Hace 69 años, Vidal Arias Rodríguez inventó el polo con pipo y revolucionó la historia de la heladería cacereña. La gracia de aquel sorbete de limón con palo es que era tan artesano y tan puro que se hacía con zumo de limones recién exprimidos de verdad, tan de verdad que lo normal es que entre lametón y lametón te encontraras un pipo.
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Aunque la verdadera gracia de aquel invento es que se elabora en 2020 igual que se hacía en 1951, así que los cacereños mayores podemos bajar hasta la Plaza Mayor, entrar en la pastelería Isa y, por un euro, rememorar la infancia a base de lametones. Y si tenemos suerte y encontramos un pipo, entonces nos derretiremos de nostalgia como si fuéramos parte de uno de los polos que inventó Vidal y sigue despachando su hija Isabel.
Don Vidal, que en paz descanse, no descubrió la pólvora, sino la honradez, es decir, empezó a fabricar polos con la simplicidad y la autenticidad de escoger buenos limones, exprimirlos bien, añadirles agua y azúcar, meter el líquido en moldes, congelarlos y esperar a que la limonada se helara y saliera el polo con su palo y su pipo.
A veces, se asoman por la puerta de la pastelería Isa, situada en los soportales de la Plaza Mayor de Cáceres, los representantes de esencias cítricas, pero allí no tienen nada que hacer porque estos polos llevan pipos, pero no llevan artificios. Esa misma tradición artesana y natural está detrás de los pasteles de la casa, algunos de ellos con historia cinematográfica, mientras que otros tienen la bendita gracia de ser símbolo de natalicio.
Nos referimos a las bambas de crema, exquisito pastel que hacía las delicias del director de cine Pedro Almodóvar. Cuando estudió interno en el colegio franciscano San Antonio se acercaba los domingos a por su bamba.
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El otro pastel de referencia es el mojicón, que desde hace años es el regalo tradicional que se hace a las madres que acaban de dar a luz: media docena de mojicones de Isa es el presente que en Cáceres simboliza los mejores deseos para el bebé y la mamá.
Pero lo que de verdad agita los recuerdos y refresca la nostalgia es el polo con pipo. En el congelador de la pastelería caben 1.500 unidades, pero ha habido fechas señaladas en las que se agotaron las existencias en lo que tardas en acabar con un polo a lengüetazos.
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El récord de ventas fulminantes de polos de limón se batió cuando llegó a la Plaza Mayor la Vuelta Ciclista con Induráin y al día siguiente, se grabó en el mismo lugar el programa 'El juego de la oca' con Emilio Aragón. Esos dos días, entre las seis y media y las siete de la tarde, se agotaron los 1.500 polos del congelador.
El polo con pipo de Isa es también un emblema tan womero como en tiempos lo fueron las croquetas gigantes de Felisa. Perroflautas y yayoflautas hoy, hippies y 'pelúos' (auténticos y postizos) ayer, el hielo limonero con pipo ha sido siempre una de las mejores maneras de refrescarse cuando el Womad viene caluroso. Antes del Womad, el dragón de San Jorge; después del Womad, la bajada de la Virgen... Los polos con pipo refrescan lo mismo a los devotos de la patrona que a los moros y cristianos de la cabalgata que festejan al santo patrón y a su saurio feroz.
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En estos días de calores sin misericordia y turistas buscando la sombra, los polos de limón inventados por Vidal Arias se convierten en el mejor refresco. En Francia, la magdalena es la infancia. En España, la galleta María evoca a las abuelas. En Cáceres, nos basta chupar un polo con pipo para volver a ser un niño.
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