J. López-Lago
Sábado, 20 de febrero 2016, 00:26
Publicidad
A las 12.19 horas de ayer irrumpió Jacob en el salón de actos del edificio de la Mancomunidad de Tentudía. Abrió la puerta con el pie porque con las manos sujetaba una caja con viandas ibéricas por donde asomaban varias barras de pan. Cortesía de Casa Lucas para las decenas de mineros presentes cuyo empleo está amenazado por el inminente cierre del yacimiento de Aguablanca. Aplauso, palmadas, palabras de ánimo y a seguir esperando.
noticias relacionadas
noticias relacionadas
noticias relacionadas
noticias relacionadas
noticias relacionadas
noticias relacionadas
noticias relacionadas
Las novedades que reciben últimamente son de este tipo. Antes fue Carmelo, el de la ferretería, que trajo unos churros. Después vino Mari Carmen, que llevó unas magdalenas y queso a su hermana Irene. Hoy la empresa local Señorío Cortijo Los Cotos les llevará un catering.
A estas horas los mineros ya habrán pasado su segunda velada encerrados en la avenida principal de Monesterio (4.300 habitantes). Antonio, del pueblo sevillano de Santa Olalla, esperaba ayer un par de mantas que le iba a traer su familia porque había pasado frío con su saco. Empezaron 18 personas y la cifra se repetirá cada día tras establecerse un sistema de rotaciones teniendo en cuenta la capacidad del lugar elegido para la protesta, que durante el día de ayer estuvo desbordado. «La gente se está volcando. Nos está trayendo comida como para la tercera guerra mundial», decía un obrero ayer por la tarde.
De momento, la próxima batalla es en Mérida. Allí tienen reunión el jueves con un inspector de trabajo que hará de mediador entre la empresa y los trabajadores. Hasta entonces quedan interminables partidas de cartas, ajedrez y visitas durante un encierro que se interpreta como un gesto de que pelearán hasta el final y que habilita un lugar simbólico donde los paisanos pueden expresarles su apoyo.
Publicidad
400 empleados en total
Ahora mismo hay unos 350 empleados (de un total de 400) de la mina de níquel que abrió el 2004 cuya única esperanza para mantener su trabajo es hacerse notar. Insisten en que las pérdidas que esgrime la empresa Río Narcea, que depende de una multinacional Lundin Mining, no son reales; en que otras extracciones en la zona de minerales menos valiosos que el níquel, como el cobre, son rentables; y que la Administración, que otorga autorizaciones y subvenciones, debe hacer palanca para que la actividad minera se mantenga en esta comarca extremeña.
Sentados alrededor de la mesa los mineros de Monesterio organizan sus víveres, inflan los colchones que ahora serán sus camas y explican al que llega a interesarse por ellos que en este yacimiento no se extrae cobre desde octubre, pero casi 50 empleados siguen acudiendo a diario a trabajar, ya sea a las oficinas o a realizar tareas de mantenimiento, lo que indica que el cerrojazo no ha ocurrido.
Publicidad
Los trabajadores andan desorientados, desconfían de la estrategia de la multinacional y a estas alturas, después de dos expedientes reguladores temporales de empleo (ERTE), hilan los hechos recientes para concluir que hace meses que les están engañando desde el otro lado del Atlántico. La empresa tiene la sede en Toronto (Canadá). «Eso lo complica todo porque hay mayor insensibilidad y lo que está pasando no les afecta moralmente», decía ayer Jesús Ferrero.
Por eso Antonio Mora deposita sus esperanzas en la Administración. «Al estar en la frontera hay dos juntas (de Extremadura y de Andalucía) y vemos que esto en vez de sumar apoyos lo que nos da es una doble incertidumbre. Tienen que saber que esta mina es de todos los españoles, que de cada dos euros que salen de Aguablanca uno va al Estado, por eso debe preocuparles», decía ayer este andaluz de 36 años padre de una niña.
Publicidad
El encierro indefinido iniciado en la noche del jueves es un paso más para seguir bajo los focos y que no se olvide su problema. Habrá marchas mineras, la primera de ellas el próximo viernes desde las afueras de Badajoz hasta la Delegación del Gobierno; la segunda el 2 de marzo ante el Ministerio de Industria, pero la barricada ahora mismo está en la primera planta del 196 de la avenida de Extremadura. Allí hay un salón de actos y un par de salas anexas. Tienen un par de balcones donde ya asoma una proclama y banderas rojas sindicales.
Un indicio de que el pueblo está con ellos es que se metieron en este lugar sin avisar ni pedir permiso y la primera visita que recibieron fue la de los alcaldes de las cuatro localidades afectadas por el cierre de la mina. Ayer decían que Cruz Roja les iban a traer colchones y hoy por la tarde (18.30 horas) recibirán la visita del presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que acudirá acompañado de los secretarios regionales de CC OO y UGT, Julián Carretero y Francisco Capilla, respectivamente.
Publicidad
El futuro de los mineros es muy incierto, de hecho de lograr su objetivo conseguirían que la mina esté abierta tres años y medio más, salvo que nuevas exploraciones confirmen que hay más níquel. «Pero al menos son más de tres años con trabajo, ¿quién te asegura hoy día eso?», reflexionaba ayer Eloy Sánchez, presidente del comité de empresa.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.