La misa de jóvenes en recuerdo del padre Antonio se llenó. En el destacado, Antonio Sanjuán, misionero claretiano.

Antonio Sanjuán, el misionero de los jóvenes

Claretiano. Nacido en Salvaleón, Antonio Sanjuán murió tras una vida de entrega a la pastoral juvenil, una tarea que culminó en Almendralejo, su último destino

Lunes, 1 de enero 2024, 20:33

Pudo ser un buen abogado o tal vez un juez justo. Pero el camino de Antonio Sanjuán Marín (Salvaleón, 1942) no era el habitual para un chico nacido en una familia que hizo el esfuerzo de enviar a su hijo a la universidad. «Para sus ... padres debió ser duro que dejara los estudios de Derecho en Madrid, pero con el tiempo se alegraron», reflexiona Pedro Cabrera, coordinador del Equipo Misionero Claretiano. Su reflexión solo es una entre la multitud de mensajes que han circulado por las redes tras el fallecimiento de Antonio Sanjuán, un misionero claretiano al que Almendralejo despidió el pasado 19 de diciembre. «Lo importante es que su espíritu siga vivo, porque la obra que él inició ha dado muchos frutos», explica la hermana Ana, superiora de la comunidad del Santo Ángel en Almendralejo, la ciudad a la que fue destinado este sacerdote en 2013 para convertirse en el superior de la Iglesia del Corazón de María.

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Cuenta su biografía que Antonio Sanjuán ingresó con doce años en el Seminario Menor que los claretianos tenían en Don Benito. Allí conoció la forma de trabajar de una congregación que estaba presente en Plasencia, Almendralejo, Zafra y Jerez de los Caballeros.

Su primer impulso fue estudiar Derecho, pero pronto dio un giro a su vida para iniciar los estudios eclesiásticos en Salamanca. Fue ordenado sacerdote en 1970 y lo destinaron al Colegio Claret de Sevilla, donde se encargó de la pastoral juvenil. Pero no abandonó la universidad y compaginó su tarea pastoral con los estudios de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla. Al terminar, realizó también Cinematografía. «Tenía una cabeza privilegiada. En nuestro colegio conocía a cada niño por su nombre», destaca la hermana Ana.

En su primera etapa estuvo en Sevilla y también en el Teologado Claretiano de Granada. Pero en 1992 se incorporó al equipo de PJV (Pastoral Juvenil Vocacional), cuyo primer gran proyecto fue la puesta en marcha de las colonias de verano en Loja (Granada), a las que han asistido miles de jóvenes extremeños.

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El primer campamento, dedicado al libro bíblico del Éxodo, convirtió a los participantes en israelitas, una historia repetida cada verano en la que Antonio Sanjuán siempre disfrutó representando el papel de faraón. Más tarde surgió Gospel, basado en la película del mismo nombre. «Parece increíble que el pasado verano tuviese fuerzas para ir a las colonias... Si la salud le hubiese acompañado habría estado con los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa», afirma Javier García Escudero, que ha colaborado con Antonio Sanjuán durante años en el envío de su comentario del evangelio del día a través de whatsap. «Sus reflexiones llegaban a miles de personas, tenía multitud de grupos dentro y fuera de Extremadura», aporta este profesor.

Las colonias de verano hicieron de Antonio Sanjuán uno de los claretianos más conocidos en Extremadura. Por eso fue recibido como un regalo su envío a la casa de misión de Almendralejo. Su llegada le dio un nuevo impulso a los grupos juveniles, de oración y de labor social que se reúnen la casa de Almendralejo.

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Su formación artística y cinematográfica le hicieron dominar la iconografía religiosa y también la escena. Y tal vez ahí aprendió que tan importante como la palabra era resumir el mensaje en un símbolo que acostumbraba a entregar al final de sus celebraciones:un pequeño corazón de cartulina, una paloma de papel... que recordaría durante la semana la necesidad de «hacer las paces con el hermano».

«Cuando lo veían llegar al colegio era impresionante ver a los niños de tres años corriendo hacia él, me daba miedo de que pudieran tirarlo al suelo con la emoción», reconoce la hermana Ana.

Pero no solo los pequeños tenían relación con él. Su larga experiencia al frente de la pastoral juvenil le permitía acercase a los alumnos de los cursos superiores. «El funeral fue un clamor impresionante. Él era una persona cercana, comprensiva, nunca llamaba la atención, siempre veía lo bueno», añade esta religiosa, que fue directora de uno de los dos centros educativos de Almendralejo que acostumbraba a visitar el padre Antonio. El otro era el colegio Ruta de la Plata, donde también se siente su pérdida.

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Esa forma de trabajar hizo que la misa de niños en la Iglesia del Corazón de María se convirtiera en un encuentro familiar. Era frecuente ver allí a matrimonios jóvenes con hijos en edad escolar que disfrutaban también de la presencia de sus abuelos.

Impulsó igualmente la misa de jóvenes y de su éxito habla la celebración que días después de su fallecimiento, ocurrido el 18 de diciembre, tuvo lugar en el templo almendralejense, donde se reunieron cientos de chicos para rezar por él. Una de las características de esa misa juvenil es que nunca sobrepasaba los 30 minutos. La otra, el repertorio de cantos que dirigía la hermana Coro, religiosa también del Santo Ángel.

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«El día del funeral reservamos el coro a los jóvenes, pero se quedó pequeño. La respuesta fue impresionante, yo calculo que el 70% de las personas que llenaron la iglesia eran chavales, incluso hubo que poner un altavoz en la calle», destaca Pedro Cabrera, quien define al padre Antonio como un hombre de oración al que, a pesar de la enfermedad, «nunca se le escuchó una queja».

«No sabemos cómo agradecer todo el cariño que hemos recibido en estos días. Verdaderamente hemos comprobado la enorme cantidad de gente que apreciaba a Antonio», destacan Juan José y Teresa, hermanos de un misionero que dejó huella en quienes lo conocieron.

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«Lo importante es que su obra siga viva en nosotros»

El gran objetivo de Antonio Sanjuán desde que enfermó el pasado verano era estar restablecido para asistir el pasado 6 de diciembre al acto en el que fue entregada la Medalla de Almendralejo a los Misioneros Claretianos. La enfermedad renal que padecía se lo impidió, pero su figura estuvo presente en el discurso que pronunció el alcalde de Almendralejo, José María Ramírez Morán, quien destacó lo fácil que le resultaba entenderse con el padre Antonio, un misionero al que se han propuesto no olvidar quienes tuvieron la suerte de conocerlo. «Lo importante es que su obra sigue viva en nosotros», concluye Javier García Escudero, quien anuncia que su comentario evangélico seguirá siendo enviado gracias al empeño de quienes han decidido mantener viva la llama de este sacerdote.

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