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José y María fueron pioneros en traer a la ciudad algunos productos –como la cecina de León– cuando los proveedores no iban a los restaurantes. PAKOPÍ
Restaurante Venus: 37 años de historia y un nuevo comienzo

Restaurante Venus: 37 años de historia y un nuevo comienzo

Toda una vida han pasado José Jaramillo y María Casas entre las cuatro paredes de una de las marisquerías más reconocidas de Badajoz. Ahora se despiden, pero dejan al mando a una persona especial que también lleva el negocio en la sangre

Jueves, 30 de mayo 2024

La marisquería Venus fue la segunda crítica que publicó En Salsa. Vio la luz el 1 de abril de 2021 y la firmaba nuestro querido experto Turófilo, que ayudó a caminar a esta sección dedicada a la gastronomía extremeña.En contraposición, este establecimiento pacense ya llevaba mucho recorrido transitado. Lo abrieron José Jaramillo Raúl y María Casas Vázquez en 1987. Y 37 años después, tras una vida de entrega y sacrificio, el pasado 28 de marzo dieron su último servicio.

Huelga visitar el pasado para comprender la relevancia de estas letras. En un sector en el que cuesta encontrar profesionales comprometidos, en el que la quinta gama se expande como las setas o en el que es cada vez más complicado degustar platos tradicionales, que un negocio familiar como el Venus sobreviva es casi un milagro. Porque el éxito es efímero si no hay unos cimientos fuertes de trabajo y esfuerzo detrás. En este caso, José y María se han dejado el cuerpo y el alma, por eso a día de hoy aún se emocionan cuando recuerdan que los inicios no fueron fáciles.

José comenzó en lo más bajo de la hostelería con quince años. Pasó por el bar Colón, luego por el Dardy's y se lanzó a emprender en el mundo nocturno con el mítico pub Carmen, en la calle La Bomba. Pero, con dos hijas y su mujer embarazada del tercero, quería algo más tranquilo. Vio un local en la calle Fuerte que estaba en bruto, pero al matrimonio les gustó, así que lo alquilaron y ahí arrancó la historia del bar Venus. La que eligió el nombre fue María. Ella, por su parte, con tan solo 27 años, madre de dos niñas pequeñas y en estado de buena esperanza, se metió en los fogones sin tener más idea que lo que había visto en su casa (sus padres habían tenido un bar) y su buena mano en la cocina. Pero la inquietud por sacar a su familia adelante fue un motor poderoso. Además, compraron el local y tenían un crédito de tres millones de pesetas al 18% de interés que pagar, así que no quedaba otra que trabajar duro. Y aun así, nunca pensaron en tirar la toalla.

Comenzaron ofreciendo las recetas tradicionales que María dominaba: cuchareo, callos de ternera, mollejas, croquetas, mondonga, carne con tomate, mejillones tigre... Pero a los dos años, José conoció a un proveedor de Huelva y comenzó a ir semanalmente a por la materia prima a la subasta. Lo ha estado haciendo hasta el día en que se ha jubilado, con 69 años. «He esperado a que ella cumpliera los 65», cuenta.

De manera progresiva fueron apareciendo sobre la barra nécoras, berberechos, cigalas... Y el Venus se convirtió en una marisquería de nivel que aportaba a la ciudad productos que nunca antes se habían visto por estos lares, como la sardina ahumada o la cecina de León.

«Todo esto surgía de nuestras vacaciones: visitábamos fábricas, ciudades, lonjas, probábamos cosas... También hemos aprendido de escuchar a nuestra clientela. Por ejemplo, un hombre que había viajado mucho nos aconsejó que las nécoras era mejor servirlas templaditas y así, poco a poco, fuimos alzando el vuelo», recuerda José, mientras que María rememora unas vacaciones en Menorca: «probamos la caldereta de langosta, me encantó y dije que eso tenía que hacerlo yo». Así, autodidacta y sin miedo a los retos, se fue convirtiendo en la gran cocinera que ahora es.

«Siempre digo que el 99% del éxito del negocio es suyo porque yo es cierto que siempre he comprado el mejor producto que había, pero ella lo mejoraba», apostilla José a la vez que María niega con la cabeza. «Antes no era tan fácil como ahora, pues no había Internet. Yo miraba en algunos libros de cocina que tenía, pero me costaba muchísimas pruebas», detalla. «Algunas veces la gente me ha pedido que saliera y yo soy muy vergonzosa, pero bueno, salía y hasta me aplaudían», asegura.

Ahora, tras años en los que se han perdido fiestas, cumpleaños, eventos del colegio de sus cuatro hijos, esperan disfrutar de sus nietos y viajar un poco, ya que se encuentran bien físicamente. Un merecido descanso tras la inmensa satisfacción de que «el Venus tiene un nombre. Ha costado, ya que no es una calle por la que pases habitualmente, pero creemos que se ha convertido en un sitio de referencia». Dan fe de su buen hacer sus platos más emblemáticos: las chuletitas de cordero, la mejorada caldereta de langosta, su impoluta ración de gamba blanca de Huelva o platos sencillos que llevan desde los inicios, como unas mollejas de pollo en salsa.

Marcial, una pieza fundamental

Todas las recetas y contactos de José han pasado a manos de Marcial Rey Álvarez. Los asiduos a este restaurante ya lo conocen pues, además de ser uno de los camareros más campechanos de Badajoz, lleva en el Venus casi tantos años como sus ya expropietarios.

Marcial estaba estudiando para ser mecánico, pero su padre falleció con 33 años y, al ser el mayor de seis hermanos, tuvo que ponerse a trabajar. Tras dos entrevistas fallidas, a la tercera conquistó el corazón de José, que empatizó con él y comenzó a trabajar en el Venus al poco tiempo de su apertura, cuando solo era un adolescente.

José recuerda que cuando María llegó y lo vio le preguntó que qué hacía «ese niño» en el bar porque, además de joven, era muy bajito.Pero eso para Marcial nunca fue un impedimento. Tenía tanta ilusión por aprender que se subía a las cajas de cerveza detrás de la barra y practicaba en su casa cómo tirar las cañas, pero con agua del grifo. Con el tiempo fue creciendo física y profesionalmente. Hasta convertirse en una pieza fundamental.

Marcial Rey se queda con las riendas de la marisquería Venus.

Por eso, José y María han querido que él se quedase con el negocio, a pesar de tener varias ofertas de traspaso. «Como mis hijos (dos de ellos son profesores de Cocina) no han querido, Marcial era la primera opción», confiesan. Él quiere seguir la misma línea que sus antecesores: buen producto y sabores tradicionales. En apenas quince días ha pasado de ser camarero y ayudante de cocina a empresario y el cocinero principal.Le faltan horas a su reloj, pero le sobra raza y ganas de trabajar. Así que, por suerte para los pacenses, queda Venus para rato...

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