E storninos, gorriones, palomas, jilgueros, pardillos, lavanderas... Algunas localidades extremeñas ya no saben qué hacer para poner fin a las molestias que causan estas especies, según cuentan sus alcaldes y concejales en materia de medioambiente. Dicen que han probado muchos métodos, pero coinciden en que ninguno ofrece remedios al cien por cien. En Fuente de Cantos, Casar de Cáceres, Trujillo, Plasencia, Cáceres, Mérida, Badajoz... La lista de municipios que conviven con estos animales cuyo exceso provocan ruidos y suciedad diariamente es amplia.
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Algunos muestran su desesperación ante lo que consideran «una plaga». Así se refiere Carmen Pagador a los estorninos, una especie de ave paseriforme que mide unos 20 centímetros y tiene un plumaje de color negro. Ella es la alcaldesa de la localidad pacense de Fuente de Cantos desde hace ocho años y en todo ese tiempo lleva intentando que no aniden en la plaza del pueblo o en sus parques. «Ya no sé qué métodos nos quedan por probar. En un principio funcionan, pero estos pájaros se acaban acostumbrando a todo», reconoce Pagador.
Según cuenta, han utilizado cañones de aire comprimido, cohetes, un sistema que imita el sonido que hacen las rapaces e incluso a las propias aves para ahuyentarlos. «Hacen ruido y dejan excrementos. Además, es perjudicial para el tejado de la parroquia. También los hemos tenido en los parques. Ahí hemos podado los árboles el máximo posible», detalla Carmen, quien asegura que se han puesto en contacto con empresas que les han ofrecido utilizar drones, pero según comenta «son muy costosos» y aún tienen que informarse sobre la normativa.
«En un municipio pequeño como el nuestro, donde no llegamos a cinco mil habitantes, dedicar 5.000 euros aproximadamente al año a este asunto es mucho dinero», lamenta.
Han pensado en utilizarlo todo. Eso sí, «siempre cumpliendo la normativa», aclara Carmen, que asegura que la Delegación del Gobierno de Extremadura les dijo que no podían usar escopetas al estar en el casco urbano.
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Esa misma respuesta la han escuchado dirigentes de otros pueblos extremeños que están lidiando con el mismo problema. Es el caso de Cabeza del Buey, donde han usado bocinas, halcones y láseres para combatir estas plagas de pájaros.
Cañones de aire comprimido. Producen detonaciones capaces de ahuyentar aves. Es muy utilizado con estorninos y gaviotas y los expertos no lo recomiendan para palomas.
Destellos y sonidos. En algunos ayuntamientos extremeños han usado altavoces con sonidos estridentes, equipos de luz y pirotecnia para alejar a los estorninos del centro urbano.
Podas. Son comunes las podas de árboles, sobre todo de plataneros, una de las especies donde suelen cobijarse los estorninos. En algunos municipios las realizan constantemente.
Cetrería. El uso de aves rapaces como halcones para espantar a los pequeños pájaros es una de las prácticas más antiguas. Los expertos dicen que la cetrería es efectiva pero necesita hacerse continuamente.
Pienso esterilizante. Se utiliza para que la población de palomas no aumente. En algunos municipios no pueden usarlo porque existe el peligro de que lo consuman especies protegidas.
Drones. Es la opción más novedosa. Algunos ayuntamientos extremeños están planteándose usar este método. El sistema también emite sonidos de aves depredadoras o incluso disparos.
De hecho, la alcaldesa de esta localidad de la comarca de La Serena, Ana Belén Valls, comenta que varios ayuntamientos se han dirigido a su Consistorio para conocer cómo están actuando «porque en sus pueblos están sufriendo lo mismo». Ellos a partir de enero 'lucharán' contra estos pájaros con empleados propios del Ayuntamiento.
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Rafael Pacheco | Alcalde de Casar de Cáceres
En Casar de Cáceres también están buscando soluciones, tal y como detalla su alcalde, Rafael Pacheco. «Tenemos un problema bastante grave y preocupante. Hay miles de estorninos y de palomas. También cormoranes que afectan a la charca donde se crían las tencas», afirma.
