![Algunos de los familiares han recibido los restos de los hermanos Salvador y Manuel del Amo Jiménez, fallecido en 1941.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/07/29/1469630955-koQG-R3tdB42O0vTb5bqDGy0alZI-1200x840@Hoy-Hoy.jpg)
Ver 17 fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver 17 fotos
Hay una llamada de teléfono que Antonia del Amo no va a olvidar en su vida. La recibió a mediados del pasado junio. «¡Cómo no me voy a acordar!», exclama la mujer cuando se le pregunta por ella. «Me llamó Ruth –recuerda–, del Gogora (el Instituto de la memoria, la convivencia y los derechos humanos del Gobierno vasco) y me preguntó si estaba sentada».
–Sí, estoy sentada, le contestó Antonia.
–Que sepas que tu abuelo ha salido.
–¡No me digas! Ay, por Dios. Qué alegría tan grande.
–Sí. Han salido él y su hermano.
–¡Los dos! ¡Ay Dios mío!
Salvador y Manuel del Amo Jiménez nacieron en 1889 y 1893 respectivamente en Villagonzalo (Badajoz, 1.217 habitantes ahora) y murieron en 1941 en Orduña (Vizcaya), donde este domingo fueron protagonistas junto a otros dos extremeños: Alfonso Tena Prieto y Fructuoso Llorens Tolosano. Los cuatro –y también el manchego Alejandro Gómez Hidalgo– son las cinco primeras víctimas de la Guerra Civil identificadas gracias al programa de exhumación que Gogora, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Ayuntamiento de la localidad están desarrollando en Orduña.
En el colegio de los padres jesuitas de este municipio vizcaíno instauró la dictadura franquista de 1937 a 1941 primero un campo de concentración y luego una cárcel. Pasaron por ese lugar de recuerdo triste casi cuatro mil hombres, de los que 225 murieron allí. 127 de ellos eran extremeños. Y cuatro ya tienen nombre, gracias a las exhumaciones realizadas en diciembre de 2014 y julio de 2022, y al posterior trabajo de investigación y cotejo de muestras genéticas.
Noticias Relacionadas
Antonia del Amo es la nieta de Manuel, que tenía 48 años cuando falleció. Había sido condenado en consejo de guerra a treinta años, por un delito de rebelión. Era agricultor y tenía cuatro hijos, de los que ya solo vive uno: Pedro, de 95 años, el padre de Antonia. «Mi padre, que siempre ha tenido una memoria impresionante, nos habló muchas veces de nuestro abuelo –evoca ahora la mujer–. Y más de una vez nos dijo que su padre había muerto en Orduña. '¿En Orduña? ¿Dónde está Orduña?', le decíamos nosotros. Pero un hijo mío se puso a buscar en Internet y se encontró con que efectivamente, en Orduña había habido primero un campo de concentración y luego una cárcel. Y a partir de ahí empezamos a buscar».
En el año 2014, Gogora exhumó 14 cadáveres en el cementerio de la localidad vizcaína, y hasta allí se fueron entonces Antonia y su hermana Encarna para que su padre cumpliera su deseo. «Él siempre había querido ver el sitio donde murió su padre, así que viajamos hasta allí con él. No hay palabras para describir lo bien que nos trataron. Estuvimos en el colegio de los Jesuitas y en el cementerio. En ese viaje, además, a mi padre le tomaron una muestra de ADN para compararla con la de los restos que habían exhumado».
En el año 2019, «llamamos a Gogora para decirles que seguíamos muy interesados en esto, y nos mandaron un kit para volver a tomar una muestra de ADN a mi padre, a través de la saliva. Mi hermana se la tomó y la enviamos». La siguiente fecha clave en la historia de los del Amo es enero de este año. Una representación del Gobierno vasco viajó a Castuera para presentar a las familias de los posibles fallecidos en Orduña el programa de exhumaciones y sus primeros resultados. A esa cita, claro, acudió Antonia.
