¿Qué ha pasado hoy, 22 de febrero, en Extremadura?
Sagrado Mantel en el Museo de la Catedral de Coria. :: HOY

Somos gente sensata

En Coria y Valencita han perdido tradiciones religiosas muy turísticas

J. R. Alonso de la Torre

Martes, 10 de mayo 2016, 07:55

En Semana Santa, recalé en Mombuey y descubrí su Cristo gótico articulado, su canto del Miserere, el descendimiento de la imagen para ser depositada en un ataúd de cristal (de ahí el ser articulada). Además, recogí algunos datos sobre el carácter templario de este pueblo zamorano, cruzado por la carretera nacional de Madrid y Vigo, y sobre su relación con la fundación, en la Edad Media, de la localidad extremeña de Valencia del Mombuey, enclavada también en antiguo territorio templario.

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Ambas localidades veneran a su Cristo, pero en la extremeña no se hace con recogimiento y austeridad en Semana Santa, sino en septiembre, obsequiando a nativos y visitantes con sangría y gazpacho, repartiendo café, dulces y aguardientes, eligiendo reina de las fiestas y cerrando los actos con pasacalles y verbena popular.

Y ahí se acababa mi historia hasta que recibí la llamada del corresponsal de HOY en Valencia del Mombuey, Constantino González, que me informaba de un dato que me pareció muy significativo: el Cristo de Valencita también es articulado, no se ha datado con exactitud, pero es muy antiguo y tiene un gran valor. Además, no hace demasiado, también se celebraba su descendimiento, se depositaba en una urna de cristal y el pueblo cantaba el Miserere. Es decir, en el vértice suroeste de la provincia de Badajoz, limitando con Huelva y Portugal, se celebraba una Pasión con el mismo ceremonial que la de los pueblos más tradicionales y característicos de la provincia de Zamora.

Entusiasmado con la información, le sugerí a Constantino que por qué no recuperaban esa tradición. Tienen lo fundamental: el Cristo articulado y medieval. Creí entender que el antiguo féretro de cristal se había roto, pero hay otro nuevo, y hasta hace nada celebraban el decendimiento 'zamorano' y cantaban el Miserere que se entona en Bercianos de Aliste, en Mombuey o en la misma capital de la provincia. Pero no vi a Constantino muy convencido. Decía que ya no se sabían el Miserere y yo le sugería que se lo bajaran de Spotify (se encuentran varias versiones) y se lo aprendieran, pero no, el corresponsal reaccionaba con esa típica sensatez del extremeño poco dado a la impostación y el artificio. Y eso que lo piqué con el argumento de que los vecinos de Oliva se lo habían montado a lo grande con su Pasión Viviente y le puse el ejemplo de Cáceres, donde el must de su Semana Santa, el Cristo Negro, no deja de ser la recuperación de una tradición muy perdida.

Me imaginaba un descendimiento en Valencia del Mombuey, Semana Santa medieval y castellana en el último pueblo de Extremadura, conformando un circuito de Pasión Jerez-Oliva-Valencita de mucho tirón turístico. Pero nada, no conseguí entusiasmar a Constantino con mi ocurrencia. Y la verdad, me gustó su seriedad.

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En Extremadura somos un poco así. Por un lado es encomiable nuestro sentido común y nuestra falta de tontería, pero por otro es una pena la de oportunidades que perdemos por no echarle algo de cuento a las cosas del turismo. Para mí, el caso más flagrante de esta seriedad un poco frustrante es lo sucedido en 1791 en Coria con la Fiesta de las Tres Reliquias.

El pasado martes, hizo 225 años que esta celebración fue clausurada. Resulta que en Coria, todos los 3 de mayo, las tres reliquias fundamentales de la ciudad, el Lignum Via, la Santa Espina y el Sagrado Mantel eran sacados a un balcón de la Catedral, de donde colgaba el mantel cual pendón. Una muchedumbre llegada desde todo el país pasaba por debajo besándolo y tocándolo. Alrededor de la fiesta, se desarrolló una feria espectacular, que dio prosperidad a la villa y en la semana del tres de mayo en Coria se movía el dinero con suma alegría. Pero el Cabildo cauriense se asustó ante tal multitud, temió que el mantel se estropeara y, en lugar de sacar al balcón una réplica bendecida, clausuró la fiesta, la feria y la ganancia. En fin, la Extremadura seria, sensata, fiable y austera.

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