![20 años del programa que hace a Extremadura única en España: pisos gratis para enfermos en Madrid](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/05/03/prudencia_arcos_20240503190502-RthFLQ2NusUTfOJIsBbv3DM-1200x840@Hoy.jpg)
![20 años del programa que hace a Extremadura única en España: pisos gratis para enfermos en Madrid](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/05/03/prudencia_arcos_20240503190502-RthFLQ2NusUTfOJIsBbv3DM-1200x840@Hoy.jpg)
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Es un puñetazo de sabiduría el modo en que Prudencia Arcos (63 años, de Orellana de la Sierra, casada, dos hijos y dos nietas) afronta su situación. «Lo vivo como quien sabe que le van a hacer un regalo y está a la espera de ... que llegue, deseando recibirlo, contenta porque hay quien no tiene la posibilidad, va a ser algo bonito y bueno, pero como es normal, es quien regala el que decide cuándo lo da, y para recibirlo tengo que pasar con mi marido una temporada en un piso en Madrid». El regalo es un trasplante de pulmón, la única cura posible para su fibrosis quística idiopática. También tiene hipertensión pulmonar y EPOC (Enfermedad Pulmonar Crónica). Y la cadera necrosada –necesita una prótesis– y una fractura de menisco, pero qué es esto último frente a lo anterior. Es su pulmón lo que hace la semana pasada la mantenía en vilo, a la espera de que sonara el móvil. Cuatro días después de hablar con HOY, esa llamaron tan esperada se produjo. Todo salió bien.
El teléfono que sonó ese día no fue el suyo, sino el de su marido. «Le llamarán a él –explicaba Prudencia–, lo hacen así por protocolo, para evitarnos una preocupación a los enfermos, que igual estaríamos todo el día mirando al móvil», contaba la mujer por teléfono desde Madrid, donde vive desde el pasado 2 de abril. «Cuando en la consulta de Madrid –recuerda– me dijeron que la única solución era el trasplante y que en una situación así era mejor vivir en Madrid que en Badajoz, dije '¡Dios mío!' Pensé '¿Y qué hago yo ahora?' Yo soy pensionista. No me puedo permitir venirme a vivir a Madrid. Porque no es para una semana ni para un mes, sino indefinidamente, no sabes por cuántos meses. Recuerdo la vuelta de Madrid a Badajoz, llorando. Yo miraba a mi marido, y él a mí. Hicimos el viaje cogidos de la mano y sin hablar, porque ninguno sabíamos qué decir».
Prudencia Arcos
Recién trasplantada en Madrid
Ya en casa, Prudencia buscó en Internet. Y encontró a Asextras (Asociación Extremeña de Trasplantados), desde donde le derivaron a AFAL (Asociación de Familias Afectadas de Leucemias, linfomas, mielomas y aplasias). Y ahí, dentro de la dureza del momento, se llevó una alegría. Se la dio el programa Compañía, que en junio cumplirá veinte años y que es único en España.
Nació para facilitarte la vida a los enfermos de la región que tienen que someterse a alguna práctica clínica en otra comunidad, con los gastos de alojamiento y transporte que ello conlleva. También para quienes han de tratarse en Cáceres o Badajoz pero viven lejos de estas dos ciudades, algo común tratándose de las dos provincias más grandes del país.
Algunas comunidades, incluida la extremeña, ofrecen a quienes se ven en esta tesitura pagarles una parte del desembolso. Pero los extremeños tienen una opción que no ofrece ninguna otra región: una vivienda gratis a una distancia asumible del hospital.
Hay cuatro casas alquiladas en Madrid y una en Barcelona, Toledo, Salamanca y Badajoz, todas ellas próximas a hospitales (la más alejada está a 18 kilómetros). Son los pisos del programa Compañía, que gestiona AFAL y financia la Junta de Extremadura. Si están todos ocupados al cien por cien o el paciente debe ser atendido en otra ciudad, AFAL busca alojamiento en un hotel, hostal o residencia. Hay más: también se encarga del traslado en taxi desde el lugar de hospedaje hasta el hospital. En todos los casos, pueden disfrutar de estos servicios el paciente y un acompañante. Si este último necesita el traslado para él solo porque el enfermo duerme en el hospital, puede hacerlo si tiene más de 65 años, es dependiente o acredita una discapacidad superior al 33%. La cartera de servicios se completa con la atención psicológica, también tanto para enfermos como para sus familiares.
Ninguna de estas prestaciones está ligada a la renta, porque se trata de una iniciativa «universal y gratuita para los extremeños», resume Virginia Broncano, psicóloga de AFAL y del programa Compañía, que en sus veinte años de vida ha atendido a 4.074 personas, entre enfermos y acompañantes.