Ante eso el Ayuntamiento ha creado una comisión formada por los grupos políticos, las asociaciones de cazadores y pescadores, la Universidad de Extremadura, la Junta y agrupaciones ecologistas. «Hemos tenido la primera reunión para analizar lo que se ha hecho hasta ahora. Hemos llevado a cabo podas de árboles y usado repelentes, aves rapaces y equipos de sonido, pero nos hemos dado cuenta de que el problema vuelve», indica Pacheco, quien apunta a que están estudiando presupuestos de empresas para encontrar soluciones.
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«Queremos hacer un plan que implique también a los ganaderos, que sufren el perjuicio. Nos comentan que tiene pérdidas de hasta 12.000 euros anuales por el pienso que se comen las aves», asegura.
Marcelino Cardalliaguet | Delegado de Seo BirdLife
El Ayuntamiento de Casar de Cáceres se ha puesto en contacto con Marcelino Cardalliaguet, delegado en Extremadura de la Sociedad Española de Ornitología (SEO BirdLife), con el objetivo de encontrar una solución.
En los últimos años, Cardalliaguet reconoce que han acudido a ellos hasta cinco consistorios extremeños. Les piden asesoramiento. «En las localidades suelen utilizar los métodos que proponen las empresas de control de plagas y de aves, pero el uso, por ejemplo, de ruidos, destellos o halcones tienen una eficacia temporal. Para que funcionaran habría que hacerlo todos los años cuando llega la época en la que estas aves se asientan en Extremadura», afirman desde SEO BirdLife.
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Cardalliaguet tampoco recomienda las trampas para matar a pájaros. «Si sigue habiendo alimentación cerca, seguirán dándose el problema», añade. Él aboga por atacar a la causa por la que vienen las aves y no directamente contra ellas. «Hay que quitarles los recursos de alimentos que hacen que se concentren en determinadas zonas», opina.
Por su parte, las empresas que se dedican al control de plagas consultadas por HOY aseguran que son muy pocas las que en la región llevan a cabo trabajos con este tipo de aves. «Nosotros lo hacíamos antes, pero hemos dejado de hacerlo por la complejidad que tienen los tratamientos y porque no son rentables. Los concursos públicos que sacan los ayuntamientos no cubren los costes de la actuación», afirma Gabriel Candela, gerente de Trainex (Tratamientos Integrales Extremeños S. L.), que llevan trabajando desde 1998 como empresa homologada en el servicio oficial de plaguicidas en los cuatro tipos existentes: ambiental, ganadería, higiene alimentaria y fitosanitarios.
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Manuel Sánchez, de la empresa de desinfección Pindelim, con 25 años de experiencia, apunta a que ese tipo de actuaciones las suelen realizar actualmente empresas muy especializadas en esta cuestión. «Las plagas de aire son muy complicadas. Las he trabajado pero ya no lo hago porque no suelen ser rentables. De hecho, en el sector las suelen evitar y son muy pocos los que las realizan. Normalmente son empresas a nivel nacional», afirma.
Los ayuntamientos que padecen este problema tampoco pueden recurrir a ayudas de la Junta de Extremadura, porque al producirse el problema en los núcleos urbanos es una acción que deben realizar los propios consistorios. De hecho, según explican desde la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad, «tampoco tienen que solicitar permiso para actuar sobre la población de aves, salvo que se trate de especies protegidas».
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El área que dirige Olga García reconoce que «algún ayuntamiento ha llamado para quejarse de las molestias, suciedades o ruido que tienen», pero insisten en que el núcleo urbano es de su competencia y no han realizado ninguna actuación.
Los expertos y los responsables municipales de medioambiente coinciden en que el estornino y las palomas son las dos aves que más problemas generan. También las que más quejas. Sin embargo, según explica Cardalliaguet, se comportan de manera diferente y las posibles soluciones para disminuir su población también son distintas.
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La temporada alta para los estorninos en Extremadura empieza ahora, con el frío. «Se refugian en dormideros invernales, sobre todo en zonas de grandes árboles dentro de los centros urbanos. De este modo, se producen concentraciones enormes que se dan a la caída del sol», explica Marcelino. «Esto pasa porque en las inmediaciones de esas zonas suelen encontrar la alimentación. En la mayoría de los casos son fincas donde hay pienso a la vista».
Sobre ese asunto también muestran su preocupación los profesionales del campo. Juan Metidieri, presidente de la organización agraria Apag Extremadura Asaja, apunta a que «suelen comerse las bellotas en la dehesa, los cereales de invierno y los girasoles».
