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El Día de todos los Santos, mi mujer y un servidor nos levantamos temprano y nos fuimos a desayunar a Olqui, una de las dos churrerías del barrio. Siempre que desayuno en una churrería, siento que Cáceres me gusta. En otros momentos, puedo sentirme harto de mi ciudad, pero desayunando churros por Moctezuma, mi barrio, me siento feliz y afortunado de vivir en una ciudad con ritos tan entrañables como este de los churros mañaneros en alguna de sus casi 30 churrerías, una por cada 3.000 habitantes, todo un récord sin duda alguna.
Con mis alumnos de primer curso, hago un ejercicio cada año por estas fechas. Les doy el fragmento de 'En busca del tiempo perdido' de Marcel Proust donde aparece el famoso episodio de la magdalena proustiana. Ya saben: el autor no es capaz de recordar su infancia, quiere escribir sobre ella, pero la memoria se le resiste. Entonces, le pega un bocado a una magdalena, el sabor provoca inmediatamente la evocación de los desayunos con tila o té en casa de su tía Leoncia en Combray y la prosa nostálgica empieza a fluir con naturalidad..
El ejercicio que hacemos en clase es parecido, pero cambiando la magdalena por el churro. Nos vamos a la churrería de San Blas, donde hacen los churros más grandes del mundo (24 cms.), animo a mis alumnos a que observen, tomen notas, coman el churro intentando evocar la infancia (si son de Cáceres, funciona, si son de Badajoz, los invito a una tostada con cachuela) y escriban un texto dramático atendiendo a resortes creativos como la memoria, la imaginación y la percepción (otro día recurrirán al subconsciente o intentarán ahondar en la voluntad de estilo).
El churro proustiano de Cáceres es el rey de los desayunos cuando entra el otoño. Como soy muy exagerado comiendo churros (aquí también entra el recuerdo de la infancia, cuando los churros dominicales estaban racionados), siempre me sobran. En Olqui, dejé tres gordos en el plato, pero se los traje a mi suegra y la dejé pensando que el Día de todos los Santos se celebra en mi honor.
Sospecho que desayunar churros no es la mejor arma para derrotar al colesterol, pero resulta que el último día de octubre lo dediqué a temas sanitarios: a las ocho de la mañana, me fui a hacer análisis con un año de retraso (el volante era para noviembre del 2018 y lo fui aplazando y aplazando). Tardé un poco y, sin desayunar, me fui al oculista. Al acabar las consultas, me metí en La Porra, la otra churrería del barrio, pedí un café con leche, me pusieron dos churros y dije que de eso nada, que cuatro. Es lo que tiene hacerte los análisis, que luego te desmadras y comes de todo y mucho.
La Porra es una churrería a la que le tengo mucho cariño. Cuando venía de Galicia en Navidades, mi suegro Isidro, que en paz descanse, nos llevaba allí a desayunar a mi hijo y a mí. Eran días de niebla y vacación, todos éramos muy jóvenes y La Porra se convertía en un entrañable trasunto de Cáceres. Allí era donde mi suegro contaba historias seleccionándolas con un criterio tan particular que solo tras diez años desayunando churros navideños juntos acertó a contarme que durante los años que vivió en Burgos iba de caza con Miguel Delibes. Tiene su lógica: para él, solo era ir de caza, para mí, era mitología: de Diana cazadora a Delibes cazador.
Para redondear el desayuno, me encontré en La Porra con Sebastián Sánchez y María Luisa Ávila, los dueños de mi bar preferido de Cáceres: Potosí, otro emblema de mi barrio. En el Potosí se tomaban, sin discusión, las mejores tablas de queso y las mejores anchoas ¡del mundo!, y no exagero. También preparaban la pluma de cerdo ibérico como no la he probado nunca. Tenía tanta calidad y me gustaba tanto que no escribí nunca sobre él. Les dije a Sebas y a Luisa que se les echaba de menos y ellos reconocieron que se sentían raros sin el bar y sus clientes. Nos hemos quedado sin Potosí, menos mal que nos quedan Olqui y La Porra.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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