La prostitución en las calles extremeñas es ya solo puntual.

Las esclavas del siglo XXI

En Extremadura hay unas 2.000 prostitutas, la mayoría inmigrantes que vienen engañadas y a las que se explota sexualmente

Ana B. Hernández

Domingo, 29 de marzo 2015, 00:23

D espués de una tremenda paliza logró hacerse con las llaves de un coche y huir hasta la comisaría. Esta misma semana la Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 145 años a la organización rumana que dominaba la prostitución en un polígono de esta ciudad andaluza. Ha sido posible por la valentía de la joven que huyó a la comisaría. Porque logró poner en marcha una investigación que ha terminado con el llamado 'clan Turcu', una red de proxenetas para los que las mujeres eran simple materia prima que exprimir en las calles.

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  • mujeres ejercen la prostitución 1.500 en clubes y 500 en chalés, pisos y domicilios particulares.

  • de las mujeres que se prostituyen son extranjeras; destacan las rumanas y brasileñas.

  • son los clubes que hay según Delegación del Gobierno 27 en Badajoz y 31 en Cáceres.

  • uNegocio. La trata de personas es el tercer negocio ilícito del mundo, junto con el tráfico de drogas y de armas.

  • uVíctimas. 2.500.000 personas son tratadas o traficadas en el mundo según la ONU. Más de un millón, con fines de explotación sexual.

  • uDinero. Son 4.800 millones de euros al año las cifras económias que mueve este negocio.

  • uServicios. En España, el servicio de una prostituta tiene un precio medio de 60 euros y en nuestro país se compran más de un millón de servicios sexuales al día.

  • Edades.

  • Más de 18.000 mujeres extranjeras son víctimas de explotación sexual en España. La mayoría de estas víctimas tienen entre 18 y 30 años, aunque también las hay que son menores de edad.

En Extremadura, la Policía Nacional desarticuló un grupo similar en diciembre de 2013, dedicado a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, que operaba en clubes de alterne ubicados en las localidades cacereñas de Millanes y Talayuela. Tres hombres y tres mujeres fueron detenidos.

De nuevo, la valentía de la víctima lo hizo posible. Una joven rumana de 24 años que se tragó literalmente el miedo y acudió a la policía. Y contó su historia, una que se lleva años repitiendo y que hoy marca la realidad de centenares de mujeres en esta comunidad autónoma. Porque en Extremadura existe la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Mujeres, niñas en algunos casos, que son prostituidas en clubes, chalés y pisos repartidos por toda la región.

La joven rumana que propició la operación policial en diciembre de 2013 llegó a Extremadura engañada en octubre de 2012, cuando una conocida suya le ofreció un trabajo en nuestro país como empleada de hogar, según relató entonces el delegado del Gobierno en Extremadura, Germán López Iglesias.

A su llegada la estaban esperando una mujer rumana y su pareja sentimental -un hombre portugués-, para trasladarla a un club de alterne de Millanes, regentado por una brasileña. Allí le dejaron claro que no iba a ser empleada de hogar, sino que tenía que ejercer la prostitución para ellos. A partir de ese momento, la víctima fue sometida a todo tipo de humillaciones, coacciones y amenazas por parte de la ciudadana rumana que la estaba extorsionando y una hermana de ésta, llegando a trabajar ocho meses seguidos sin que la dejaran descansar ningún día. Tras ese periodo, las dos hermanas la obligaron a viajar a Rumanía para evitar que se escapara, la prostituyeron en Madrid y luego en un club de Talayuela, propiedad del compañero de una de las extorsionadoras, y fueron a buscarla con amenazas de muerte cuando la víctima escapó a su país.

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Captación y traslado

Su particular infierno continuó hasta que se atrevió a denunciar. Un paso que la inmensa mayoría no se decide a dar. En muchos casos, porque ni siquiera se identifican como víctimas de trata. «Asumen lo que tienen, que es lo que les toca, que no hay salida», explica quien las conoce y atiende y que, por motivos de seguridad, prefiere ocultar su nombre.

Es una de las personas que en Extremadura trabaja en la atención a las mujeres en situación de prostitución. Tanto de las que la ejercen libremente, que son las menos, como de las que no. De éstas, de las que son obligadas a prostituirse, casi la totalidad son inmigrantes: rumanas, brasileñas, colombianas, dominicanas, paraguayas y marroquíes. Con edades que van desde los 18 hasta los 60 años. Son raros, frente a lo que ocurre en otras comunidades autónomas, los casos de chinas y rusas, por ejemplo.

