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Suelo recortar lo que me va interesando durante la semana, que ensarto en un pincho, y llegado el día de elegir tema para mi artículo del sábado, libero todas las noticias atravesadas y me quedo con la que considero de mayor interés para el momento. Durante las semanas previas a las elecciones del 26-J he ido guardando los sondeos electorales que se ponían a mi alcance y ahora dispongo de un material considerable, tanto como para poder reírme un rato con los desajustes finales de las llamadas encuestas, sondeos o predicciones demoscópicas de todo pelaje. Lo más liviano que se me ocurre para las empresas que se han dedicado a la noble causa de adelantarnos lo que iba a ocurrir el pasado domingo, es una pedorreta adornada de fuegos artificiales y un redoble con apoteosis de diana floreada que concluya en mascletá. Se han lucido todas, incluido el mismísimo CIS, y espero que desde la noche electoral sus responsables estén corriendo, agarraditos de la mano y abochornados, sin mirar hacia atrás.
El poderoso CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), ese que algunos enterados dicen que no se ha confundido desde su creación, porque cuenta con pasta ilimitada y profesionales de primer nivel para hacer «el cocinado» de los sondeos, auguraba un descalabro del PP, haciéndolo retroceder desde 123, hasta los 118-121... ¡Congratulations, en el mejor de los casos solo se confundieron en 16 escaños! Para redondear sus aciertos al PSOE lo bajaron de 90 a un 78-80, que finalmente quedó en 85. Y puestos a dar en la diana a Unidos Podemos lo subieron hasta 92, que se quedó en 71 ¡Qué más dan 20 escaños arriba o abajo! Parece que para redondear, a Ciudadanos lo ascendieron a 39, que ha quedado en 32 Y si esto fue así en la encuesta del CIS, mejor no pararnos en las de Metroscopia, A+N, Sigma Dos... Por salvar a alguna, me quedo con GAD-3, que aunque falló con el mismo estropicio con el PP, se acercó tímidamente al resultado final de todos los demás.
¿Y usted qué dice, me pregunta una señora, emperlada a lo Carmen Polo, al salir de una emisora? Yo digo que ha ganado el mejor, porque el electorado así lo ha dicho y no es cuestión de llevarle la contraria al que no se confunde jamás de los jamases ¿Incluso cuando votó a Hitler? Los factores determinantes para optar por una opción u otra son meras conjeturas y tienen la misma importancia que acertar la quiniela el lunes. ¡A buenas horas mangas verdes! Pero para mis adentros, que saco fuera como regalo de despedida hasta el tres de septiembre, es que la dicotomía que expandió el PP, «Nosotros o Podemos», fue un acierto porque puso en movimiento el voto del miedo y muchos electores del PSOE y muchos de los que se habían ido a Ciudadanos, votaron por «del mal el menos». Pablo Iglesias ha demostrado su bisoñez, su soberbia y su pedantería, porque queriendo remar en la dirección opuesta a Rajoy, sopló las velas de la nave del PP, convirtiéndose en su mejor aliado. Supongo que tendrá los días contados como eje visible de ese gallinero en el que se ha convertido Podemos, pero lo veo tan rematadamente ególatra que no espero redención alguna por su parte. ¡Hasta septiembre! A mi vuelta seguro que acierto si pronostico los cabildeos y pactos que se hayan amasado en julio y agosto.
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