Adiós al guitarrista Raúl Fernández

El pasado día 9 nos dejó Raúl, guitarrista pacense y amigo querido, al que no puedo por menos que dedicar estas breves palabras en su memoria, pues tanto su categoría humana como artística así lo merecen. Lo he calificado de guitarrista sin más, dado que a pesar de que destacó como flamenco, de su sonanta salieron acordes que abrazaron otros estilos, pues una de sus virtudes era la gran cultura musical que atesoraba, lo que le llevó lo mismo a acompañar por soleá que a interpretar la danza 5 de Granados, a armonizar a su aire una nuba andalusí o a zambullirse en el piano de Jesús Amante. Raúl debió de sentir los ecos de las guitarras ilustres de Manolo, Pepe y Ernesto de Badajoz, pues vino al mundo en 1961 frente a la barbería que estos tenían en la calle Mesones y de joven aprendió a meter los dedos entre la prima y el bordón en la academia de Joaquín Ponce. Y se aplicaría con el tiempo, pues no en vano fue declarado mejor guitarrista extremeño en el II Concurso Internacional de Guitarra Flamenca del año 1988.

Raúl pertenece a esa generación de guitarristas que emergieron en la ciudad tras la muerte del dictador junto a Tony Díaz e Isaac Feijoo, y ofrecieron al flamenco de la ciudad del Guadiana lo mejor de las nuevas tendencias que seguían la estela del maestro Paco, el de la Lucía. Su estilo era esencial y sobrio, sin florituras ni adornos, directo al corazón del compás dando el golpe en su sitio para no suscitar ambigüedades.

La delgada y bohemia figura del artista era respetada y querida por los guitarristas de la siguiente hornada pacense, y el que esto escribe ha disfrutado como nunca tocando junto a él. Hoy, nuestros ensayos están decididamente tristes, añorando sus acordes por derecho y los brindis cerveceros. Adiós Raúl, artista, 'Txurriurdín' amigo.