Borrar
La España sucia

La España sucia

No seremos un país civilizado si tenemos bares malolientes

Sábado, 28 de septiembre 2019, 14:17

La España sucia no se extiende por páramos perdidos, sierras despobladas ni fronteras apartadas. La España sucia está por doquier, te la puedes encontrar en cualquier viaje y en cualquier carretera, da lo mismo una autovía flamante que una vieja nacional abandonada y sin tráfico.

La España sucia es visible, sobre todo, en verano, cuando vamos de emocionante excursión familiar a la playa o a la montaña y nos detenemos a descansar un momento y, de paso, comer algo y entrar en el cuarto de baño. Es en ese momento, tras 200 kilómetros de coche y las pantallas sabelotodo del vehículo avisando de que debemos parar a descansar, cuando el veraneo empieza de la peor manera posible.

Así que pides un café solo para despejarte en ese bar de carretera que se llama El Ibérico, El Oasis o La Parada, nombres extendidos a lo largo y ancho de la red de carreteras españolas, y nadie te hace caso porque resulta que, aunque el local está hasta arriba, como en los mejores tiempos precrisis, el jefe ha aprendido en estos años que, además de tener el suelo lleno de basura (servilletas, palillos, pipos de aceituna, cáscaras de chochos, cachos de panceta, sobres de azúcar), también existen los contratos basura así que tiene malpagadas a dos camareras no profesionales, a las que cambia cada tres meses, que, las pobres, se ven incapaces de atender el alud de peticiones: media de tortilla, dos catalanas, un café solo largo, otro exprés, otro con hielo y limón, uno más con leche ardiendo corto de café, otro, también con leche, pero fría y largo de café y un churro, tres magdalenas y un carajillo.

Imposible para un novato atender a tanta petición a la vez y aquello es un lío y las comandas no llegan, y al jefe no se le pasa por la cabeza ni de broma contratar a un par de profesionales y tener cuatro, como sucedía en 2008. En fin, que has de aguardar seis minutos hasta que te toca y lo que te toca es un brebaje que sabe a algo amargo que nada tiene que ver con el café, una pócima torrefacta imbebible que te despeja, sí, pero a cambio de dejarte el estómago levantado y malherido.

Bebes aquello como si tomaras una purga y te vas al baño, pero lo que te espera es una experiencia nuseabunda. En la taza del wáter, líquidos amarillos, pegotes que no debo describir, colillas, papeles... En el suelo, un barrillo grimoso; la puerta del retrete no se cierra; el jabón se acabó el verano anterior y en las paredes se distinguen unos rollos de madera que un buen día tuvieron papel higiénico, pero ya ni se acuerdan.

En una esquina, reposa una escobilla que podría utilizarse como arma bacteriológica y si no te mata, bastaría con obligarte a permanecer 20 minutos en ese cubículo para morir de asfixia, de asco o de ambas cosas a la vez.

Puede ser que el baño de mujeres esté un poco mejor y tenga papel, pero en la mayoría de los casos, ves a señoras prevenidas con paquetes de pañuelitos que usarán como funda antiséptica de la tapa del wáter si es que tal lujo existe. Podría completarse el panorama con las cisternas que no funcionan, las puertas rotas, los espejos sin azogue...

España no será un país definitivamente civilizado y con buena imagen hasta que no desterremos esas letrinas de bares de carretera en las que hay que entrar conteniendo la respiración, procurando no mirar y deprisa, deprisa.

¿Por qué existen aún tantos bares de carretera asquerosos en la España sucia? Frente a ellos, uno encuentra áreas de servicio y cafeterías de arcén donde da gusto detenerse y donde coinciden todas las virtudes: amabilidad, eficiencia, calidad del producto, limpieza y hasta buen olor en los baños, que están dotados de todos los servicios, se friegan cada media hora e incluso se precisa el nombre de la persona responsable de que aquello huela a pino. Esos bares están llenos, lo malo es que los otros, también. Igual va siendo hora de vetar la guarrería y acabar así con la España sucia.

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy La España sucia