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Dos extremeños, los mejores fotógrafos de boda del mundo

Dos extremeños, los mejores fotógrafos de boda del mundo

Enrique Gil y Kiko Calderón, cuyo sello de identidad son los extraordinarios paisajes extremeños que eligen para sus fotos, han recibido numerosos galardones

María Saavedra

Domingo, 24 de abril 2016, 08:53

De Badajoz a Gerona, de Gerona al Jerte y del Jerte a Granadilla. No son camioneros, comerciales ni hacen giras con un grupo de música. Son fotógrafos de bodas. Enrique Gil y Kiko Calderón pueden recorrer más de 2.000 kilómetros en tres días para capturar el momento. Estos dos profesionales de la cámara han conseguido a golpe de click estar entre los más solicitados por los prometidos de media península. Con reconocimientos nacionales e internacionales incluidos. Esta misma semana recibieron cuatro premios de la 13º edición del certamen Wedisson, que reúne a los mejores fotógrafos artísticos de boda del mundo.

Además de estos galardones, han acumulado en solo cuatro años una veintena de reconocimientos, lo que los postula entre los mejores fotógrafos del sector del mundo. En los primeros meses de 2016 obtuvieron dos elecciones de los editores y una foto del día en el portal Mywed, en el que compiten cerca de 20.000 profesionales; ocho premios en el directorio Wedgraphers, que los incluye entre los cinco mejores retratistas internacionales y ocho galardones en los Wedisson Awards, que les otorga una plaza entre los 30 mejores de 2015.

Sus fotografías son estampas que podrían confundirse con una tundra siberiana o un bosque selvático, pero no. Las imágenes de bodas que capturan Kiko y Enrique «están tomadas en paisajes puramente extremeños», donde a veces la belleza de la dehesa y el destello de una pareja de novios luchan por ser los protagonistas de las instantáneas. Ellos mismos bromean que al final tendrán que contactar con las instituciones por descubrir rincones que nadie conoce. Como embajadores de la tierra llevan su trabajo por medio continente. Este verano recorrerán Francia y Portugal de norte a sur. En sus agendas ya están los nombres de Oporto y Albufeira. En España, pasarán por Salamanca, Barcelona, Sevilla... Y en Extremadura no dejarán una comarca por retratar. Su forma de trabajar, su estilo natural y sus posados innovadores los colocar en el top ten de preparativos de los futuros enlaces.

Enrique Gil es cacereño y Kiko Calderón, extremeño de adopción. Motivos suficientes para llevar por bandera la región donde hicieron escuela. Al principio dudaron del nombre de su estudio: Arteextremeño. Pensaron que podría ser muy positivo aquí y no tanto para cruzar fronteras. Sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario. En todos los encuentros, ferias y congresos a los que asisten los conocen como «los extremeños» y las parejas de media España y parte de Portugal reclaman sus disparos. «Nos alegra muchísimo ser recompensados por el trabajo duro, y nos sentimos orgullosos de llevar el nombre de Extremadura más allá de nuestras fronteras», destacan tras recibir un nuevo premio.

41 reportajes

Ahora no es tan fácil contar con ellos. Solo para esta temporada tienen programadas 41 bodas y aseguran haber rechazado entre 30 o 40. Renunciar a tal cantidad se podría traducir en perder unos 70.000 euros en bruto si tenemos en cuenta que cada reportaje cuesta unos 2.000 euros de media. Pero entre el clin clin de una caja registradora ingresando dinero a todo tren, o perder la esencia de su trabajo, prefieren seguir conservando su sello.

«De estudio de pueblo a puro arte». Es como define Kiko Calderón la evolución de los reportajes de bodas. «De ser una disciplina menor a ser todo lo contrario. Hay gente cobrando 50.000 euros por un reportaje», dice. Y todo ello favorecido por el paso del analógico al digital.

Esta claro que la transformación de la foto nupcial ha dado un salto de calidad y abarca más momentos: pre-boda, boda y post-boda. Aunque tanta parafernalia suena más a una boda gitana que a una tradicional. Los novios ya no se conforman con una foto del intercambio de anillos con el cura de fondo y la suegra con pañuelo en mano para secar las lágrimas o la terrorífica postal de los recién casados cortando la tarta de cinco pisos con un sable. Perpetuar un recuerdo en el lugar en el que se conocieron, disfrutar del Trash the dress o lo que es lo mismo, destrozar el vestido semanas después del bodorrio en una playa paradisíaca está muy de moda.

Así, los padres que seguirán teniendo su álbum en formato papel, como los de toda la vida, aunque con algunas mejoras, y también guardarán en el primer cajón del mueble del salón una foto de sus hijos dándose un beso en el lugar donde se conocieron.

Calderón asegura que a pesar de que los novios de ahora se dejan asesorar y confían cien por cien en los retratistas que contratan, hay quien ha pedido eternizar momentos muy peculiares. En una ocasión, acabó haciendo fotos en un aparcamiento y ahora se ríe cuando lo recuerda. «¿Cómo capturar una imagen artística de preboda en un parking? Y muy seguido pensar: ¿Me han traído aquí porque es donde tuvieron sus momentos más íntimos de novios?».

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