a. tinoco
Viernes, 30 de diciembre 2016, 23:50
Su último libro es el segundo de la tetralogía de las ciudades. Después de El mal de la muralla, dedicado a Lugo, publica Una ciudad traicionada sobre Badajoz. ¿En qué traicionada?
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Traicionada en su tesoro patrimonial e histórico y también traicionada por sus habitantes porque la destrucción de ese tesoro es una prueba de que no la comprenden. Badajoz ha sufrido una destrucción absurda, ilógica al derribarse el siglo pasado su recinto abaluartado. Fue tal el atentado que ha devenido en ejemplo de ciudad a la que se la ha despojado de identidad. Y_era de las que la tenía bien definida en España.
¿Cuál era esa identidad?
Identidad como plaza fuerte. Hubiera bastado una relación de respeto con el baluarte para que el alma histórica de Badajoz permaneciera, pero en apenas 30-40 años se perdió todo. Yo me sentía con la necesidad imperiosa de decirlo. De ahí este libro.
¿Cree que Badajoz tiene remedio desde el punto de vista de recuperación de su patrimonio?
Yo creo que sí. Pero tendría que empezar por tener una convicción clara de lo que había. En este sentido, tengo dudas porque cada vez que voy, y lo hago con frecuencia, tengo la misma sensación: no se remata la labor. Se empiezan a recuperar espacios, pero falta continuidad. Y nunca es tarde porque la recuperación del patrimonio no es cosa del pasado; es cosa de hoy, de cada día. Además, tenemos magníficos profesionales arquitectos y arqueólogos para llevar a cabo esos planes de reconstrucción.
¿Pero cómo se puede recuperar el baluarte?
Físicamente no se puede, pero no por ello debemos renunciar a otras maneras de recuperarlo en la memoria. Badajoz necesita tener conciencia social del patrimonio que ha perdido y documentarlo para que los escolares sepan cómo era Badajoz hace menos de un siglo. Así también se recupera, porque se recupera patrimonio inmaterial. Además, Badajoz no tiene un patrimonio defensivo que se agotara en el recinto abaluartado. Está el fuerte de San Cristóbal, que se ha recuperado, o la Luneta de Wellé. La Historia ha sido cruel con Badajoz. La última crueldad es la declaración de Elvas como Patrimonio Mundial porque nosotros teníamos una riqueza comparable. Y esa declaración nos señala por omisión.
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Usted habla en su libro de la necesidad de estrechar los lazos con Portugal. Incluso apuesta por trazar una línea de tranvía entre Badajoz y Elvas que podría ser el símbolo de esa comunicación continua.
Es que la explicación de Badajoz como ciudad está en la frontera y todo lo que se haga para que la comunicación con Portugal se estreche viene a reparar los errores históricos. Aunque hay que decir en favor de los vecinos de Badajoz que han contrariado ese destino a vivir de espaldas y una de sus costumbres más hermosas es la de tener a Elvas siempre presente.
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