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A. B. H.
Sábado, 13 de enero 2024
Sol J. S. lleva desde 2015 acudiendo cada día a la farmacia de María Martínez, en la calle Lucas Vázquez Ayllón de la capital pacense, ... para tomar su dosis de metadona.
«Comencé a los 14 años con las drogas, con los porros, y después pasé a la cocaína, a la heroína y a todo». No recuerda los años que lleva en tratamiento con metadona, antes de acudir a la botica de María Martínez era usuaria del 'metabús' de Cruz Roja, pero asegura que «ahora solo me tomo la dosis en la farmacia, no consumo nada más, y cumplo el tratamiento a rajatabla».
A sus 52 años vive de okupa en una casa casi en ruinas. «No cuento con ninguna ayuda, así que pido en la calle para poder comer; agradezco no tener que hacerlo también para conseguir la dosis». El programa de tratamiento con metadona, «aunque llevo muchos años, me está ayudando a encontrarme mejor, a recuperarme físicamente y también a tratar de dejar las drogas para siempre».
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Sol comenzó con una dosis diaria de metadona de 26 mililitros. «Es posiblemente la usuaria que hemos tenido con una dosis tan alta, pero en estos momentos está por debajo de seis; el cambio físico que ha experimentado en estos años ponen de manifiesto la evolución positiva que lleva», afirma María Martínez, la farmacéutica en la que Sol toma su dosis diaria.
«Su evolución es la normal y reflejo de la eficacia de un programa con el que muchos han logrado desintoxicarse y otros mantenerse con dosis bajas». Entre otros motivos porque el efecto de una dosis de metadona, una sustancia sintética derivada del opio que actúa también como un potente analgésico, dura unas 36 horas, frente a las entre dos y cuatro de la heroína.
Pero más allá del control y seguimiento de los pacientes que se hace en las oficinas de farmacia, con relación directa en los resultados positivos que arroja el programa, «lo que más valoran los pacientes es el trato normalizado que reciben».
María Martínez explica que «hablamos en la inmensa mayoría de los casos de gente que se siente sola, discriminada, apartada de la sociedad, a la que se mira mal y de la que te alejas». Por eso, continúa, «cuando llegan a las farmacias, se les invita a tomar la metadona en un espacio en el que se guardan su intimidad y son tratados como el resto de pacientes que acuden a la botica, lo agradecen de verdad». Cuando se trata de usuarios del programa como Sol, «que lleva nueve años viniendo cada día a la oficina, se establece un vínculo afectivo que refuerza igualmente su integración y sus posibilidades de curación».
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