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También la inmensa mayoría de ellas han llegado engañadas, a través de un 'modus operandi' que se repite y mantiene en el tiempo, según explican las responsables de las organizaciones que en Extremadura se ocupan de la atención a estas víctimas. La captación se lleva a cabo en el país de origen, después de que los 'tratantes' hayan indagado en las circunstancias de cada cual. Normalmente, mujeres que tienen cargas familiares y escasa o nula capacidad económica para hacerles frente. Entonces, a ellas, y a sus padres en muchas ocasiones, se les presenta una oferta de trabajo: empleada de hogar, bailarina en discoteca, camarera, modelo... Y deciden venir a España a ganar dinero y mantener a sus familias.

Se topan con la cruda realidad cuando llegan al aeropuerto, habitualmente acompañada por el captor, una persona que ya es de su confianza. Aquí les esperan miembros de otra de las partes de la trama: los que se ocupan del traslado, de llevarlas directamente al lugar donde van a ser prostituidas. Donde arrancará su calvario y donde continuará la coacción. «Normalmente amenazándolas con hacer daño a los familiares que han dejado en su país de origen si se plantean en algún momento dejar el trabajo».

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El 'modus operandi' habitual es éste y es el que llevan a cabo la mayoría de las redes que operan en Extremadura y en el resto del país. «Y salir de la situación es muy complicado, no solo por el miedo, sino porque la mayoría asume una deuda con los 'tratantes' por el viaje que les pagan; una deuda que muchas veces crece, porque los proxenetas y las madames se quedan con buena parte del dinero que ganan las chicas».

Deudas que oscilan, según las fuentes consultadas, de 2.000 a 45.000 euros. Y que en gran parte de los casos no consiguen pagar nunca. A pesar de que su trabajo diario arranca a las cinco de la tarde y se prolonga hasta las cinco o las seis de la madrugada.

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Llegar hasta ellas, hacerles ver su situación y ofrecerles garantías de que es posible otra vida es una tarea ardua. Pero se está llevando a cabo en la región por mujeres igualmente valientes. Por eso, aunque la salida de este mundo es difícil, se están dando nuevos casos cada año de víctimas que se atreven a denunciar, a salir del mundo sórdido en la que se les ha metido contra su voluntad.

Salida rápida y segura

El objetivo del Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEX) es facilitar esa salida. Para ello lleva cuatro años trabajando con ahínco el departamento que dirige María José Ordóñez.

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No solo poniendo a disposición de estas víctimas los recursos que en atención a la mujer ya hay en la región, sino estableciendo un protocolo de actuación para que todos los sectores implicados sepan a qué atenerse. Para que el proceso que pone en marcha la escapada del club de turno de una mujer y su llegada a comisaría sea rápido y seguro para la víctima. Por eso nunca se queda en la comunidad.

Es en esta fase en la que Extremadura debe avanzar. Por el momento desde las instituciones públicas se les puede dar solo un acogimiento temporal. Pero, en realidad, es la labor de las organizaciones no gubernamentales las que hace posible su salida de la comunidad y después el inicio de una nueva vida de la mano de un itinerario individualizado que, además de ayuda y asesoramiento, les permite una formación ocupacional.

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De hecho, ahora, las mujeres que se atreven a denunciar están siendo trasladadas a los pisos de acogida que las asociaciones que en Extremadura trabajan con este colectivo tienen repartidos por otros puntos del país para que puedan emprender ese nuevo camino. Para evitar que sus captores, si las buscan, las encuentren.

«Pero por eso hablamos con ellas no solo del riesgo de permanecer en el club, sino también del que asumen cuando deciden abandonarlo; porque sí, en muchos casos, las buscan».

Queda, por tanto, mucho camino que recorrer en la atención a las esclavas del siglo XXI, pero el IMEX lleva también mucho trabajo realizado para cambiar la realidad de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Ha creado una mesa específica con este nombre, en la que Gobierno regional, Fiscalía y Delegación de Gobierno -en representación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado- trabajan codo con codo para coordinar una estructura capaz de garantizar protección a la víctima y acabar con las redes que explotan a las mujeres. Para empezar a plantar cara a esta esclavitud.

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Lo están tratando de hacer posible no solo elaborando el protocolo de actuación a seguir, que muy pronto verá la luz y que sitúa a Extremadura como la tercera comunidad del país en dar este paso al frente, sino también a través de diversas campañas de sensibilización que buscan informar a los extremeños de que la trata es real, no una película; un infierno para centenares de personas, porque en Extremadura se trafica y se prostituye a mujeres.

De la misma forma que se hace en el resto del país y del mundo. Teniendo en cuenta, además, que esta comunidad está considerada por las redes como un lugar de tránsito por su proximidad con Lisboa. «Por eso las chicas cambian, no son siempre las mismas ni mucho menos; entran unas, las dejan un tiempo, depende, y después las cambian a otro club dentro de la comunidad autónoma o no, a otro punto del país de Europa».

