Otra manera de comer

Castelo de Vide, a un paso de la frontera de Valencia de Alcántara, se está convirtiendo en el pueblo más 'chic' de la Raya. Además de las casas de comida de toda la vida, se ven ya establecimientos delicados y especializados. Tras la plaza principal, camino del castillo, 'Toca de Chocolate' es una singular chocolatería donde te sirven con esmero tazas de cacao puro con leche y otras golosinas.

A la entrada de esa plaza, 'Sabores da Terra', un bar-tienda de los llamados con encanto, ofrece productos alentejanos de calidad en una terraza muy entretenida. Al lado, en 'Sol Nascente', aunque el decorado siga siendo castizo, la oferta de pasteles es de las más variadas de la frontera. Y al final de la plaza, una tahona especializada y muy bien montada ofrece exquisitos bollos, molletes y hogazas de la zona, incluidos los famosos panes de Porto da Espada.

Otra cosa son los precios. No es normal que los pasteles de nata estén a 1 euro en el Sol Nascente de Castelo de Vide y a 0.60 en Cáceres. Como no tiene lógica que en el Café Central de la plaza de Castelo te soplen 6.50 euros por una lata de Coca Cola, una caña y una cerveza sin alcohol. Esos precios, ni en Lisboa. Es lo que tienen los pueblos 'pijos' de frontera.

A pesar de estos dislates, que pueden acabar con el encanto turístico de este pueblecito bello y animado de 3.000 habitantes, buscando con tiento, se pueden encontrar locales donde la relación calidad precio merece la pena. Son restaurantes honrados donde da gusto comer, caso de uno que abrió hace dos años y que aún no habíamos visitado. Se llama 'A Confraria' y está en el 10 de la Rua Santa Maria de Baixo, una de las que conducen desde la plaza al castillo.

Su propietario es Luis Rosa Ramalho y ha conseguido convertir 'A Confraria' en un lugar donde se come de otra manera. Olvídense de las clásicas casas de comida portuguesas. Este lugar es elegante e informal, divertido y funcional, cómodo y bonito. A la entrada, se ofertan en un espacio-tienda diversos productos de la tierra: licores, pastas, galletas, uvas pasas con chocolate, licores de castaña, aceites, quesos y vinos.

En unas pizarras, se presentan los platos del día. Luis lo explica todo. Pero también él necesita saber, por ejemplo, si queremos aceite para untar el pan. Afirmativo, naturalmente. Y al instante llegan a la mesa unos estilizados cuencos conteniendo aceite de la Adega Mayor de Rui Nabeiro, el dueño de cafés Delta. Es un aceite muy sabroso con su punto de amargor y un suave picor final.

Luis nos recomienda probar la sopa de beldroegas con su huevo escalfado y sus patatas cocidas (en la zona sur del Alentejo, la hemos tomado con grandes trozos de queso de oveja flotando en el caldo). No sé qué son las beldroegas, pero como viajo con mi suegra, ella me informa enseguida de que en su pueblo, Aldea del Cano, se llaman regajos. Sopa para tres: 10,50 euros.

Los platos se anuncian con nombres típicos de Castelo de Vide: Fonte da Vila son los pies de cerdo con cilantro (8), El Porco Ibérico Mestre Jorge son diversos embutidos de calidad a 5 y 4 euros la ración. Montorinho es como se denomina en la pizarra la liebre con alubias (9) y la perdiz estofada (9). Además, hay bacalao 'á Braz' (8), que no es igual que el dorado, pero se le parece mucho.

Manda mi suegra, así que, tras la sopa, riquísima, pedimos bacalao y perdiz. El bacalao es de los de buena nota: importantes trozos de pescado, patatas crujientes en su punto, huevo jugoso, grandes aceitunas negras y nada salado, en todo caso, cosa rara en Portugal, pide sal. La perdiz recordaba al modo de Alcántara, muy bien guisada, la verdad, con patatas panadera acompañando.

Los postres, entre 3 y 4 euros, los clásicos: sericaia, miel y nueces, dulces regionales. Buena carta de vinos, marco agradable y mucha honradez. Así es como se consigue que Castelo de Vide siga siendo uno de los lugares con más encanto de la Raya.