Jueves, viernes y sábado. Badajoz, Mérida y Plasencia (palacio de congresos, 20 horas, en los tres casos). Coge la batuta esta semana en la Orquesta ... de Extremadura (OEx) un director que ya se siente de la casa, a la que regresa con un Goya y un Grammy bajo el brazo por sus colaboraciones con Jota Bayona y Jorge Drexler. Se habla tanto y tan bien de Fernando Velázquez (Getxo, 1976) que conviene detenerse a escuchar a alguien que dejó el chelo para firmar las partituras para la gran pantalla de 'El orfanato', 'Lo imposible', 'Un monstruo viene a verme' o la comedia 'Ocho apellidos vascos', y series como 'Patria'.
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–Esteban Morales, el gerente de la Orquesta de Extremadura, dijo al presentar estos tres conciertos que era usted uno de la casa.
–Totalmente. La primera vez que trabajamos en una grabación fue en 2018 y desde entonces muchas veces. Luego hemos hecho conciertos, grabado películas, series. De todo. La Orquesta de Extremadura es muy querida por todo el mundo. Los que trabajan aquí se sienten muy cómodos. Siempre es un placer.
–Hay algo más que las tres películas de Bayona para el repertorio de esta semana.
–Son muchas más. El programa lo hago a medida. No lo planteo como un concierto de clásica poniendo sinfonías. En el menú también está 'Guernika', el estreno de la película 'La ternura' y 'La contadora de películas', que se estrena en la Seminci este sábado aunque la grabamos hace un año con la Orquesta de Extremadura. También una partitura de Lope, le tengo mucho cariño al 'biopic' que hicimos hace ya más de diez años. O 'La otra mirada', una serie de Televisión Española que ahora está en plataformas y que también grabamos con la Orquesta. De hecho, la partitura de la promoción de la serie en Televisión Española es de la Orquesta de Extremadura.
–Programa exigente, entonces.
–Rompepiernas para la Orquesta. Cambia muchísimo de registro y eso sí es exigente. Es muy agradable al oído. Los jóvenes, por ejemplo, se lo pasarán muy bien. Y el público más exquisito de música sinfónica también va encontrar muchos motivos para disfrutar. No son piezas muy largas. La más larga dura 12 minutos. Pero en algunas de ellas, en sus seis minutos, la Orquesta va a poner todo su arte. Va a brillar. Trabajamos para eso.
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–Cómo llega un chelista a compositor y director.
–Era compositor sin saberlo. Siempre he visto la partitura como algo escrito que se podía escribir de otra forma. Cuando me acerco a la música entiendo que se puede hacer otra, no solo la que está escrita. Nos enseñan a escribir lo que tenemos delante, pero mi cabeza me pide siempre cómo se puede tocar lo que tengo delante de otra forma. Eso me pasaba desde pequeño. Te acercas a la música de una forma mucho más creativa. Por eso creo que he sido siempre compositor.
–¿Para ponerle música al cine o a series, le basta el guion o necesita ver el metraje?
–Cada proyecto es distinto. Y eso también es lo bonito. Hay veces que componemos antes de que exista nada y otros que llegan en el último momento, cerradísimo. Vamos pegando la música a un montaje cerrado. Cada director trabaja de una forma y eso hace el nuestro más estimulante.
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–Con lo que ha hecho y firmado, es un poco demérito que se le conozca por el que compone las bandas sonoras de Bayona.
–No. Ni mucho menos. De hecho Jota también trabaja con Michael Giacchino. Con él ha hecho 'La sociedad de la nieve'. También estoy en casi todas las películas de Oriol Paulo como 'Los renglones torcidos de Dios', de Koldo Serra... De un montón de gente. La suerte que tengo es que he dado con grandes directores que cuentan conmigo. Lo de Jota es un privilegio porque esas tres películas tienen una coherencia y una unidad de la que te sientes orgulloso del resultado.
–Y también es usted arreglista, lo digo por lo del Grammy.
–No es por un arreglo de una canción que ya existía. Es muy especial porque es un arreglo con orquesta. Muy sinfónico y casi una reinterpretación. Cuando me la enseñó Jorge era solo una canción con guitarra.
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–Puede estar en mucho sitios gracias a las plataformas audiovisuales.
–Siempre han estado ahí tantas opciones. Hemos querido cristalizar una idea del compositor como una especie de persona en su torre de marfil. Pero todos esos compositores estaban preparados para hacer una sinfonía, un ballet o música para un evento. Una de la música más famosa de Händel es la que compuso para los fuegos artificiales. Eran unos fuegos artificiales que hacía el Rey y él compuso para que se escucharan durante los fuegos. O los ballets de Stravinski. También las sinfonías de Beethoven están llenas de melodías populares. Hoy no lo son porque ya ha pasado el tiempo, pero en su épocas todos las reconocían.
–La versatilidad, por tanto, no es algo propio de nuestro tiempo.
–Alguien que tiene ganas de hacer cosas en torno a la música tiene muchas oportunidades. Además es muy divertido. Yo por estos tres conciertos me siento muy afortunado. Espero que el público que no es habitual a la Orquesta de Extremadura se anime. Es un formato ligeramente distinto a la clásica de repertorio. Es un conciertazo por esa vocación tan plural.
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–Y está ayudando esta eclosión de series y plataformas a valorar a los compositores.
–Hay tantas que se ha convertido en un arma de doble filo. Hay muchas y muy cuidadas, pero otras que no. Depende de cada proyecto. Yo, por ejemplo, cuando grabé la música para la serie La otra mirada, la Orquesta de Extremadura estuvo muy cómoda. No sintió que estaba haciendo algo menor. Se lo tomó tan en serio como un concierto de abono.
–Y depende del éxito de la serie. 'Patria' se vio mucho, pero 'El inocente' pasó desapercibida.
–No, no, El inocente tuvo un éxito mundial enorme. El problema es que a veces no puedes ni ver los créditos de las series que uno consume. No puedes conocer a todos los que han trabajado. El gran público pasa por encima de los compositores de las bandas sonoras, de los directores de fotografía... Y eso ocurre porque se consume más rápido que antes.
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–Por finalizar, ¿qué lujo se da cuando dirige?
–Darle sentido a todo el ritual de luces, maestro, orquesta, aplausos... Para que quien vaya al concierto tenga la sensación de que ha estado donde ha ocurrido algo irrepetible. Que se sienta un privilegiado por haber estado. Ese es el lujo de la música en directo. Por eso hay que defenderla.
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