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SOLEDAD GÓMEZ
Domingo, 7 de agosto 2022, 07:34
Cuando de pequeño coleccionaba las pegatinas del Bollicao o los tazos que venían en las bolsas de Matutano, seguro que Juan Carlos Ojeda nunca pensó que 20 años después sería el creador de una de las ferias del coleccionismo más importantes del país y referente a nivel internacional. Por supuesto, él también tiene grandes colecciones que custodia en una habitación dedicada exclusivamente a esta actividad. Llama la atención un mueble con trece cajones tipo bandeja donde tiene perfectamente ordenados 15.000 pines, su colección más preciada. Todo empezó durante unas vacaciones con sus padres donde dando un paseo encontró un mercadillo en el que había un montón de pines colocados en una sábana, «y compré unos cuentos de los de Disney, y así un día y otro, de tal manera que cuando acabaron las vacaciones llegué a casa con 30 o 40 pines de todos los personajes, que los coloqué en una gorra».
Fue por entonces cuando estalló el 'boom' de este tipo de insignias para colocar en camisetas, mochilas o bolsos con motivo de los mundiales y las olimpiadas. «Todas las casas comerciales tenían pin promocional, y yo los quería tener todos, por lo que de la gorra pasaron a los marcos y de ahí ya a los muebles».
Pero su fuerte son los pines deportivos. Este villanovense reconoce que tiene de todos los equipos nacionales, desde la primera división hasta los de regional preferente, fútbol base... Algunos de ellos, incluso, han sido editados por grupos de coleccionistas o de amigos porque no existían, y luego los clubes se han animado a tenerlos. «A veces, cuando no hay una pieza que queremos, nos juntamos unos cuantos y la mandamos fabricar, con tal de tenerla». Uno de los más preciados por los amantes de estas insignias que se sujetan con un alfiler o broche es el de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que nunca llegaron a celebrarse, pero sí estaban ya hechos. Al haber cambiado la fecha de los juegos, ha adquirido mucho valor para el coleccionista, explica.
Eso ha pasado con muchas cosas de estos años de pandemia en los que hay eventos que no se han celebrado. Es el caso de los cupones de la ONCE, ya que estos se editan con varias semanas de antelación, por lo que hay una serie de dos semanas, que nunca salieron a la venta porque coincidió con el decreto del estado de alarma y los sorteos no se celebraron. «Llegó el confinamiento y se retiraron del mercado, y eso tiene un valor incalculable, porque no volvió a haber sorteos hasta el mes de junio, por lo que quien los tiene pide barbaridades por ellos», señala este coleccionista.
Pero en la habitación del coleccionismo de Juan Carlos no solo hay pines. Sellos, monedas, azucarillos, pulseras de tela, postales, cervezas y cromos, muchos cromos de fútbol, son otro de sus fuertes.
Pero la última colección que inició fue la de los dispensadores de caramelos Pez. Juan Carlos nos descubre tras la puerta corredera de un armario un universo de colores, formas y tamaños muy atractiva y con un sabor a infancia. En este caso, la intención de reunir todos estos muñecos sobre una base rectangular comenzó sin más, un día pensando en que quería empezar una nueva. Así es que se fue a dar una vuelta y de tienda en tienda compró unos cuantos «y cuando llegué a casa tenía 15 o 20 muñecos Pez, y ahí es donde pensé, ya me engancharon otra vez». Los pequeños caramelos Pez vienen manteniendo sin cambios su forma y aspecto desde su aparición en 1927, pero la figura que lo corona adopta miles de temáticas, de ahí que sea carne de coleccionista. Es lo que le pasó a Juan Carlos, que ahora tiene cerca de 1.500 dispensadores, siendo el más antiguo de los años 70.
Este villanovense disfruta ordenando y clasificando sus pequeños tesoros, que no tiene problema en mostrar a quien se lo pide. Una labor que aprovechó para hacer durante el confinamiento «ya que siempre lo vas dejando metidos en cajas por falta de tiempo, y ahí pude hacerlo y me vino muy bien para tener la mente ocupada», confiesa.
Y ahora, mientras perfila la XII Feria Internacional del Coleccionismo de Villanueva, que tendrá lugar el 4 y 5 de marzo de 2023, Juan Carlos Ojeda continúa soñando con montar en un futuro un museo de diferentes temáticas del coleccionismo. «Todavía es pronto, y sigo aumentando mis colecciones y las disfruto en casa, pero no descarto un museo para exhibirlas», concluye.
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