Almaraz no empezará a ser desmantelada antes de 2031 y durará al menos diez años
Cuenta atrás de la central nuclear ·
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Cuenta atrás de la central nuclear ·
La instalación tiene ya un equipo dedicado específicamente a preparar el terreno para el desmontajeComplejo, lento y caro. Así será el desmantelamiento de la central de Almaraz, que no comenzará antes del año 2031 y durará al menos una década, siempre que se cumplan los planes del Gobierno y el reactor uno se apague en noviembre ... del año 2027 y el dos un año menos un día después.
El desmontaje de la planta extremeña será también pionero, ya que nunca antes España ha afrontado esta tarea en una nuclear con dos reactores. Los tres precedentes en los que fijarse (Vandellós 1, José Cabrera en Guadalajara y Santa María de Garoña en Burgos) son de centrales de un único reactor. Y muy pequeñas en comparación con Almaraz, que de hecho es la nuclear más grande y productiva del país (genera el 7% del consumo energético nacional).
El desmantelamiento lo hará Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, que preside la extremeña Olga García, quien el mes pasado relevó a su paisano José Luis Navarro, ambos exconsejeros de la Junta) y tiene un inicio y un final bien definidos. Empieza con el cambio de titularidad de la instalación, que no se hará antes del año 2031, y termina con la declaración de clausura, que no llegará hasta al menos una década después.
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Antonio J. Armero
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Lo que se hará entre un paso y otro será «descontaminar, desmontar los equipos, demoler las estructuras y retirar los materiales, para permitir en último término la liberación total o restringida del emplazamiento». En esto consiste desmantelar una central nuclear, según define el séptimo Plan General de Residuos Radiactivos, aprobado en diciembre del año 2023. «El objetivo final del desmantelamiento de cualquier central nuclear –explica el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)– es asegurar que los usos que puedan darse a su antiguo emplazamiento en el futuro no supongan riesgos radiológicos inaceptables para la población ni para el medioambiente en su conjunto».
Ahora bien, antes de empezar a descontaminar, desmontar, demoler y demás, hay que hacer un trabajo previo que también durará años. De hecho, hace ya meses que en la central de Almaraz se constituyó un departamento dedicado a ir preparando el desmontaje de la planta. Se llama Departamento de Transición de Activos, precisamente porque su función primera es avanzar en las tareas que culminarán con la cesión de la propiedad por parte de sus dueños (Iberdrola en un 53%, Endesa en un 36% y Naturgy en un 11%) a Enresa.
«El desmantelamiento –previene el CSN– es un proceso relativamente complicado pero sobre todo es un proceso dilatado en el tiempo, ya que cada paso o tarea se debe planificar, ejecutar y controlar con un gran rigor». Es también una tarea, sigue el Consejo, «que no puede confiarse a cualquier empresa convencional de demoliciones». «Se trata –explica– de una actividad nuclear que ha de repararse con una ingenería especializada, y sobre todo, con operadores y supervisores perfectamente capacitados y dotados de la cultura de seguridad apropiada».
La lentitud del proceso se explica por la complejidad de los trabajos a realizar y por la necesidad de dejar 'enfriar' la planta, por seguridad y para ahorrar costes, ya que al «decaer los materiales radiactivos a un nivel inferior», detalla el CSN, que no obstante, precisa que una mayoría de los materiales que genera el desmontaje de la planta son convencionales (hormigón, metal o cables, entre los más comunes).
De las 141.000 toneladas de residuos generadas en el desmantelamiento de la central José Cabrera, fueron radiactivos un 15%. Zorita, como es más conocida esta planta por su ubicación en Almoacid de Zorita (Guadalajara, comarca de La Alcarria) empezó a funcionar en 1968 –fue la primera nuclear española– y se apagó en el año 2006. El desmantelamiento en sí comenzó en el año 2010 y está en su recta final.
El técnico que dirigió su desmantelamiento, Manuel Ondaro, ya adelantó hace un lustro que el de Almaraz será parecido, aunque adaptado al mayor tamaño de la instalación cacereña.
Los tres años siguientes al cese definitivo de la actividad en la planta se denominan fase de transición. Entre otras muchas tareas, se vacían las piscinas de residuos y se elaboran el estudio básico de estrategias (lo que incluye el plan de gestión del combustible) y el plan de desmantelamiento. También es el tiempo de las actividades preparatorias del desmontaje, lo que incluye tareas como «recopilar la información necesaria para el diseño del proyecto y adecuar los sistemas e instalaciones de la central a las necesidades del desmantelamiento», explica el Plan General de Residuos Radiactivos. Esto último incluye cuestiones tan domésticas como preparar espacios de almacenaje.
El desmantelamiento en sí durará no menos de diez años, y una vez concluida se iniciará la última fase, que es la de vigilancia y clausura, que concluirá con la firma de la ya citada declaración de clausura. En ese momento, el proceso habrá concluido.
«En cuanto a generación de empleo, el desmanatelamiento tendrá un impacto mínimo en la zona 1 (diez kilómetros de radio en torno a la planta, en los que hay 12 pueblos)». Es una de las conclusiones del informe titulado 'Impacto socioeconómico del cierre de la central nuclear de Almaraz', elaborado hace tres años por la consultora Payperthink por encargo de AMAC (Asociación Española de Municipios en áreas Nucleares y almacenamientos de residuos radiactivos).
«El mayor impacto económico que el desmantelamiento tendrá en la zona 1 –sigue el informe– será el del gasto que ocasionen en alojamiento y manutención las personas que trabajen en el proceso». Ahora bien, acto seguido matiza que «en base a las dinámicas observadas durante las recargas y la disponibilidad de camas y/o casas para alquilar, lo más probable es que las personas que se desplacen desde fuera tiendan a quedarse en poblaciones más grandes, como Navalmoral de la Mata u otras, por lo que el impacto económico en la zona 1 tampoco será muy significativo».
Entre otras razones, porque el desmontaje de la central «es una actividad muy compleja que requiere de empresas y trabajadores altamente especializados». «Puede haber alguna contratación, pero serán escasas y para tareas auxiliares», añade el estudio, que advierte también que al ser una empresa pública la encargada del desmantelamiento (Enresa), está sometida a la ley de contratos del sector público, lo que «impide que se puedan contratar específicamente empresas de la zona 1 para los trabajos más importantes del proceso».
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