sangonçalinho' de la foto me asombró en el escaparate de la pastelería Moinho del centro histórico de Amarante, pero no tengo la receta, me dio vergüenza pedirla.

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