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Dicen que es un problema que se da en todas las zonas de Extremadura y al que están acostumbrados desde hace muchos años. «Convivimos con él y hacemos frente a los gastos que nos supone. Generan mucha suciedad y además hay que hermetizar muy bien las naves para que no entren a comer el pienso de los animales. También tansmiten parásitos y enfermedades», añade Metidieri.
Sobre todo habla de las palomas, que según Cardalliaguet residen durante todo el año en la región. «El problema llega cuando la población aumenta sin parar porque la gente les sigue dando de comer. Eso es lo que pasó con los gansos del Guadiana en Badajoz. Era un grupo pequeño, pero al no parar de alimentarles siguió aumentando», explica.
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Dice que es necesario concienciar a la ciudadanía. «Hay que evitar que la gente les dé de comer. También hay ciudades que han experimentado con piensos esterilizantes, pero el problema es que esterilizas a todas las aves que se coman el pienso y eso tampoco es lo correcto».
Cáceres es una de las localidades que más problemas tiene con las palomas. «Estos animales aprovechan la muralla del Casco Antiguo para hacer sus nidos y eso pone en el peligro el patrimonio», afirma José Ramón Bello, concejal de Urbanismo de Ayuntamiento cacereño.
José Ramón Bello | Concejal de Urbanismo en Cáceres
Ante eso ya se han puesto manos a la obra y se han reunido con el Colegio de Veterinarios para buscar remedios. Ambos coinciden en que «hay sobrepoblación que afecta al medio ambiente urbano y tiene repercusiones sobre la salud pública».
Por el momento están llevando a cabo campañas de sensibilización para que los ciudadanos no den de comer a las palomas y esperan mantener una segunda reunión con el Colegio de Vetetrinarios en los primeros meses del año. El objetivo es empezar a usar métodos que alejen a las palomas del Casco Antiguo.
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Sin embargo, están teniendo algunos problemas. «Cáceres es Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y algunos de los medios no nos valen, como los piensos esterilizantes. Por ejemplo, si el cernícalo primilla lo come también queda esterilizado», explica Bello.
En otras ciudades como Mérida sí barajan esa opción. «Se han llevado a cabo acciones en la Plaza de España y en barriadas. Ahora estamos viendo la posibilidad de utilizar aves rapaces, la esterilización y la recogida de los animales», explica Felipe González, concejal de Sanidad y Consumo en la capital autonómica. Reciben al mes una o dos quejas de emeritenses por este asunto. El último tratamiento lo hicieron hace un año y medio y pese a ello se siguen viendo palomas por la ciudad. «Hay menos», matiza González.
En Plasencia, los responsables municipales hablan de «control de la situación». Luis Miguel Pérez Escanilla, veterinario y concejal de Salud Pública, aclara que las palomas no son una plaga. «Aquí no existen más de siete bandos como mucho. Es verdad que tenemos algunas quejas del lugar en el que duermen, como patios interiores», reconoce.
Donde sí hay un problema es con los estorninos. Lo reconoce Pérez Escanilla. «Cuando llegamos en 2011, sobre todo se quejaban en la plaza del Arco Iris, en el parque de tráfico y en la plaza de la Constitución. En esos sitios predominan los plataneros y hemos hecho podas para reducir el número. Ahora hay una parte importante en el parque de Los Pinos y en La Isla. Las quejas se han reducido porque están más separados de las viviendas».
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En Badajoz también ha habido quejas en el barrio de Pardaleras por las palomas y el Ayuntamiento incluyó por primera vez en 2017 en el contrato para el tratamiento de plagas el control de las aves.
Las cigüeñas en algunas ciudades también han estado en el punto de mira por los daños que provocan sus nidos. «Suelen estar en lo alto de las iglesias y alcanzan tamaños tremendos. En diez años llegan a los 200 kilos y pueden ser un peligro», asegura Marcelino Cardalliaguet, delegado de SEO BirdLife en Extremadura.
Apunta a que en algunos edificios con valor histórico de la región se han colocado armazones de hierro para aguantar mejor el peso.
Recientemente se ha podido ver un ejemplo de ello en Cáceres. La Diputación intervino el pasado mes de octubre en el antiguo monasterio de San Francisco para evitar daños y eliminó los nidos ante las patologías que podían causar.
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