![Senderos y fogones](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202104/30/media/cortadas/senderos-kCEI-U140228060993EqC-1968x1216@Hoy.jpg)
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Empieza julio y seguimos de viaje por Extremadura. Rutas de turismo interior que hoy nos acercan hasta la Raya: dos aldeas donde se come estupendamente en restaurantes singulares, familiares... Cruzamos Valencia de Alcántara y seguimos camino de Portugal por la N-521. A pocos kilómetros del casco urbano, un cruce a la izquierda nos indica la dirección de Aceña de la Borrega, seguimos esa carretera local y, tras cruzar arroyos, bosques de robles, chopos y pinos y prados verdes, llegamos a Aceña, una aldea con más plazas de turismo rural (100) que vecinos (70).
En medio de la alquería está 'An Ca Milio', un restaurante heredero de la tienda y taberna que abrieron en 1963 Mari y Emilio, donde además de comprar ultramarinos y droguería, se podía participar en unas rifas de conejos que se sorteaban durante la temporada de caza. El premio incluía, si lo deseaba el afortunado, que Mari guisara el conejo y así, entre rifas y cazuelas, el colmado acabó convirtiéndose en casa de comidas donde Mari preparaba platos caseros de cabrito, cerdo, ternera o pollo. La fama de su cocina se extendió y aquel lugar, donde se comía estupendamente rodeado de comestibles y productos de limpieza, se puso de moda.
Hace unos 20 años, el local fue reformado para convertirse en el bar y restaurante 'An Ca Milio' sin perder las esencias gastronómicas extremeñas y rayanas. Hoy lo llevan la hija de Mari, Toñi, y su marido, José Luis. Así que tras dar un paseo por los alrededores del pueblo, que en verano goza de una temperatura agradable y tiene la gracia de la sombra y de los bosques, nos sentamos a la mesa en un salón bien montado, con vajilla inglesa y entretenida colección de gaseosas decorando los rincones.
En 'An Ca Milio' se come muy bien y la carta es variada y tentadora: gazpacho campero, tortillas gigantes de patata, cebolla, pimiento y verduras o de bacalao. Sirven arroces para dos personas de liebre, de secreto o, por encargo, con conejo, gallo de campo, marisco, en paella y arroz con buche y coles. El bacalao de la casa llega a la mesa rebozado, frito, con mayonesa, pimiento y sofrito abundante. No falta el conejo guisado con patatas fritas ni el cabrito, el ciervo, el gallo de campo o la chanfaina.
Tras la comida, lo mejor es dar un paseo, pero cogeremos el coche para acercarnos a Jola a pasar la tarde. Volvemos por la carretera que vinimos y, al poco de salir de Aceña, cogemos a la izquierda una serpenteante carretera de montaña, bien asfaltada y señalizada, y en unos minutos llegamos a esta aldea situada en el último confín de Extremadura, pegada a Portugal: casas blancas, arquitectura tradicional rayana, Alentejo y Extremadura unidos por la cal blanca y la chimenea formidable. Silencio, rutas señalizadas para pasear por territorios transfronterizos y la terraza más tranquila, más bonita y más perdida de Extremadura, la del bar-restaurante Al-Joleo, abierto hace un par de años por unas chicas encantadoras de San Vicente de Alcántara.
La terraza: un porche de columnas moradas, sillas de colores y botellines de cerveza gallega o portuguesa a precios imbatibles.
Tras dedicar la tarde a recorrer senderos rayanos, podemos cenar en la terraza de Al-Joleo o en su comedor decorado con gracia a base de mandalas, cabezas de Nefertiti, fotos de bosques y platos de cerámica rústica. Suena música evocadora y en la carta destacan las arepas rellenas de queso, aguacate y tomate, la caldereta de cabrito, el bacalao, los huevos de corral con fariñeira, el pulpo, el churrasco... Gastronomía, paisaje y silencio en la frontera más antigua y desconocida.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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