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Solo en la zona de Badajoz y durante el año pasado, una de las agrupaciones que trabaja con el colectivo atendió a 462 mujeres; en lo que va de año ya ha superado las 130.

«La explotación sexual ha crecido; es así, no sé si por la crisis económica o no», afirma una de las voluntarias que trabaja con las víctimas.

Lo que sí ha hecho la crisis es elevar el número de mujeres que se prostituyen. En este caso, según las fuentes consultadas, de españolas que se ven acuciadas por necesidades económicas a las que no pueden hacer frente. Mujeres que de forma puntual entran en este mudo como la única salida que tienen para lograr el dinero que necesitan para pagar una deuda o mantener a sus familias. «Al final, para dar de comer a tu hijo, haces lo que tengas que hacer, lo que sea».

En algunos casos, de hecho, la decisión la toman en consenso con sus parejas. Y puede darse el caso de que esa entrada y salida ocurra una única vez y, por tanto, sea puntual además de temporal. Pero las asociaciones que trabajan con las mujeres que se prostituyen avisan: muchas son reincidentes, y después de una vez hay otra más.

Sin clientes no hay trata

No obstante, esta otra prostitución es una pequeña parte de la que hay hoy. Porque la mayoría de las mujeres que se prostituyen están en los clubes y la mayoría, obligadas. De hecho, la prostitución en las calles extremeñas es puntual, son fundamentalmente españolas con problemas de drogodependencias o víctimas de la exclusión social.

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Por ello, la sensibilización emprendida en los últimos años desde las instituciones públicas se ha centrado en dar a conocer la cruda realidad de un negocio en el que las redes perfectamente organizadas que lo llevan -y en el que las mujeres son las víctimas- mueven miles de millones de euros al año. Un negocio basado en la explotación que es lucrativo porque cuenta con clientes, hombres en la inmensa mayoría de los casos también, que acuden a clubes, chalés y pisos dispuestos a pagar por sexo.

Según los datos del del Consejo de Europa y Naciones Unidas, recogidos en una guía sobre trata de personas con fines de explotación sexual, elaborada por la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP) y editada por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, España es el primer país de la UE en consumo de prostitución. Aquí 4 de cada 10 hombres han pagado por sexo. Principalmente hombres de entre 35 y 55 años.

Sin embargo, un estudio de la oficina de igualdad de la Universidad de Extremadura (UEx) ha puesto de manifiesto el incremento del consumo de sexo entre jóvenes de entre 20 y 30 años. «Este estudio ha desvelado que, en algunos casos, cuando los universitarios tienen algo que celebrar terminan en un prostíbulo», destaca María José Ordóñez. De ahí que, en el marco de la campaña de sensibilización desarrollada por IMEX, se hayan organizado talleres específicos para este colectivo. «Tienen que saber que hay mujeres que han sido objetivo de trata y que se las está explotando sexualmente en los clubes», resume la directora del Instituto de la Mujer.

En los países de origen

Por eso también, la novedosa campaña que este órgano llevó a cabo en 2013 contra la explotación sexual se centró en los clientes. 'No consumas prostitución; sin clientes no hay trata' fue el título de la campaña protagonizada por la imagen de un medicamento y su prospecto: Esclavatina 30mg-20 cápsulas.

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El IMEX explicaba que la Esclavatina es una mujer o una niña engañada, secuestrada, torturada y obligada a prostituirse; que el producto se puede obtener sin receta médica, que puede presentarse en: pisos donde se ejerce la prostitución, clubes de carretera, salones de relax, parques, calles, plazas, etcétera. También que el consumidor debe tener en cuenta que el alcohol y otras sustancias distorsionan la realidad y pueden hacer creer que la relación es consentida.

Más allá de la labor que administración y organizaciones no gubernamentales llevan a cabo en la región en favor de la sensibilización, las asociaciones han empezado a trabajar en los países de origen de las víctimas. «Estamos llevando en éstos, especialmente en Rumanía y Brasil, diversas acciones para que las mujeres sepan que hay ofertas de trabajo engañosas y para que las autoridades de esos países desarrollen también campañas con el mismo objetivo».

Porque estas asociaciones están convencidas de que, además del trabajo que se pueda hacer en la propia región y que está coordinado por el Instituto de la Mujer de Extremadura, tratando de ofrecer una salida a las mujeres que son objetivo de trata y explotación, es necesario que la labor comience en el país de origen, para evitar la oferta laboral engañosa y el posterior traslado. Para impedir que las mujeres entren en un calvario al que, hasta ahora, solo su valentía puede poner fin.

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