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El sopicaldino que salvó a la ciudad de Cáceres

El sopicaldino que salvó a la ciudad de Cáceres

Dos siglos después, el restaurante del hotel Hospes Los Arenales ha vuelto a elaborar este plato, que convenció al mariscal Soult para que dejase a los cacereños en paz

Viernes, 16 de abril 2021, 19:54

Se dice coloquialmente cuando un caldo es muy sustancioso que tiene la virtud de resucitar a un muerto. En el año 1810 ocurrió un suceso en Cáceres en el que, por suerte, no llegó a fallecer nadie, pero sí se puede afirmar que un caldo salvó un par de vidas –las del corregidor Álvaro Gómez Becerra y la de Cayetano Golfín, marqués de Santa Marta y conde de Torre-Arias– y libró a la ciudad de la violencia de las tropas francesas.

Ocurrió en plena Guerra de la Independencia. El 21 de marzo, el mariscal Soult envió a la ciudad de Cáceres un escuadrón para exigir el pago de 600.000 reales. Si los cacereños no cumplían con esta petición, serían saqueados a la fuerza y el corregidor, fusilado. El panorama no pintaba bien, pero aun así, Gómez Becerra se negó, por lo que fue condenado a muerte. Cuando esta amenaza llegó a oídos de Pedro Cayetano Golfín y Colón, que descansaba en el Palacio de Arenales, su segunda residencia, como diríamos hoy en día, fue raudo a negociar con el mariscal Soult, poniendo incluso su vida en peligro.

Cayetano Golfín le renegó el pago de los 600.000 reales, pero le ofreció una vajilla de plata de su propiedad, valorada en dos millones de reales. Esto conmovió al mariscal, que perdonó la vida del corregidor y de los cacereños. Para celebrarlo, decidieron tomar una copa de vino y un sopicaldo. En pleno ágape, el mariscal preguntó si podía llevarle una de esas copas a Napoleón y evidentemente, el marqués aceptó.

211 años más tarde de este perdón histórico, ese sopicaldino se ha recuperado del recetario extremeño. Esta idea conmemorativa la ha tenido la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, propietaria del Palacio de Arenales, actualmente reconvertido en un hotel de cinco estrellas, del que tiene la licencia la cadena Hospes desde el año 2014.

El chef encargado de elaborarlo dos siglos después ha sido Jorge Galán Ortiz, jefe de cocina del restaurante del hotel. Este cacereño ha decidido darle un toque más contemporáneo al plato, añadiéndole habas tiernas y cardillos silvestres. El resultado, el sopicaldino que salvó a Cáceres, ha sido ofrecido a los clientes como aperitivo desde el 19 hasta el 26 de marzo. «Ha gustado tanto que seguramente lo repitamos cada año», indica Jorge, que nos ha facilitado la receta del caldo salvador para la página web de En Salsa.

Nada de bufé libre

El hotel Hospes Los Arenales intenta desmentir el mito de que en los hoteles se come mal. Lo hace a base de calidad y materias primas excelsas. Además, huye del bufé. Tiene tres estancias culinarias con nombre propio. La Atalaya, que se abrirá en unos días, está frente a la piscina y aquí se pueden tomar elaboraciones rápidas, tipo snacks: sándwiches, hamburguesas... No obstante, los clientes también pueden pedir platos de la carta de Las Corchuelas, el restaurante principal del hotel. Este tiene una cocina algo más elaborada.Sus pilares se asientan sobre recetas tradicionales, pero llevadas a cabo con técnicas modernas. El 90% de la carta es apto para intolerantes al gluten. Su plato estrella es un arroz cremoso de patatera fresca, servido con una guarnición de mermelada de manzana. Además, tienen muchas carnes de caza y cordero, ya que la fundación tiene su propia explotación.

Imagen principal - El sopicaldino que salvó a la ciudad de Cáceres
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Aunque la mayoría de platos son propios de la gastronomía extremeña, el restaurante no renuncia a los productos internacionales; como un chuletón de Angus o un foie francés, entre otros. Próximamente, además, tendrán su propio huerto ecológico en las instalaciones del hotel, para tener las verduras y hortalizas a mano. También disponen de unas 150 referencias de vinos.

Así mismo, Hospes Los Arenales cuenta con un espacio más amplio para banquetes y otros eventos. Se trata del salón Golfín. En la cafetería del hotel también se puede comer, aunque está más enfocada a ser zona de descanso y lectura con un buen café brasileño. El alojamiento de cinco estrellas tiene varias terrazas, donde no se escucha más que el crotoreo de las cigüeñas. Y es que el hotel también es conocido por la presencia de estas aves. De hecho, tuvieron que desalojar los nidos porque estaban dañando los tejados del edificio, pero a cambio les hicieron unas estructuras en las que se acomodaron rápida y plácidamente.

El hotel, que fue restaurado el pasado año, tiene 46 habitaciones de lujo y zona de spa, con un moderno circuito hidrotermal. Con el objetivo de posicionar el restaurante entre los mejores de la ciudad y atraer a los cacereños, la cadena ha creado varios paquetes de experiencias, con los que poder disfrutar de una comida o cena en Las Corchuelas y pasar una agradable jornada de spa.

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