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20 años del verano en el que ardió Extremadura

20 años del verano en el que ardió Extremadura

Se cumplen dos décadas de la peor ola de incendios que ha sufrido la comunidad. HOY reconstruye esos días y visita Valencia de Alcántara, el epicentro de la tragedia, donde miran a un monte tupido de pinos y temen que se repita

Viernes, 26 de mayo 2023

«Estaba todo nublado, no se veía nada, mis hijos llorando, yo llorando... Se me ponen los pelos de punta al acordarme de eso. Pasé mucho miedo». Veinte años después, Jacinta Vivas Picado intenta contarlo y tiene que esforzarse para no llorar, y esos sollozos suyos dan la medida de la tragedia.

Su memoria está en el 3 de agosto de 2003, domingo, el peor día en la historia de los incendios forestales en Extremadura. Hubo 22 fuegos, cinco de ellos mayores de 500 hectáreas; el día antes se contaron 28, y el anterior 26, y el anterior, 24. En las oficinas del plan Infoex tiran de archivo y lo tienen claro: «Nunca antes en la historia de nuestra región –afirman– se había producido una situación de simultaneidad de incendios de estas características».

El operativo extremeño contra los incendios forestales peleó esos días contra muchos fuegos, pero centró sus esfuerzos en uno en concreto, el que recuerda Jacinta y también cualquier adulto de la zona al que se le pregunte.

Todos son capaces de reconstruir con detalle las horas en las que ardieron 9.750 hestáreas en un único fuego que recorrió los bosques de Valencia de Alcántara, La Codosera y Santiago de Alcántara. En los mismos días hubo otros en la región, que en total perdió 15.000 hectáreas -10.864 ardieron el mes pasado en Las Hurdes y Sierra de Gata-. Jamás había pasado algo así en la comunidad. Y no ha vuelto a ocurrir.

Aquí empieza una reconstrucción física y emocional de la peor ola de incendios forestales que ha sufrido Extremadura.

Jueves, 31 de julio de 2003

Llamas en Portugal

Así empezó el incendio del verano de 2003 en Valencia de Alcántara. JORGE REY

A las 15.30 horas, el dispositivo de vigilancia del Infoex detecta varias columnas de humo en Portugal, a unos diez kilómetros de la frontera en la perpendicular de Valencia de Alcántara. A las 15.42, un agente de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente desplazado hasta el lugar confirma que los fuegos están cerca de Marvão.

A las 17.22 sale hacia el lugar la brigada helitransportada de Valencia de Alcántara y una coordinadora del Infoex, a ayudar a los portugueses. A las 18.04 se suma un segundo helicóptero extremeño, el de Hoyos (Sierra de Gata). Al ponerse el solo, unos y otros vuelven a casa porque ya no hay luz ni para trabajar ni para hacer el vuelo de vuelta. Lo hacen con el incendio descontrolado.

Viernes, 1 de agosto de 2003

Cinco incendios en 40 minutos.

VIDEO: El fuego pasa de Portugal a España JORGE REY

A las seis de la mañana del día siguiente, el helicóptero de Valencia de Alcántara con sus bomberos, y la coordinadora, vuelven a cruzar la frontera. Y el Estado envía dos hidroaviones con base en Matacán (Salamanca). A las 15.20, el Infoex manda dos medios más: un camión de Valencia de Alcántara y el retén de Puebla de Obando.

Al atardecer de ese 1 de agosto, empieza a cocinarse de verdad lo que está por venir. A las 20.57 horas, el vigilante de la torre de La Paja avista un incendio en suelo luso pero cerca de La Codosera. Ocho minutos después, el 112 confirma que hay un fuego en Carboeira, a unos tres kilómetros de la frontera a la altura de La Rabaza. Diez minutos más tarde, la misma torre avisa de otro fuego, ahora en el paraje de Huerta Rubio, también llamado Los Canchales, en el término de Valencia de Alcántara. Acuden a él los medios que regresaban del incendio en Portugal porque ya no había luz y también otros cuatro que moviliza el Infoex desde Valencia de Alcántara y Puebla de Obando.

Mayo de 2023

Imagen después - Paisaje en el entorno de Jola, en una foto del año siguiente al incendio y otra actual..

Agosto de 2004

Imagen antes - Paisaje en el entorno de Jola, en una foto del año siguiente al incendio y otra actual..
Paisaje en el entorno de Jola, en una foto del año siguiente al incendio y otra actual..

