
Ana Baigorri Cortés (Zaragoza, 1985) es aragonesa de nacimiento como sus padres, los profesores de la UEx Artemio Baigorri y Georgina Cortés, pero a la ... semana de vida ya estaba en Badajoz, donde pasó su infancia hasta que a los 13 años volvió a Zaragoza para formarse como bailarina en la escuela de Danza de María de Ávila.
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–¿Por qué baila?
–A los 11 años le dije a mi madre: «Mamá, quiero ser bailarina». Pasé cinco años en Zaragoza formándome. Cogí a María de Ávila ya mayor y asumió la dirección de la escuela su hija Lola de Ávila, que venía de dirigir la escuela del San Francisco Ballet. Todas las docentes eran espectaculares, con carrerones, venían de diferentes escuelas de Italia, Reino Unido, Alemania, con diferentes metodologías. Había un profundo respeto hacia la danza y su valor, mucha generosidad y nos enseñaban a respetarnos a nosotros mismos, a cuidarnos. Es importante estar bien para bailar bien.
–¿Qué es bailar?
–Es algo muy completo. Bailas con lo que eres. «Puede más quien quiere que quien puede», decía María de Ávila. Los motores internos de la danza son siempre sutiles e invisibles. La danza es un recurso sanador, una lucha contigo misma para buscar tus límites y descubrir tus carencias y debilidades.
–¿Quién baila?
–La gente tiene una visión de la danza muy de película, pero el buen bailarín es el que baila bien, no el que sale en una foto bonita. He trabajado con todo tipo de perfiles psicológicos y físicos. Recuerdo un proyecto creativo en el que había una bailarina que no cumplía con los cánones tópicos de la peli de ballet, pero se movía de una manera que nadie podía imitar. Cada uno tiene dentro su propia belleza y unicidad independientemente de su apariencia física.
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–¿Dónde baila?
–Mi primer contrato profesional fue en 2005 con el Cork City Ballet de Irlanda. Fue una experiencia bonita y emocionante. Después, firmé un contrato con el ballet de Carmen Roche en Madrid durante dos temporadas. La primera producción fue 'Desde Otelo', de Goyo Montero, el creador con quien más he trabajado en mi carrera, director del Staatstheater Nürnberg Ballet de Nuremberg (Alemania), donde trabajé de 2010 a 2015, aunque antes, entre 2008 y 2010, estuve contratada por la Companhia Nacional de Bailado de Lisboa. El siguiente contrato fue con Aterballeto de Reggio Emilia (Italia). He sido solista invitada en Alemania (Lüneburg y Coburg), etcétera.
–¿Bailar en Badajoz?
–Llevaba un tiempo cuestionándome si ese plan de vida era el que quería, lejos de mi familia, comprometida por entero con los proyectos y las compañías. Se fue abriendo paso la idea de regresar a mi ciudad, contribuir a su cultura y a la de mi tierra, montar una escuela de danza y una compañía y por fin me decidí. Regresé en 2021 y abrí en la calle San Sisenando el Estudio de Danza Ana Baigorri.
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–¿Enseñar a bailar?
–Doy clase todo el día. Mi alumnado es de todas las edades. Ahora tengo a una bailarina de Baviera, Ilka Geiselhart, que ha venido porque quiere trabajar conmigo, le había dado clases en Nuremberg. Este verano vienen una profesora de danza con dos de sus alumnas de la Universidad de Arizona. Vamos a montar una pieza en Badajoz y a dar dos talleres abiertos. En julio, iré con alumnos a Alemania para ver un espectáculo del pacense Óscar Alonso.
–¿La danza en Extremadura?
–Es un terreno fértil donde queda mucho por trabajar, un espacio de infinitas posibilidades al que quiero contribuir a partir de mi experiencia. Tengo un alumnado que flipo, he montado mi compañía y mi proyecto de danza con la profesora americana se llamará Badayork.
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