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Maite Cajaraville
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Maite Cajaraville
«El arte electrónico me permite crear obras interactivas e infinitas, que evolucionan»Maite Cajaraville (Llerena, 1967) es una artista de alcance mundial. Cuatro continentes han visto sus obras 'electrónicas'. Sin embargo, antes de eso recorrió el nada ... fácil camino que atraviesa la mayoría que decide dedicarse al arte.
Desde pequeña era patente su vocación por lo creativo. Sin embargo, aunque comenzó estudiando cine, se licenció en Informática en Madrid. «Acabé la carrera, pero no quería ser informática. Yo quería buscar algo más creativo como trabajo», explica Cajaraville. Posteriormente consiguió una beca en Alemania, en el Instituto para los Nuevos Medios de Frankfurt, un centro de arte y tecnología donde estuvo casi tres años. «Ahí ya es donde se empezó a juntar todo, el tema del arte con los ordenadores», detalla.
Su forma de expresión artística es el arte electrónico; es decir, ella crea sus obras utilizando medios digitales y tecnología, algo muy diferente a lo que puede ser una escultura o un cuadro, ya que, señala, sus creaciones no están terminadas, son «infinitas».
«Hago lo que haría cualquier artista, pero al utilizar tecnologías y ciencias, se expanden los temas sobre los que puedo hablar. Además, mis trabajos pueden ser interactivos y, más que presentar algo acabado, pretendo generar sensaciones y preguntas en el público. En el arte interactivo es el público el que activa o dispara los sensores y la pieza va cambiando a medida que recibe estos impulsos. Se va generando y va a decirte nuevas cosas a medida que va siendo expuesta», explica.
A lo largo de su carrera ha puesto en marcha proyectos que relacionan cuestiones sociales, de identidad y últimamente, medioambientales, integrando la participación de los visitantes en sus creaciones.
Por otro lado, Maite cree que parte del aprendizaje que hacen los artistas electrónicos como ella «debería estar en todos los colegios». «Desde hace ya unas décadas, cualquier campo de estudio que nos afecta, como la biología, la genética, lo medioambiental, la agricultura, la ganadería, las redes sociales o la inteligencia artificial se basa en la tecnología. Esto nos hace especialmente vulnerables. Si somos unos ignorantes digitales, vamos a estar en manos de las grandes corporaciones en todos los aspectos de nuestra vida. Ahora mismo, por ejemplo, está la robótica, que suena como muy complicada, pero la hay súper simple y hay niños que la están aprendiendo con 10 años», relata.
Cajaraville, que reside entre Noruega y España, siempre ha tenido un vínculo especial con su tierra a pesar de la distancia. Uno de sus proyectos más queridos es 'Vextre'. Este trabajo visibiliza la situación de Extremadura en el periodo de 2018 y 2021. Fue diseñado y llevado a cabo en diversos puntos de la región, utilizando diferentes espacios del territorio como lienzo. «Le tengo muchísimo cariño porque es un proyecto que ha ido evolucionando con el tiempo. A partir de datos económicos y sociales de la comunidad, se hizo una pieza en 3D, que la convertimos en una escultura», expone. Posteriormente, eso pasó a la realidad virtual y aumentada y su resultado puede visualizarse en internet.
En 2023 logró otro de sus sueños: traer a Llerena y su comarca el arte electrónico. El municipio de la Campiña Sur celebraba el pasado año el festival 'Electronic Fields', que tuvo una buena acogida y que pretendía convertir a su entorno en referente de esta modalidad, con especial enfoque en el hecho de que se realizaba en un espacio rural.
«Para mí es un modo de compartir todo eso con la gente a la que amo y que para mí es muy importante. A nivel de identidad en Extremadura todavía nos queda un trabajo por hacer, intentar saber quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos o quiénes queremos llegar a ser. A lo mejor, a la hora de contestarnos lo hacemos de una manera bastante conformista y pensamos que somos los de siempre y que todo siempre es igual. Sin embargo, hay muchas personas por ahí, en España y en otros países, que se está haciendo las mismas preguntas y las están contestando de otra forma. Eso es lo que me lleva a intentar llevar un festival como este a Llerena», expone.
Cajaraville confía en que este evento pueda tener continuidad en el tiempo y que se siga celebrando en la Campiña Sur.
De cara al futuro, la extremeña ya prepara un nuevo proyecto, de nuevo, teniendo a su localidad natal muy en cuenta. «Me gustaría unir Bergen –ciudad noruega donde reside– y Llerena. Estoy trabajando en algo que haga un intercambio medioambiental entre las dos ciudades. Esto también tiene que ver un poco con la identidad. Cuando ya llevas tanto fuera de tu sitio, de tu pueblo o de tu ciudad, a veces surgen problemas identitarios. Esta pieza tiene un poco que ver con eso también», asegura.
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