Área 51
CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO
Sábado, 14 de noviembre 2020, 09:30
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CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO
Sábado, 14 de noviembre 2020, 09:30
La carretera que conecta los 700 km entre Reno, Nevada y la capital mundial del juego, Las Vegas, atraviesa algunos de los desiertos más lúgubres del mundo. Pueblos con nombres como Amargosa Valley salpican la llanura, pero puedes pasar desapercibido a menos que te detenga el único semáforo del pueblo.
Esta carretera solitaria también corre paralela a una de las áreas militares más sensibles del país, conocido cariñosamente por los fanáticos de las películas de ciencia ficción como el área 51. Un lugar que parece ser un imán para los ovnis, o quizá para ser más precisos, para aquellos que son propensos a verlos. Un lugar que la CIA solo admitió recientemente que existía.
Pasé mi veintena viajando por las carreteras, grandes y pequeñas, de Estados Unidos como músico itinerante. A veces tocábamos más de 200 conciertos al año y rara vez nos quedábamos más de una noche en el mismo lugar.
Las noches comenzaban tarde en Las Vegas, al menos para aquellos de nosotros que trabajábamos fuera del Strip en garitos donde los camareros, carteros y bailarines exóticos venían a relajarse cuando habían terminado su turno de noche. Estaba sentado afuera en un descanso, tomando un poco de aire mientras el amanecer comenzaba a iluminar el horizonte cuando un hombre se sentó a mi lado. Por la forma en la que habló, obviamente estaba terminando su velada.
«¿De dónde eres?», preguntó entre caladas, «no suenas de por aquí». Le dije que era de Canadá y se detuvo un segundo y pensó. «¿Dónde está eso?», preguntó sorprendido mientras terminaba su whisky. Esta no era la primera vez que me pasaba algo así mientras vivía allí y tampoco sería la última. Mi respuesta solía ser algo así como «un lugar bastante grande al norte de Montana».
Sus ojos permanecieron mirando el horizonte y luego dijo: «En solo un par de horas pilotaré un Apache sobre ese desierto. Me pregunto si el desierto se ve igual allá en Irak, a donde me dirijo en dos semanas». Nos sentamos y vimos cómo el sol se hacía más fuerte en silencio hasta que tuve que volver dentro a tocar.
Nunca logré entender a algunos estadounidenses en los años que estuve allí. Parecía increíble que alguien con la habilidad de volar máquinas complejas no pudiera poner en el mapa a su vecino del norte. A menudo, en conversaciones con personas con educación universitaria, se cae el suelo a tus pies. Las conversaciones se volvían retorcidas cuando te decían que necesitaban sus armas automáticas para defenderse del Gobierno. El mismo Gobierno que controlaba esos helicópteros Apache.
Parece inevitable sonreír esta semana. El hombre del saco perdió y durante cientos de horas, la televisión española se olvidó de las muertes vertiginosas y las maniobras del Gobierno para controlar los medios. El Monstruo Naranja había sido derrotado y todo iba a estar bien durante un tiempo.
Puede que hayamos recuperado algo de cortesía en el discurso internacional y que los ejércitos de verificadores de información se vayan al paro, pero el área 51 no va a ninguna parte. En poco tiempo, más hombres y mujeres tristes tomarán su último trago antes de ser enviados a otra 'intervención'.
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