«En ese acto me emocioné mucho –rescata la nieta del recién identificado–. Porque nombraron a todos los que creían que habían fallecido allí y el primer nombre que dijeron fue el de mi abuelo. No me lo esperaba. Me vine abajo. Hablé con la coordinadora de Gogora y le dije que a ver si teníamos suerte y aparecía mi abuelo. Mi padre decía 'Me voy a morir y no lo voy a conseguir'. Pero hemos tenido suerte. Y encima han aparecido los dos hermanos. Que fueron encarcelados casi a la vez, pasaron penurias juntos, murieron con menos de un mes de diferencia y ahora han aparecido a la vez».
Cuenta Gogora que los hermanos del Amo «ingresaron en la prisión central de Castuera el 13 de noviembre de 1939, y fueron trasladados en diciembre de ese mismo año a la de Orduña, donde fallecieron en 1941, Salvador el 13 de marzo y Manuel el 5 de abril».
Los dos eran agricultores. Manuel dejó cuatro hijos, que cuando él fue capturado en su pueblo ya habían perdido a su madre. «A mi abuela –cuenta Antonia– la mataron antes que a mi abuelo. La apresaron y la metieron en la cárcel de Villagonzalo. Mi padre tenía entonces ocho años. Iban él y sus hermanos todos los días a la cárcel a llevarle comida a mi abuela, y al cuarto o quinto día, un Guardia Civil les dijo que su madre ya no estaba, que se la habían llevado a Mérida. Pero no la volvieron a ver. Y sabemos por testimonios que la ejecutaron con otras doce o trece personas junto a la tapia del cementerio».
«Cuando se terminó la guerra –sigue Antonia–, mi abuelo Manuel volvió a su casa y se encontró con la familia rota. Ya no estaba su mujer. Él se había ido a la zona roja por miedo a que le mataran. Era de izquierdas, pero no estaba en el frente. Simplemente tenía sus ideas, nada más. A los tres días de volver al pueblo, le apresaron a él y a mi tío».
Ese tío suyo es Salvador, que ha sido identificado gracias al ADN aportado por su nieto, que se llama igual que él y es conocido en Badajoz por ser el presidente de la asociación de vecinos El Progreso. «De mi abuelo no sé mucho, lo que me contó mi padre, que es de quien sí sé más, y que también estuvo preso», sitúa Salvado del Amo. «Mi padre fue enviado al penal del Dueso (Santoña, Cantabria), de modo que padre e hijo estuvieron presos en cárceles distintas pero a menos de cien kilómetros uno del otro».
Su abuelo era el mayor de los dos identificados ahora. Tenía 52 cuando murió. Era también agricultor, tenía tres hijos, y fue condenado en consejo de guerra a veinte años de reclusión por un delito de auxilio a la rebelión, que es el que el franquismo empezó a aplicar a partir del año El1940 a quienes consideraba que durante la Guerra Civil se habían mantenido fieles a la República.
«En el año 2012, una compañera de la asociación vecinal al me enseñó un ejemplar de la revista Interviú que traía un reportaje en el que aparecían los nombres de Manuel y Salvador del Amo, y ese fue mi primer contacto con el paradero de mi abuelo –cuenta el nieto–. Y en enero de este año, otro compañero de la asociación que es de Castuera me dijo que el Gobierno vasco había organizado en su pueblo un acto relacionado con las víctimas de la Guerra Civil y que él iba a ir. Le pedí que me consiguiera toda la información que pudiera. Luego, me puse en contacto con Gogora y me tomé la muestra de ADN y se le envié».
Esa huella genética es lo que ha permitido poner nombres y apellidos a los restos de su abuelo y también de Manuel, el abuelo de Antonia, que este fin de semana viajó a Orduña en tren desde Fermoselle, el pueblo zamorano donde vive. También acudió al acto su padre, Felipe. Y su hermana Carmen lo hizo en avión desde Valencia. Y allí vieron a Salvador, el primo de las dos, que fue desde Badajoz. Tanto él como ellas estuvieron acompañados por otros familiares. Todos se vieron este sábado en Orduña, que para los del Amo es un lugar de contrastes. Evoca por un lado un pasado duro, de sufrimientos y muerte. Pero es también el sitio que ahora ha propiciado esa llamada de teléfono que Antonia recordará siempre.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.