A las 21.20 horas, otro incendio más, esta vez en la carretera a Santiago de Alcántara. Acuden a él los bomberos de Alburquerque, un camión de voluntarios de Valencia de Alcántara y un agente forestal. A las 21.35, un nuevo fuego en Valencia de Alcántara, ahora en el paraje del Millarón. Y a las 21.37, otro más, el quinto en cuarenta minutos, localizado en el kilómetro siete de la carretera de San Vicente de Alcántara. Acude a intentar atajarlo el camión de Rincón de Ballesteros. El desmadre es de tal calibre que al que se declara a las 23.10 horas en Cedillo (en la Era de los Garrapatos), a unos 40 kilómetros de allí, ya no acude nadie.

Sábado, 2 de agosto de 2003

Un agente informando desde la frontera

Al día siguiente, 2 de agosto, se controlan los distintos frentes en San Vicente pero no el que más preocupaba, el de Huerta Rubio, al que avivan las rachas de vientos fuertes y de dirección cambiante. Trabajan en él cinco helicópteros, dos hidroaviones y nueve camiones. Los esfuerzos se centran en defender Alcorneo y La aceña de la borrega, hacia donde se dirigen las llamas. Este mismo día, se declaran fuegos en otros puntos de la región: Puebla del Maestre, Casas de Millán, Cruce de las Herrerías...

Por si fuera poco, en la Portugal más próxima sigue habiendo varios fuegos activos, por lo que el Infoex decide enviar un agente forestal a la frontera con el encargo de informar continuamente sobre cómo evolucionan esos fuegos que tanto inquietan.

Domingo, 3 de agosto de 2003

Ocurre lo que todos temían

El domingo, este funcionario da una noticia tan mala como esperada: uno de los fuegos de Portugal va a entrar a Extremadura. Lo va a hacer por La Rabaza primero y luego por Jola.

El desalojo por el gran incendio de 2003. JORGE REY

Allí estaba ese día Joaquín González Carvallo, alcalde pedáneo desde 1986. «Yo fui a la frontera a ver cómo iban los incendios de Portugal –rememora–, y cuando volví, la Guardia Civil ya se había ido de la aldea. Tuve que andar llamándoles y decirles 'Oye, venid a desalojar, que el incendio viene ya para acá'. Nos llevaron a La Aceña (de la Borrega), y de ahí a Valencia (de Alcántara). El cabrero que había aquí quería quedarse, pero no se podía. Lo recuerdo todo».

Mucho fuego y ningún miedo Jorge Rey

Ese día, algunas familiares durmieron en el Hotel Nairobi (Valencia de Alcántara), y a la vuelta se encontraron un panorama duro. «Se nos quemaron todas las gallinas, y se me quemó también un perro, y a las burras se les quemaron las orejas», cuenta una vecina. Frente a ella, subido a un tejado, está Juan Antonio Morato Rodriguez, albañil. «El 3 de agosto, yo estaba en La Aceña –relata el hombre–. Sentí jaleo en la calle, abrí la ventana que da a la sierra, y cuando me encaré con aquello, dije '¡Esto qué es!' Parecía que las piedras ardían. Aquello era impresionante. Y ya sirenas y sirenas. Un caos. Levanté de la cama a mi suegro, que cuando vio el fuego, solo sabía decir '¡Puff, puff!».

Mayo de 2023

¿Se podría repetir?

Los vecinos nos hablan de cómo está hoy la zona afectada por el incendio de 2003. JORGE REY

¿Podría volver a pasar algo así hoy? A la vista del paisaje, repleto de pinares con los árboles dándose codazos y hasta las trancas de maleza, no hay duda: sí. Y después de hablar con diez vecinos de la zona, queda más claro todavía. «¡Va! Que si podía... Cualquier día, de la noche a la mañana», contesta Morato. «Cualquier loco que anda por ahí le pega fuego al monte y lo arrasa. Y ahora sería peor, porque antes no estaba tan tupido. Había mucho pino, sí, pero es que a raíz del incendio brotó con más fuerza y ahora sí que es una tea».

A partir de Jola, el fuego se movió por toda la zona: Alcorneo, Aceña de la Borrega, El Pino, Las Lanchuelas, Las Huertas de Cansa, San Pedro de los Majarretes, La Fontañera... «Si viera cómo estallaban los pinos... Eso era para verlo. Unos estallidos como no he visto en mi vida», cuenta con un nudo en la garganta Jacinta Vivas, de Las Casiñas. Está en el patio de su casa, con sus padres.

«El fuego de pies se coge en seguida, pero este era un fuego que venía de aire, y eso corre mucho», recuerda el padre, Ramón Vivas Carvallo, que trabajó veinte años como bombero y se jubiló en junio de 2003, o sea, dos meses antes del que arrasó la zona. «Yo no he visto un incendio igual en mi vida», reconoce el hombre, que a la pregunta de cómo quedó el paisaje, responde golpeando con su bastón el suelo del patio, de hormigón.

