![«En la adolescencia también llamamos amor al maltrato»](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/11/22/debate%20(2)-RDpnOZihfOTTXHiDMqfPdTN-1200x840@Hoy.jpg)
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Ana B. Hernández
Lunes, 25 de noviembre 2024, 07:13
Son 16 alumnos de entre 16 y 18 años. Cursan segundo de Bachillerato en el Instituto Pérez Comendador de Plasencia y HOY les acompaña durante una hora de clase en la que, con motivo del 25N, celebran un debate en torno a la violencia de género y sus múltiples derivadas. Lo hacen durante la clase de Historia de España, con la profesora Yolanda Mateos Luengo, también coordinadora de la biblioteca de un instituto en el que la igualdad está presente de manera específica y transversal en la formación que se imparte a los alumnos a lo largo de sus diferentes etapas educativas.
Alberto inicia el debate: «El 25 de noviembre es el día elegido para defender los derechos de la mujer y es una celebración necesaria, porque la violencia contra ellas sigue siendo frecuente».
Sus compañeros en el bachillerato científico-tecnológico, con cuatro chicos y 12 chicas, asienten de manera generalizada. Todos creen que hoy sigue siendo preciso un día en el que la sociedad en su conjunto condene la violencia machista. «Sigue existiendo, pero en gente joven menos, es una minoría», opina Raúl.
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Quizás por eso la inmensa mayoría de ellos no participan en las actividades que con motivo del 25N se realizan en sus localidades de residencia.
«La verdad es que no creo que esas protestas sirvan para mucho, aunque pueden dar visibilidad al problema», aporta Pablo. «Pero son cosas de la gente que está dentro del mundillo del feminismo», añade.
Pablo defiende, como sus compañeros, la igualdad entre hombres y mujeres, aunque no sabe si eso es el feminismo. «No entiendo bien el concepto, la verdad, igual se ha radicalizado mucho», expone.
Sus compañeros tampoco equiparan feminismo a defensa de la igualdad entre hombres y mujeres ni relacionan la lucha de este movimiento con la conquista de derechos. «La opinión de las mujeres antes no contaba, ni tenían voz ni voto, se imponía su silencio, que es también violencia», dice Malák. «Y, aunque esto ha ido cambiando, la lucha por la igualdad tiene que continuar», defiende.
«Se ha avanzado claramente, porque la situación de ahora, la de nuestra generación, nada tiene que ver con la de antes», dice Eva. «Es diferente», corrobora Alejandra.
«Pero los roles de siempre continúan en muchos casos», opina Rosana. «Tengo amigas que, en sus casas, son sus madres las que les dicen que se ocupen de hacer la compra y la comida, tareas que, sin embargo, en estos casos no les encomiendan a sus hermanos», detalla Sara.
«La educación en igualdad debe empezar en casa», defiende Lidia. «Cuando en casa te dan un mensaje y en el instituto otro, se nos genera confusión».
Los alumnos de segundo de Bachillerato del IES Pérez Comendador quieren hablar de violencia de género en clase, continuar recibiendo formación en igualdad y debatiendo en el aula. «Porque si en casa no recibes esa formación, es preciso que te lo enseñen en el instituto», considera Henar.
«Es cierto que las cosas van mejorando, pero los roles se mantienen en algunos casos y se interiorizan si te dicen que es a ti, por ser chica, a la que le corresponden las tareas domésticas en la casa como le ocurre a mi amiga», ahonda Sara. «Esto no es educar en igualdad y después puede marcar el comportamiento de la persona», reconocen sus compañeras.
«Mi amiga no podía salir con nosotras porque a su novio le molestaba, ni de fiesta ni a dar una vuelta, necesitaba saber en todo momento dónde estaba», cuenta Laura. «A veces pensamos de manera errónea qué mono es el chico que quiere saber en todo momento dónde estoy, que me dice que le pase mi ubicación para protegerme», aporta Malák. «Pero el problema no es el móvil, sino no entender que estás en una relación tóxica», añade.
«Nosotros le decíamos a mi amiga que no tenía una relación sana, pero ella no quería que su novio se enfadara», continúa Laura. «En la adolescencia ocurre que también llamamos amor a lo que es maltrato», resume Irene.
«Hay grupos de chicos en los que sí esta interiorizado que se tiene que controlar a la pareja», asegura Israel. «En general creo que los chicos tenemos asumido el rol de protector», alega.
La inmensa mayoría de las alumnas levantan la mano cuando la profesora les pregunta cuántas piden a sus amigos que les acompañen a casa por las noches.
«No me ocurre porque voy por calles en las que hay gente y luz», dicen Estela y Jimena. El resto reconoce que sí piden que las acompañen por miedo a que les ocurra algo. «Es habitual que te piten desde un coche», dice Lucía. «O que te insulten, nos han llamado guarras y otra cosas, y tememos sí sufrir una agresión sexual», reconocen las demás. «En eso no hay igualdad», coinciden. «Es verdad, yo no entiendo su miedo porque no lo siento, pero las acompaño cuando me lo piden», dice Pablo y asienten sus compañeros.
«Tampoco es igualdad cuando a la hora de entrar en un pub, los chicos tienen que pagar entrada y a las chicas os invitan a pasar», les dice su profesora. «Eso tampoco es igualdad, es aceptar la cosificación de la mujer», les explica. Pero ellas y ellos no han sido conscientes hasta ahora.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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