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Francisco Blanco y su hijo Paco, actual propietario de Sanxenxo. CASIMIRO MORENO
Tres generaciones de cocina gallega en Badajoz
EN SALSA

Tres generaciones de cocina gallega en Badajoz

La familia Blanco ha regentado con éxito El Vivero, La Toja y Sanxenxo a lo largo de 70 años y parece que aún les queda mucho recorrido empresarial

Jueves, 16 de febrero 2023

Podríamos decir que el amor es el responsable de que la familia Blanco sea actualmente una de las sagas hosteleras más reconocidas de Badajoz. El amor de un gallego hacia una extremeña fue el origen, el amor de padres a hijos fue el afianzamiento y el amor por el oficio fue la clave para la consagración total.

Hace 70 años, el gallego José Blanco, de Barcia de Mera (Pontevedra), trabajaba de jefe de cocina en un hotel de Lisboa. En uno de sus viajes a Badajoz, conoció a Antonia Barrios y se enamoró de ella. Poco tiempo después, se casaron y decidieron montar un negocio que acercase Galicia a Extremadura a través de la gastronomía.

Así, en el año 1952, nació El Vivero, una tasca gallega ubicada en la calle Sánchez de la Rocha, donde se ofrecían por primera vez en Badajoz platos como el pulpo a la gallega, la merluza a la gallega, el caldo gallego o las empanadas. Además de postres como las filloas o la tarta de Santiago. También causó mucha expectación el vino Ribeiro servido en cuncas (cuencos de porcelana).

Antonia Barrios y José Blanco.

El Vivero era una pequeña taberna, pero con una gran terraza que sus dueños explotaban tanto en verano como en invierno. José enseñó a su mujer a preparar los platos típicos de su tierra y él se pasó a la sala a atender a los clientes, de todas las clases sociales, según indica Francisco, uno de los tres hijos del matrimonio. Este rememora cómo se subía a las cajas de cerveza para fregar vasos. Fueron sus primeros pasos en la hostelería. Después, accedió a la cocina a pelar patatas... y así sucesivamente hasta que sus padres le fueron confiando todos los secretos del negocio. Aún recuerda el hándicap para conseguir una buena materia prima por aquella época. «Íbamos en el Seat 1430 mi padre y yo una vez al mes a Galicia y traíamos alimentos no perecederos, como vino o lacones. También teníamos un contacto que era el que nos llevaba el pescado fresco a Mérida y teníamos que ir hasta allí a recogerlo», cuenta.

Empleados de El Vivero antes de empezar un servicio.

Francisco estudió para ser piloto comercial y acabó viviendo dos años en Venezuela, donde conoció a la que ahora es su mujer, Mercedes Laya. Con 23 años decidió volver a Badajoz y poner en marcha su «verdadera vocación». El Vivero había cerrado por la jubilación de sus padres en el año 1978, así que decidió emprender un nuevo negocio justo enfrente. Alquiló un chalet y montó La Toja en honor al municipio de su abuelo paterno. «Mi olfato me decía que era una buena zona, por su cercanía a Portugal. Y no me equivoqué, mira en lo que se ha convertido ahora la avenida de Elvas...». En esas instalaciones se levanta ahora el restaurante Carnívora.

Día de la inauguración de La Toja.

La Toja supuso un salto generacional y también de calidad, del bar al restaurante serio y de prestigio en el que se fue convirtiendo con los años gracias a su buen hacer. Empezaron a servirse más pescados y mariscos, así como cordero, ternera de retinto y buenos cortes de ibérico. Su mujer Mercedes y su hermano Pepe también ayudaban en el proyecto, aunque este posteriormente abrió su propio restaurante, El Vivero, en un local adyacente al de sus padres. Cuando se retiró, hace unos quince años, dejó el negocio a un empleado que, a día de hoy, aún lo mantiene. Se trata de Antonio Manuel Márquez

La Toja estuvo funcionando durante 35 años, de 1982 hasta 2017, cuando Francisco se jubiló. No obstante, continúa en buena forma empresarial y regenta el hostal Don Paco.