«Yo le decía a él –tercia María, la esposa de Ramón y madre de Jacinta–: ya nos hemos quedado sin escobas para encender la lumbre, y a los pocos años ya estaba todo lleno de escobas».

«El monte está ahora lleno de todo, hay sitios en los que no puedes ni andar», apunta Ramón. Es la misma opinión que tienen todos aquí.

Imagen después - José Vicente Gómez Silva pasó mucho miedo hace 20 años cuando trabajaba en la gasolinera Campsa.
Imagen antes - José Vicente Gómez Silva pasó mucho miedo hace 20 años cuando trabajaba en la gasolinera Campsa.
José Vicente Gómez Silva pasó mucho miedo hace 20 años cuando trabajaba en la gasolinera Campsa. HOY/JORGE REY

«Yo hago mucho senderismo, y en la parte pública se hacen entresacas, se limpia y está bastante bien, pero en la parte privada no se están haciendo las cosas del todo bien y hay un bosque muy denso, con mucha maleza acumulada». Lo cuenta José Vicente Gómez Silva, que hace veinte años pasó «mucho miedo», reconoce. Entonces trabajaba en la gasolinera de Campsa –hoy Repsol– a kilómetro y medio de la frontera. «Todo pasó muy rápido. No nos dio tiempo ni a respirar. Fue impresionante. Nunca había sentido una sensación de angustia así. ¿Cómo explicarte? Por la mañana vimos que el fuego estaba ya en Jola metido y vinimos a defender el negocio Pusimos mangueras enrolladas en los surtidores y en las bocas de llenado. El fuego apareció en la loma del fondo y en un instante ya estaba aquí. Hacía un ruido atronador. He soñado con ese ruido más de una vez».

El incendio, en datos

  • 1 herido Un bombero resultó herido de consideración

  • 9.750 hectáreas ardieron. El peor tras el de Las Villuercas en el verano de 2005, que arrasó 9.904. Si se le suman otros incendios próximos en esos mismos días, en total ardieron en la zona 15.000 hectáreas.

  • 5% Humedad que llegó a registrarse en algunos puntos de la comarca de Alcántara a inicios de agosto. Un valor que se alcanza en el desierto del Sáhara solo a veces.

  • 7 muertos La ola de calor en la región en la primera quincena de agosto fue la causa de siete muertes. El día 15 había diez personas hospitalizadas por golpes de calor.

  • 25.000 llamadas en 8 días Llamadas al 112 por incendios en esos días: 25.000 hasta el 8 de agosto, que son un 228% más de lo normal.

  • 254 incendios El número de incendios ocurridos en esos días: 254 entre el 28 de julio y el 14 de agosto. Solo el 2 de agosto hubo 30.

  • 44,8 grados Las tempertaura máximas alcanzadas esos días: El 1 de agosto, 44,8 en Badajoz, 42,8 grados en Mérida, 41,9 en Coria, 41,5 en Navalmoral, 39,9 en Plasencia y 39,6 en Valencia de Alcántara. Mínimas superiores a los 24 grados (24,9 en Coria).

  • 100 intoxicados por humo Hasta cien personas fueron atendidas el día 3 de agosto en el centro de salud de Valencia de Alcántara por intoxicaciones por humo, detalló Pilar Pérez, coordinadora del centro.

  • 6 millones invertidos Hasta ahora la Junta de Extremadura ha invertido seis millones de euros en los montes que se quemaron. De ellos, 4,4 en inversiones en los M.U.P. y 1,7 en el proyecto de actuación preventiva de defensa en todo el valle del río Jola.

  • 875 declaraciones de daños 750 declaraciones de personas de Valencia de Alcántara, y 125 de Santiago de Alcántara. El día que abrió, la oficina atendió 130.

  • 28 empleos perdidos Los incendios hicieron desaparecer casi una treintena de empleos

  • 1.000 jornales perdidos Las llamas perjudicaron seriamente a la agricultura y se estima que se perdieron un millar de jornales.

  • 1.000.000 de árboles perdidos Se estima que se quemaron un millón de árboles, sobre todo pinos, alcornoques, encinas, castaños, robles, eucaliptos, olivos, cerezos, higueras y perales.

  • 930 cabeza de ganado desaparecieron Las llamas se llevaron por delante casi un millar de cabezas de ganado

  • 700 colmenas perdidas Las llamas acabaron con setecientas colonias de abejas

  • 15.000 alojamientos Las administraciones prepararon 15.000 plazas de alojamientos para posibles evacuaciones.

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