Dos yacimientos de la Edad de Hierro y una villa romana en Torrecillas de la Tiesa; una necrópolis prerrománica con 32 tumbas, una antigua granja, un dolmen y una estela funeraria en Cedillo; once yacimientos de distintas épocas históricas en Almendralejo... Son hallazgos arqueológicos de ... los últimos años en Extremadura, y hay un detalle que une a todos: afloraron durante la construcción de una planta fotovoltaica. Estos restos y otros muchos demuestran que el auge de las energías renovables está teniendo consecuencias que no tienen nada que ver con la factura de la luz ni con el mapa energético nacional. Es un impacto en el ámbito cultural: están aflorando más restos arqueológicos que nunca, y cada uno de ellos es una pista que ayuda a desvelar cómo vivían quienes poblaron Extremadura hace mucho siglos.
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«La aparición de restos ha crecido de forma exponencial», refrenda Adela Rueda, directora general de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura. Ella conoce la materia de primera mano, porque el organigrama de su departamento incluye el Servicio de arqueología y proyectos estratégicos. O sea, el área por la que pasan todas esas sorpresas que surgen durante la construcción de estas plantas, principalmente fotovoltaicas.
Adela Rueda
Directora general de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura
A lo largo del año 2022, el Servicio de arqueología y proyectos estratégicos tramitó 950 expedientes, frente a los 581 del ejercicio de 2017. Al año siguiente entró en vigor el decreto que regula la concesión de subvenciones para proyectos de energías renovables en la región.
«El impacto de estas infraestructuras sobre el trabajo relacionado con los restos arqueológicos está siendo muy importante», constata Rueda. «Algunas de estas plantas ocupan cientos de hectáreas, y eso implica mover mucha tierra», ilustra la directora general. Como es sabido, este tipo de proyectos y también otros de múltiples sectores distintos, están obligados a seguir un plan que pretende salvaguardar posibles restos arqueológicos que aparezcan durante las obras. Y la Junta ejerce una labor de vigilancia para que esto se cumple.
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Cuando en una intervención afloran restos, la empresa debe ponerlo en conocimiento de la administración, que dispone de técnicos que visitan la obra en cuestión para conocer 'in situ' el material hallado y poner los medios que permitan rescatarlos, conservarlos y ponerlos en valor si procede.
«Tenemos un volumen de trabajo muy grande en este sentido –explica Adela Rueda–, pero es una buena noticia que se estén produciendo tantos hallazgos, porque nos están permitiendo actualizar la carta arqueológica de Extremadura».
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Ese mapa arqueológico regional se puede consultar a través del portal de transparencia, delimitando zonas mediante coordenadas, si bien no se proporcionan datos sobre algunos yacimientos, para protegerlos de posibles expolios. De hecho, en los últimos años ha aumentado el número de intervenciones de la Benemérita en relación con este tipo de delitos.
«Trabajamos codo con codo con la Guardia Civil, y recientemente ha habido operaciones importantes en este campo», explica la directora general de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural, integrada en la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes.
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La información contenida en la carta arqueológica se va ampliando con cada nuevo afloramiento, de modo que el auge de estos gracias a las plantas de energías limpias está contribuyendo a ampliar la información arqueológica disponible sobre la comunidad autónoma.
«Todo lo que vamos conociendo se vuelca inmediatamente, de forma sistematizada», detalla la directora general, que apunta también que han tenido reuniones con representantes del sector de las energías limpias para intentar facilitarles la tarea, «proporcionándoles la información más actualizada para que la incorporen al diseñar sus proyectos y facilitándoles también el aval técnico que necesitan».
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«En los últimos ocho meses hemos celebrado 78 reuniones relacionadas con proyectos estratégicos para Extremadura», concreta Adela Rueda, que aclara que en todo momento se exige un seguimiento arqueológico de las obras. «Si hay un hallazgo, nos informan y nuestros técnicos visitan la planta».
Si lo que ha aparecido es un bien mueble (un objeto, restos óseos o cerámicos, por citar algunos ejemplos habituales), se documentan, datando en qué estrato arqueológico han aparecido, y se envían al Museo Arqueológico Provincial (a Badajoz o Cáceres según el municipio en el que hayan salido a la luz). Y con los restos inmuebles (una villa romana o una necrópolis, por ejemplo), lo que se hace es delimitar el yacimiento, «ponerlo en cautela y hacer los trabajos arqueológicos necesarios para detallar su alcance». En el caso de piezas particularmente valiosas, se estudia su posible restauración y musealización.
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«Los yacimientos están ahí, ocultos durante siglos, y ahora están aflorando algunos», resume Adela Rueda, que deja claro que «todo lo que aflora tiene valor, porque aporta información sobre nuestro pasado».
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