Empleados de La Toja en su fachada.

Pero la historia de la familia no termina ahí, sino que aún tiene mucho recorrido. Mercedes y Francisco tuvieron siete hijos, tres de los cuales han heredado el gen emprendedor y hostelero. Esmeralda Blanco tiene apartamentos turísticos en Cáceres, además de haber abierto hace meses en la capital cacereña una tienda de productos lusos donde, en el plano gastronómico, vende cafés y pasteles de Campomayor, té ecológico de las Azores, aceites y vinos verdes del Douro y del Alentejo, quesos, mantequilla, licores (ginjinha, Amarguinha, Beirão), cervezas, bacalao, miel…

Esmeralda Blanco en su tienda portuguesa.

Por otra parte, Paco Blanco es el actual propietario del restaurante Sanxenxo y es ayudado ocasionalmente por su hermano Antonio.La tercera generación al frente del tercer local de cocina gallega de Badajoz. Y en todos ellos, una evolución, pues Sanxenxo también empezó su andadura como cervecería y ahora ha prescindido del servicio de barra para enfocarse únicamente en las comidas y cenas.

Volver al hogar

Paco Blanco tiene 33 años y desde hace diez, es dueño de Sanxenxo. «Lo llamé Sanxenxo porque la traducción es San Ginés y quería darle un toque religioso, ya que yo soy bastante religioso y creo que eso ayuda a buscar la suerte. Además, era un nombre de una ciudad costera gallega. Todo encajaba», confiesa a este diario.

Él también recuerda su infancia en el restaurante de sus padres. «Al principio era como un juego para mí, pero luego me di cuenta de que me gustaba de verdad, así que tuve claro que quería dedicarme a esto». Por eso estudió la rama de administración hostelera en la escuela superior de Hostelería de Galicia. Se marchó hasta allí buscando los orígenes y porque, por aquel entonces, era una de las escuelas más importantes a nivel nacional. Después trabajó con Toño Vicente, en Inglaterra, Barcelona... Pero, al igual que su padre, volvió a su hogar. «La tierra tira mucho y yo creo que Extremadura es el mejor lugar del mundo», exclama.

Paco, con unos quince años, ya con la chaquetilla, junto a su padre Francisco.

Sanxenxo es de los pocos locales de Badajoz donde tomar un buen pulpo. A la gallega, claro. También se han especializado en fritura. «Cambiamos el aceite dos veces al día». Y en su pizarra de sugerencias se hace patente la gran variedad de pescados que trabajan: lubina, dorada, ostras, atún rojo con foie, rodaballo, besugo... Además, tras la barra también asoman jamones Dehesa de Extremadura.

Paco es un enamorado de su trabajo. «Tengo la mejor profesión del mundo y no me pienso jubilar nunca», afirma. Tiene tres hijos, la mayor cuenta nueve años y su padre confiesa que, si dentro de un par de veranos le dice que quiere aprender, no le va a decir que no. Por lo que puede que se esté gestando la cuarta generación... Asimismo, no adelantan mucho, pero confiesan tener alguna que otra idea nueva en la cabeza. «Los empresarios buenos no paran, no han acabado un proyecto y ya están con otro en mente», dice Francisco. Habrá que esperar para ver qué traman, pero seguro que aportarán calidad y buena comida a la ciudad de Badajoz.

Padre e hijo, segunda y tercera generación, en la actualidad. CASIMIRO MORENO

Sanxenxo

  • Dirección Calle General Manuel Saavedra Palmeiro, 13

  • Localidad Badajoz

  • Horario De lunes a sábados de 12.30 a 01.00 horas. Los domingos cierra a las 17.00 horas.

  • Teléfono 924 25 92 64

  • Terraza

Padre e hijo, segunda y tercera generación, en la actualidad. CASIMIRO MORENO

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