Una de las últimas beneficiarias es Prudencia, que cuando conoció el programa, le costó creer que no la estaban engañando. «Cuando me enteré, vi el cielo abierto, hasta me pareció inverosímil que existiera algo así», cuenta la mujer, que ya estuvo casi un mes a principios de año en una de las viviendas de Madrid, «haciendo rehabilitación y las pruebas previas a entrar en la lista de espera», detalla.
«Es mejor estar viviendo aquí –explica Prudencia–, porque el órgano tiene más calidad cuanto menos tiempo haga que ha sido extraído. A mí me dijeron que vivir en Badajoz, a cuatro horas del hospital en ambulancia si no hay imprevistos durante el viaje, es un lujo que no me puedo permitir. Me dijeron que si me quedaba en Badajoz, podrían tardar en llamarme de un año a un año y medio, y que estando en Madrid, lo normal serían seis o siete meses. Yo me puedo esperar, pero la enfermedad no, la enfermedad avanza».
Virginia Broncano
Psicóloga del programa Compañía y de AFAL
La vivienda que le asignaron tiene cuatro habitaciones, dos baños, cocina y salón. Y es compartida, o sea, la usa ella a la vez que otros extremeños que acuden a Madrid para todo tipo de citas médicas. En el tiempo que lleva en la capital, ha conocido a muchos paisanos. «Y también –cuenta– a dos personas que esperaban un trasplante: una señora de Almendralejo y un chico de Talarrubias. Ya se lo han hecho a los dos. Y ya están en sus casas. Ellos son para mí un espejo en el que mirarme».
Mientras la llamaban, Prudencia vivía con las limitaciones propias de su cuadro clínico. «Mi día a día se limita a la casa, que es una pasada. Esperaba algo más sencillo, y no algo tan bueno. Está en la Dehesa de la Villa, una zona residencial buena. Y tiene de todo. Un salón comedor amplio, una cocina equipada con todo tipo de electrodomésticos... El otro día me trajeron una bici estática que estaba en otro piso y me viene bien para no perder masa muscular».
De hecho, ella va dos días a la semana al hospital. Siempre que tiene cita, llama a Julián, el taxista, y él se encarga de llevarla y traerla. «En Madrid –explica Virginia Broncano– funcionamos de modo distinto al resto de ciudades, porque es donde se producen más derivaciones del SES, porque todos los beneficiarios del programa Compañía son siempre derivados por el SES. La mayor parte de las veces a Madrid, donde nos encargamos de tres servicios: el transporte en taxi, la limpieza y mantenimiento de los pisos y la coordinación de entradas y salidas de las viviendas. Son tres servicios que se sacan a licitación».
Prudencia Arcos
Recién trasplantada en Madrid
Se encargan de todo ella misma y dos trabajadores sociales. Las tres conforman la plantilla de AFAL, que para este año cuenta con una asignación económica por parte de la Junta de 392.527 euros. La subvención se aprueba siempre en el ejercicio anterior al de su ejecución, pero el trámite de los presupuestos suele dilatar varios meses la llegada de ese dinero. Como los enfermos no pueden esperar, es la asociación quien anticipa los gastos hasta que le ingresan la ayuda. Lo hace gracias al remanente que acumula, que no existiría sin los 24 euros anuales –en tres pagos trimestrales– que aportan sus 1.974 socios. Todos ellos son ciudadanos altruistas que no reciben a cambio más que la satisfacción de ayudar a otros en momentos difíciles de sus vidas.
Esta labor de apoyo a los enfermos le ha valido a AFAL varios premios, entre ellos la Medalla de Extremadura, la distinción más alta que concede la comunidad autónoma. «Todo lo que me ha pasado con la asociación desde que les conocí me ha hecho creer un poco más en el ser humano», dice Prudencia. «Cuando todo estaba mal –añade–, aparecieron ellos, que son ángeles, y Virginia es un dulce de mujer».
La aludida explica que el de apoyo psicológico es un servicio –realiza más de seiscientas atenciones al año– que la asociación presta adaptándose a lo que el paciente requiera. «Hay consultas presenciales y también por videollamada, y una vez al mes yo viajo a Madrid y paso a ver a los pacientes y acompañantes que han pedido la asistencia psicológica», cuenta Broncano –nada que ver con el presentador televisivo tan de moda–, que pone a Prudencia como ejemplo de «persona vitamina».
«La verdad es que nadie sabe todo lo que he pasado», se sinceraba la mujer cuatro días antes de que la llamaran de la unidad de donaciones del hospital 12 de octubre. «Aunque intento no pensar en ese momento, la verdad es que al cabo del día me viene a la mente muchas veces», admitía Prudencia, que tenía claro qué debía hacer tras esa llamada. Sabía que tenía que telefonear a Radiotaxi en vez de a Julián, para ganar tiempo. Y sabía que el trayecto duraría «unos 25 minutos». De haber estado en Badajoz, habría sido tres horas y media más. Un tiempo que puede significar una vida.
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